TOROS DE MIURA
PARA JOSÉ LUIS MORENO, RAFAELILLO Y SERAFÍN MARÍN
¿FIN DE LEYENDA?
Por Diego Martínez
U.T.A.A.
Sevilla, 29/04/2012.-Tras lo vivido esta tarde en Sevilla, los aficionados nos hacemos esta pregunta.
¿Dónde están esos toros de Zahariche encastados, pujantes, variables en sus embestidas y comportamientos y pidiendo delante de ellos toreros machos?
De aquellas tardes con la Maestranza a rebosar pasamos a algo más de media plaza y lo que es peor a contemplar “miuras” que en vez de imponer respeto dan lastima.
Por lo contemplado en este festejo solo le queda a estos toros su morfología, típica y única de su encaste. El resto de atributos que mostraban antaño y que les hacían diferentes del resto, se han evaporado.
Para empezar, no se puede consentir que los toros primero, segundo, tercero (devuelto) y quinto tuvieran los pitones reventados o sencillamente romos. Este importante lunar es responsabilidad del presidente Sr. Salguero y veterinario Sr. Fabra y compañía. Los toros deben estar íntegros en toda su conformidad y a estos toros le faltaban pitones. Nos gustaría conocer si esta tarde se mandaron algunos de estos pitones a analizar, porque motivos había de sobra. Y también que de inmediato al terminar los festejos se informe públicamente al aficionado por parte del Presidente sobre el resultado de los análisis post-morten realizados en el desolladero.
Todos los seis lidiados fueron toros flojos o sencillamente inválidos. Si no llega a ser por su pinta morfológica, estos toros de Miura hubieran pasado por cualquiera de los hierros comerciales o del medio toro al que nos han acostumbrado los taurinos de esta época.
Especialmente los cuatro primeros debieron ser devueltos por su manifiesta invalidez, pero el Presidente solo mandó a corrales el tercero, saliendo un buen toro de Conde de la Maza, que recibió, tres puyazos tres, y llegó pujante y repetidor a la muleta. Algo inaudito, pero verdad.
JOSÉ LUÍS MORENO, a su primero, muy flojo, pero soso y noble, se lo pasaba a media altura para que no se cayera. Los muletazos carecían de profundidad y emoción, así que su labor pasó sin pena ni gloria. El cuarto, inválido total, hizo todo lo posible por mantenerlo en el ruedo y por ello en el pecado lleva la penitencia. Era imposible que se tragara ningún muletazo. Pasó las de Caín para matarlo, pues en el final de la faena se arrimó tanto para provocar una embestida imposible, que le cogió de mala manera.
RAFAELILLO hizo lo mejor de la tarde o en su caso lo más inteligente. Recogió muy bien a sus dos toros con el capote, y con oficio en uno, y cargando la suerte y cierta estética en el otro, vimos lo mejor del festejo, especialmente la media verónica al cuarto.
Cuando el diestro se dio cuenta de la flojera de los “miuras”, ordenó simular las varas al quinto de la tarde y por eso el animal llega a la muleta con cierto recorrido dentro de su flojedad. Lo supo llevar a media altura con mucho oficio a un toro que era puro almíbar y al menos le sirvió para salir triunfador en una miurada de tono menor.
El catalán SERAFÍN MARÍN se dejó ir el sobrero del Conde de la Maza, que era un toro en toda su extensión. Recibió tres varas nada simuladas y aún así llega a la muleta pidiendo guerra y con los problemas propios de los toros “condesos”. Requería una muleta muy firme de manos bajas para someterlo y hacerle saber al toro quien mandaba allí. La cosa fue al revés. Muleta siempre a media altura, desviada y con muchos enganchones. Así nunca se podía someter a un toro encastado.
El sexto, que al menos lucía las puntas de sus pitones, fue de largo a los caballos y le pegaron de lo lindo en varas. Si en otros tiempos aguantaban este castigo, estos “miuras” de la moda taurina de hoy, ya no aguantan y por eso en la muleta se muestra flojo, cara a media altura y con medio pase al principio para apagarse muy pronto.
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