Por otra parte, siguen apareciendo nuevas plataformas con la intención de televisar corridas con las tecnologías más innovadoras. La última es OneToro, formada con capital extranjero y con más de 100 millones de suscriptores sólo en el ámbito deportivo. OneToro únicamente emitirá festejos taurinos en vivo y se podrá ver vía streaming en ordenadores, teléfonos, tablets y televisiones que cuenten con acceso a Internet. Su intención es retransmitir un centenar de espectáculos este año cubriendo los cosos más importantes y, a partir del próximo año, ampliar la oferta a más de 125 corridas desde España, Francia y Portugal.
Tras la irrupción de esta nueva plataforma, Canal Toros de Movistar Plus deberá rivalizar con ella. Canal Toros nació en 2011, aunque por entonces Canal Plus ya llevaba 20 años de emisiones taurinas. Ahora ha perdido los derechos en exclusiva de las plazas de Madrid y, a partir de julio, Valencia, y las siguientes en caer podrían ser las de Sevilla, Pamplona y Bilbao. Después de tantos años ayudando con su dinero a programar muchas de las ferias de nuestro país, los de Movistar deberán contraatacar con nuevas ofertas, y ya consta que están en negociaciones con la empresa Pagés de Sevilla, muestra del interés que sigue despertando el toreo en nuestra sociedad.
Otra señal del atractivo que tiene la tauromaquia es la cantidad de festejos que cada temporada retrasmiten en abierto televisiones autonómicas como las de Castilla-La Mancha, Canal Sur o Tele Madrid, que, a través de la presidenta de la Comunidad, Isabel Díaz Ayuso, ha anunciado que transmitirá 14 tardes de la próxima Feria de San Isidro. El número de espectadores de las corridas es sensiblemente más alto que el del resto de programación en cada uno de los canales, así que la decisión de ampliar la propuesta taurina sólo obedece a una demanda real de los televidentes, del pueblo.
En ese sentido, contrasta el menosprecio, la indiferencia y la desconsideración que À Punt, el ente autonómico de Valencia, infringe sobre todo tipo de tauromaquias, tanto la de la plaza como la popular. Sólo el año pasado, 259 municipios de la Comunidad Valenciana organizaron alguna celebración taurina, y se autorizaron un total de 8.702 festejos. Sin embargo no se emitió ni una sola corrida ni un programa especial dedicado al toro de calle. Eso se llama absolutismo, imposición, intolerancia, represión, parcialidad e injusticia.
Los datos de organización y de participación en funciones taurinas son aplastantes, también los de audiencias, pero hay quienes viven de espaldas a todo ello, desestiman la voluntad del pueblo y abusan de su poder perecedero para ocultar lo que no les gusta en un intento de acabar con ello y demostrar que sus indemostrables e infundadas proclamas apocalípticas son reales, pero no lo son; resulta evidente.
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