Con presencia, esencia y potencia mas algunos con clase añadida. La corrida enviada por Álvaro Domecq fue impecable. Solamente falló el cuarto toro por basto, alto y sobrepesado. Imagino que por culpa de los veterinarios en el reconocimiento. E imagino también que si Álvaro Domecq lo añadió al conjunto fue por miedo a que le rechazaran algunos más terciados.
El primero se le fue a José Garrido tras haberlo cuajado con el capote a la verónica y por delantales en el quite. Y es que, luego, no alcanzó a redondear su faena que cerró con dos pinchazos y un bajonazo. Cerrada ovación para el toro en su arrastre y palmitas saludadas para el matador. Luego, con el bastante peor cuarto Garrido se mostró insolvente. No sé, no sé, pero este torero que tanto nos llamó la atención en aquel debut novilleril en Bilbao de una matinal en plena Aste Nagusia frente a seis novillos en solitario, poco tiene nada que ver con el actual.
La gran sorpresa y lo mejor de la tarde con notoria diferencia corrió a cargo del limeño Joaquín Galdós. Oigan y anoten su nombre porque este nuevo diestro peruano, sin tener casi nada que vez con Roca Rey, le sobrepasa por su gran clase que atesora como principal virtud, justo lo único que le falta al que seguro que será gran contrincante de su paisano. Oigan: en la última feria del Señor de los Milagros en Lima, quien se llevó el Escapulario del Señor de los Milagros fue Joaquín Galdós. Y anoten: Si Galdós se instala arriba con esas maneras tan perfectas, podremos gozar de una apasionante competencia entre ambos. Enhorabuena a los aficionados peruanos.
Con el buen segundo de Torrestrella, aunque se rajó al final, Galdós veroniqueó con excelencia en el recibo y cuajó una para muchos sorprendente faena de muleta en la que alternó los naturales con los redondos recetados con el más lujoso de los clasicismos. E imperiales los ligados de pecho sin la menor enmienda. Inexplicable que esta faena no fuera musicada. Muy mal la banda. Por el estoconazo, quizá trasero y algo caído, dejó los resultados en una grandísima ovación que hubiera sido una oreja si el limeño hubiera sido sevillano. Mal por tanto los espectadores. Y no digamos la silente y dolosa banda de música.
Pero con el mejor del lote, quinto, aunque de salida se volvía al revés, tras cumplir en el caballo, sobre todo en un segundo gran puyazo, en la muleta se ganó una nota superior. Gran toro, sí señor. Y grandioso el torero en un faenón fundamentado principalmente en la mano derecha, breve aunque también muy sabrosa al natural y sensacional en un variado y elegantísimo final. ¡Qué trincheras, señores, qué ayudados por bajo, qué gran sabor, qué gran olor, qué maravilla de las maravillas!. De haber matado al primer envite, lo consiguió al tercer intento en la suerte requerida, la natural – antes se equivocó intentando matar en la contraria – habrían caído las dos orejas y con mucha fuerza. Una pena. Galdós dio una vuelta al ruedo con tanto calor como si hubiera llevado en las manos los dos despojos. Estamos deseando volver a ver a este Joaquín Galdós, llamado a protagonizar grandísimos e inapelables triunfos.
Con Alfonso Cadaval no pasó casi nada. Su primer toro, el tercero, fue sosito, igual que el torero que, además, pegó un sainete con el descabello, con recado incluido. Y ¿con el más blando sexto?, prefiero no decir ni pío. Fue una mala tarde quizá ya tan anunciada como consabida. No mereció el contrato ni se ganó otra oportunidad.
Sevilla. Plaza de la Real Maestranza. Miércoles 1 de mayo de 2019. Tarde veraniega con un tercio largo de entrada.
Seis toros de Torrestrella, muy bien aunque desigualmente presentados en variedad de pelos, algunos de muy bella estampa, y de vario juego, predominando los buenos. Muy bravo el primero. Magníficos por todo segundo y quinto.
José Garrido (verde inglés y oro): Dos pinchazos y bajonazo, palmitas. Pinchazo y estocada, silencio.
Joaquín Galdos (nazareno y oro): Estoconazo trasero, gran ovación. Dos pinchazos y buena estocada, clamorosa vuelta al ruedo.
Alfonso Cadaval (obispo y oro): Media trasera tendida y ocho descabellos, aviso y silencio. Pinchazo, estocada y descabello, palmas.
Un gran puyazo de Francisco de Borja, Bien en palos Antonio Chacón, Manuel Larios, Juan Carlos García y Francisco Sánchez Araujo.
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