"...O, hablando más descriptivamente: Bajas defensas. Ataques políticos. Confusión. Degradación del toro, la lidia, el riesgo. Menosprecio de la evidencia, los resultados y los méritos en el ruedo. Obsesión por el dinero inmediato. Ablandamiento de los pilares fundamentales del culto, verdad, integridad, valor, fiereza..."
Síndrome de Harry
Jorge Arturo Díaz Reyes
CrónicaToro/Cali, 6 II 2023
Mirando, con ojo clínico, lo que viene padeciendo la fiesta en las últimas dos o tres décadas, asalta la tentación de agrupar todas esas dolencias bajo un solo diagnóstico. Igual que hace la medicina con el conjunto de signos y síntomas que caracterizan enfermedades recién identificadas. Esta, por lo general echa mano al nombre del descubridor. Síndrome de Down o de Turner; o al de un paradigma cultural semejante, complejo de Edipo o de Electra..., por ejemplo.
Cómo podría llamar entonces un investigador al hallazgo de un conjunto psicosomático integrado por: inmunosupresión, infestación de parásitos oportunistas, extravío de caracteres esenciales, pérdida de identidad, disociación de la realidad, apetito voraz, atrofia de la musculatura y el esqueleto, postración, fiebre publicitaria, delirios de grandeza y negación de la gravedad.
O, hablando más descriptivamente: Bajas defensas. Ataques políticos. Confusión. Degradación del toro, la lidia, el riesgo. Menosprecio de la evidencia, los resultados y los méritos en el ruedo. Obsesión por el dinero inmediato. Ablandamiento de los pilares fundamentales del culto, verdad, integridad, valor, fiereza. Conciliación con las exigencias de los agresores; atenuación, morigeración, teatralización, prohibición. Metamorfosis enmascarada taurina-antitaurina. Desinformación y construcción mediática de ídolos. Primacía del show business. Evolución de mal pronóstico...
Para llamar todo esto tan complicado, habría que buscar una palabra fácil, corta, de moda, nemotécnica, un nombre que acapare likes. Algo así como Harry ¿No? ¿Qué tal síndrome de Harry, o complejo de Harry? Sí, suena bien ¿Pero cuál Harry? Hay varios en cartelera. Por supuesto, no el Harry que anda vendiendo los trapos sucios de su real familia. No, no, ese no sirve, para nada. ¿Quizás Harry (Potter), el niño imaginario, que vende como pan caliente libros, películas, videos, de todo y que convirtió en magnate a su genial autora? Bueno, sí, pero su magia no parece calzar.
Mejor uno que se asocie con incongruencia, con ser lo que no se es… A ver… ser lo que no se es… Otro Harry… ¡Harry Benjamín, el endocrinólogo! Pionero en el estudio y la comprensión del transexualismo. Esa trágica paradoja de poseer mentalmente un sexo atrapado en el cuerpo contrario.
¿No caería mejor este símil, al empeño de la cabeza en meter el rito milenario en un organismo antagónico? Síndrome de Harry, por el buen doctor alemán. Cualquiera podría convenir que cae justo.
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