Una vez más, y sin que pueda ser de otra manera, el Tribunal Supremo pone pie en pared para decirle al Gobierno que el uso partidista de sus caprichos no es legal. Curiosa situación que se va dando con frecuencia en unos y otros temas, pero en cuanto a la Tauromaquia siempre tiene una conclusión, la desautorización del gobierno.
Y es que el uso del sectarismo que utilizan, hecho de forma indisimulada, contra los toros, queda en evidencia en cuanto han de enfrentarse a la legalidad jurídica, que no es otra que aquella que emana, por ley, de que la fiesta de los toros es Cultura.
De ese modo, esa puesta en la balanza, repito, sin reparo ni disimulo, del abandono en que nos tienen, la persecución y el acoso con el que nos persiguen, con los atropellos y prohibiciones que nos dispensan cerrando plazas de toros, con las ambiguas aceptaciones de las sentencias que les son contrarias, ha de aparecer el Supremo para de una forma mucho más sencilla, alejada de palabrería inútil, inclinar la balanza al otro lado indicando solamente que la Tauromaquia por Ley está declarada Bien Cultural.
Así, de esta manera, los taurinos somos felices por un día, tras de los muchos en los que se nos hace sufrir con la pertinaz persecución que padecemos. Sólo un día, pues como siempre ocurre, después no cumplen nada de lo que las sentencias les obliga. Es decir, días tristes de nuevo.
Llevamos razón, aún así no nos servirá de mucho, el sectarismo es mucho más pertinaz y continuará haciéndonos la vida imposible. Es visible en el fútbol cuando el árbitro juzga una acción pero los equipos lo siguen viendo de modo diferente, inclinando la balanza de un lado u otro así sean sus colores. Como los colores de sus amores, en este caso del gobierno, no son los de los toros, seguirán viendo las decisiones judiciales como algo anecdótico que no les impide seguir haciendo daño al damnificado sector taurino.
Claro que, llevando razón, había que insistir en la palanca jurídica para visibilizar la prevaricación en la que se mueven con tanto descaro. A buenas horas seguiría Cataluña y Asturias sin toros, y otros predios, con las sentencias favorables a nuestros legítimos intereses.
El problema de fondo es el del ejemplo del fútbol, todos defienden los colores de su equipo con total indiferencia hacia lo justo o injusto de las acciones señaladas. A eso se le llama ser un hooligan, pero un gobierno no puede ejercer de esa manera (?).
Ahora, tras la última sentencia, que era tan previsible como la luz del sol, dicen que sí incluirán los toros en el bono cultural a los jóvenes. Mientras han podido no escucharon a nadie a sabiendas de lo injusto de la decisión, pero si no se hubiera presentado la demanda, si nos hubiéramos mantenido sumisos y callados, así se habría quedado, en el lado de su sectaria balanza. Veremos si no inventan algo.
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