Presentación en el Ateneo de Sevilla del estudio sobre la Monumental |
El efímero coso inspirado por Gallito se inauguró en 1918 pero sólo estuvo tres temporadas en activo, siendo derribada en 1930. A la historia de esa iniciativa gallista se dedica un interesantísimo libro titulado "Plaza de toros Monumental de Sevilla. La dignidad de un proyecto", que ha sido presentado en un acto convocado por el Ateneo de Sevilla. Es obra de los hermanos Fidel y Julio Carrasco y Andrés y Carmen del Castillo Rodríguez, cualificados arquitectos u alma de aficionados, han alumbrado un tratado definitivo sobre aquella plaza olvidada. Y es que medio de aquel gran proyecto se cruzó la trágica tarde de Talavera. Sevilla perdió para siempre un edificio que hoy sería un monumento. Los datos disponibles apuntan a que tal despropósito fue promovido desde el propio mundo del toro.
Un detallado estudio sobre su origen y su final
La Monumental de Sevilla, el sueño de Joselito
Álvaro R. del Moral El
Los arquitectos Fidel y Julio Carrasco y Carmen del Castillo son los autores de un libro definitivo que rescata la memoria del efímero coso. Plaza de toros Monumental de Sevilla. La dignidad de un proyecto es el título de esta monografía que se presentará esta tarde en el Ateneo. Se promete la presencia del mismísimo Morante...
Joselito fue el gran impulsor de los cosos monumentales. Se buscaba acercar el toro a un mayor número de espectadores y abaratar las entradas. José se alió con Julio Lissén, promotor del proyecto, que escogió al arquitecto bilbaíno Francisco Urcola para firmar unos planos que acabó dirigiendo el sevillano José Espeliú. Se trataba de un edificio pionero, realizado en de hormigón armado, que comenzó a construirse en 1916 sin renunciar a la atmósfera estética del regionalismo que cambia la piel de la ciudad en vísperas de la exposición del 29.
Las obras no estarían exentas de problemas y contratiempos. El primer hundimiento lo provocó un temporal al poco de comenzar los trabajos. Pero la alarma se pulsó al año siguiente después del catastrófico resultado de las preceptivas pruebas de carga. Fueron realizadas en la primavera de 1917 y provocaron el hundimiento de gran parte de los graderíos. Se habló de rigor excesivo en las procedimientos; de problemas en los materiales y hasta de excesivas prisas...
La plaza, finalmente, pudo ser inaugurada el 6 de junio de 1918, hace hoy justo cien años. Joselito, no podía ser menos, encabezaba aquel cartel en el que también figuraban los nombres de Curro Posada y Fortuna, que estoquearon toros de Contreras. El coso no se llenó pero la temporada alcanzó la cifra de 25 festejos.
Al año siguiente llegaron las primeras curvas. En 1919 se organizaron dos Ferias de Abril paralelas con dos empresas operando y compitiendo por separado en la Monumental y la Maestranza. Se llegó a dar el hecho insólito de celebrar dos alternativas casi simultáneas en la tarde del 28 de septiembre. Fueron las de Chicuelo, otorgada por Belmonte en el Baratillo; y la de Juan Luis de la Rosa, que concedió Gallito en la Huerta del Rey.
Uno y otro coloso, de alguna manera, se convierten en los mascarones de proa de cada plaza. Los datos son reveladores. Gallito encabezó los carteles de diez de las once corridas organizadas en la Monumental en 1919. Aún le quedaron ganas para organizar un festival otoñal para la Macarena. En la plaza de la Maestranza se habían montado diez corridas. En nueve de ellas estuvo presente Belmonte.
Pero las cosas cambiaron en 1920, la última temporada activa de la Monumental. Los vericuetos de la política taurina pusieron a ambas plazas bajo la misma batuta empresarial. En ese caldo se cuece la coincidencia de José y Juan en el nuevo coso en la tarde del 22 de abril de 1920, alternando con Chicuelo. Repetirían al día siguiente delante de la reina de España que también se subiría al Palco Real de la Real Maestranza para asistir a la última tarde que compartieron ambos ases en Sevilla. Fue el 28 de abril, mano a mano, y con los toros de Guadalest. Sólo les quedaban seis paseíllos juntos...
Razones de un derribo
El salón de actos de la Docta Casa se quedó pequeño. Se trataba de presentar el libro Plaza de toros Monumental de Sevilla. La dignidad de un proyecto. Pero más allá del protocolo del acto, en los presentes latía el rescate de la memoria de Joselito El Gallo, inspirador de aquel coso efímero de la Huerta del Rey que sólo tuvo sentido en torno a la figura fulgurante del coloso de Gelves.
El acto organizado en el Ateneo, bajo la presidencia de Alberto Máximo Pérez Calero, había contado con la presencia de Ignacio Sánchez Mejías y Manuel Grosso en calidad de prologuista y epiloguista respectivamente de esta obra escrita por los hermanos Fidel y Julio Carrasco Andrés y Carmen del Castillo Rodríguez, que han puesto su cualificación de arquitectos y su alma de aficionados para alumbrar un tratado definitivo sobre aquella plaza olvidada.
Pero seguía habiendo preguntas por contestar. ¿Por qué tiraron la plaza? ¿Habría tenido vigencia aquel tremendo recinto hoy? Morante, que fue el encargado de clausurar el turno de palabra, también supo llevar los sueños al terreno de la realidad. “El libro esclarece y dignifica la idea de Joselito al crear las monumentales” señaló el diestro de La Puebla. “José pudo soñar despierto pero sufrió bastante; pero no podía atisbar con sus diecinueve años que aquello supusiera un ataque directo a la Maestranza”.
Pero Morante terminó de descender al suelo. “Una vez muerto José era difícil que Sevilla pudiera seguir con dos plazas de toros por mucho que queramos soñar que la Monumental pudiera haber subsistido”. José Antonio terminó de sentenciar aquel retablo de certezas alabando la grandeza de Gallito: “La plaza no podía perseverar sin el prestigio que él le daba compitiendo con la plaza de la Maestranza”.
Pero el diestro de La Puebla ahondó en su filosofía taurina parafraseando a García Trevijano: “Si el barroco es para verlo de cerca y lo clásico para ser visto de lejos, Gallito era un torero para ser visto en plazas monumentales. Hoy el toreo es más parado, posiblemente más barroco y necesita se visto de cerca. Aquel fue un pensamiento de José pero sólo José lo podía sostener; era un torero incomparable, monumental, y sólo él podía estar a su altura”, concluyó el torero.
El acto se había abierto con la interesante intervención de Ignacio Sánchez-Mejías que, entre otras consideraciones, recordó la faceta “revolucionaria” de Joselito, que le llevó a alentar la construcción de esas monumentales para abaratar costes y billetaje. Sánchez-Mejías mostró su perplejidad por “las prisas que hubo para derribar la plaza” afirmando que “estaba bien hecha”. Esa intervención se enhebró a la perfección con la ubicación histórica y social esbozada por Grosso que destacó una idea fundamental: el choque entre los viejos estamentos representados en los caballeros maestrantes y la irrupción de una nueva burguesía industrial que hacía suya la nueva plaza. Ya saben quién ganó el pulso, “sin decir una sola palabra ni escribir una sola línea del asunto”.
►Los trabajos originales de Álvaro R. del Moral,cronista de “El Correo de Andalucía”, se publican en su blogs “Con la tarde colgada a un hombro”, al que se puede acceder a través de nuestra sección “8 opiniones 10” y en las direcciones electrónicas:
http://blogs.elcorreoweb.es/latardecolgadaaunhombro/
http://elcorreoweb.es/toros/
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