Para colmo del absurdo, muchos medios adeptos a la causa sevillana, han secundado al empresario atribuyéndole todos los méritos del planeta por haber contratado a este diestro admirable. Por favor, seamos serios. A López Chaves se le podrá contratar o dejarlo en la cuneta pero nadie podrá decir que no se trata de un gran torero. No me parece serio que la empresa de Sevilla se ponga medallas con la contratación de este ejemplar torero que, en el año de su despedida merece todo el respeto del mundo y, ser incluido en dicha feria es un acto de justicia.
López Chaves ha demostrado en cientos de ocasiones que sabe torear, que es un diestro admirable, que se juega la vida sin trampa ni cartón y en el ejercicio de su profesión, cada vez que un toro le ha regalado veinte embestidas, el salmantino ha bordado el toreo. Y si somos ecuánimes debemos de decir que el premio que le han dado en Sevilla, más que una dádiva por parte de la empresa es todo un reto a la espera de que surja el milagro. Lo digo porque, amigos, López Chaves ha sido contratado para la corrida de Miura, algo que él no ha desdeñado en lo más mínimo pero que, todo el mundo debe saber que eso no es un premio, es una forma de quedar bien a sabiendas de que el éxito puede quedar muy lejos de las ilusiones de este hombre.
O sea que, no nos apuntemos más méritos de los que debemos, lo digo en el sentido de la empresa puesto que, haber sido justos hubiera sido ponerle junto a Morante con una corrida de “garantías” puesto que, al igual que sucediera en la pasada feria de Salamanca en la que, López Chaves, junto a Morante y ante una corrida de Paco Galache, el salmantino firmó la faena de la feria. Claro que, como antes decía, en este absurdo mundo de los toros, contratar a un “pobre”, para el empresario es una hazaña sin precedentes.
Es verdad que, para desmitificar la cuestión, un toro de Eduardo Miura debería de embestirle a López Chaves en Sevilla para que, aunque sea por última vez, que la Maestranza se quedara con el regusto de la torería irrepetible de este artista, obligado, desde siempre por los empresarios, para ejercer como gladiador ante corridas en la que, dadas las condiciones de los toros, solo cabe la grandeza de jugarte la vida como Dios manda, algo que jamás puntuó a favor de estos diestros pero que, tanto ellos, como nosotros, en calidad de aficionados, mucho les ponderamos y agradecemos.
Si a estas alturas de la vida de López Chaves, todavía queda algún memo que quiera descubrirle, será la prueba inequívoca de la ineptitud de todo aquel que así pensare. Son XXV años como matador de toros, con incontables faenas para el recuerdo, con pasajes de una verdad abrumadora –todas las tardes- con una torería esgrimida casi siempre frente a toros complicadísimos en los que, este hombre jamás se dio por vencido. ¿Cabe grandeza mayor?
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