A la vista de su nulo éxito está que les salió mal y no pudieron frenarlo, pero los defensas de sus dos equipos rivales trataron de hacerlo siempre con métodos reglamentarios, sin provocaciones y sin patadas a destiempo. La única noticia, y ésta muy buena, que hubo en Rabat fue el fútbol. En Marruecos triunfó el fútbol y lo hizo, entre otras cosas, porque la gente pudo disfrutar con tranquilidad de uno de los mejores jugadores del mundo. Y no sólo eso: cuando el Madrid cruza nuestras fronteras, Vinicius junior es un futbolista admirado y querido y el Real es un equipo respetado. ¿Y por qué Vinicius es admirado y querido cuando sale de España pero aquí es vilipendiado? Ésta también me la sé: porque probablemente fuera tengan menos problemas con el racismo de los que tenemos aquí dentro. En nuestra Liga lo somos, en nuestra Liga somos racistas. Somos racistas en nuestra Liga del mismo modo que somos gordófobos en nuestros premios de cine, y ahí está sin ir más lejos el caso de Berta Vázquez, que es una mujer preciosa, a la que unos miserables han crujido por sus kilos. El problema, por lo tanto, lo tenemos aquí, Javier Tebas, y es aquí donde lo tenemos que solucionar. Y está muy bien eso de crear una Comisión por Vinicius, del mismo modo que está muy requetebien decir que se van a perseguir los cánticos racistas, pero si la Comisión sirve para lo mismo y es tan efectiva como la persecución del odio, lo llevamos todos claro.
Por supuesto que yo no decía lo mismo con Neymar porque Neymar era, y es, ese tipo de futbolista que se chotea de su rival cuando ya le ha marcado seis goles, por ejemplo, y sin ir más lejos, en Vallecas al Rayo. Naturalmente que no decía lo mismo con Neymar porque a Neymar no le provocaban como a Vinicius y porque a Neymar no se le insultaba como al jugador del Madrid. Y porque, en líneas generales y a diferencia de lo que sucede con Vini, cuando a Neymar lo insultaban o provocaban, el periodismo protegía al futbolista del Barcelona. Ahora no, ahora los pájaros disparan a las escopetas y se convierte en héroe al agresor, se le ofrece un micrófono convirtiéndolo en faro moral, y se señala al agredido. Eso no pasaba con Neymar, pasa con Vinicius. Y, si pasa, es por el color de su piel, sí, pero también por el de la camiseta.
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