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Pepe Bienvenida / La suerte suprema

jueves, 26 de abril de 2012

Renace Talavante / Por Juan Manuel Albendea


Alejandro Talavante  / Fotografía: EFE
Renace Talavante
Sevilla, 26/04/2012Lo mejor del decimocuarto festejo del abono celebrado ayer fue que la plaza se llenó hasta la bandera. Ese hecho, que en otros tiempos carecía de importancia y solo le alegraba al empresario, en estos momentos de crisis económica y de crisis de la Fiesta es también motivo de satisfacción para el aficionado.

Naturalmente, el que tiene que estar más contento de que su triunfo fuera con la plaza llena es Talavante. Tuvo el diestro extremeño unos años muy fructíferos tras su alternativa el año 2006. Sin embargo, en los últimos años, no tuvo esos triunfos tan continuos de su primera etapa de matador de toros. Ayer, volvió a cortar una oreja como en su última actuación. La oreja de ayer me pareció más meritoria, o también es posible que aquella quedara ensombrecida ante el triunfo apoteósico de Manzanares.

Aunque el toro atendía por Histórico, sería una exageración decir que la faena que le hizo Talavante también fue histórica. Empezó muy bien la cosa pues lo recibió con delantales y chicuelinas de buen corte, ambos lances muy ligados entre sí. Por lo menos tres tandas de redondos muy templados dieron pábulo a que la música comenzara a sonar. Cuatro naturales espléndidos rematados con un molinete y uno de pecho de categoría. Siguió toreando con la zurda, pero estos últimos ya no tuvieron la calidad de los primeros. Una buena estocada de efecto rápido provocó una petición claramente mayoritaria del trofeo, que la presidenta concedió enseguida. El sexto, que se llamaba Enfurecido, no tenía fuerza para enfurecerse mucho, de tal suerte, o más bien desgracia, que dobló varias veces las manos hasta que decidió pararse y allí se acabó todo.

El Cid no tuvo suerte con su lote. Su primero se paró pronto. Apenas tuvo ocasión el de Salteras de darle tres o cuatro muletazos sobre ambas manos a un toro que atendía por Dictador y debió pensar que a él no lo toreaba ni su padre. El cuarto no hizo en absoluto honor a su nombre –Flamante- pues careció del mínimo resplandor que se le debe exigir a un toro de ese nombre. Solamente se dejó poner dos estupendos pares de banderillas de Alcalareño. Tras ese episodio, la faena de muleta fue alternando los muletazos con la caída. De la izquierda no quería saber nada. Solamente admitía la derecha. Parecía un toro de Marine Le Pen.

Al segundo de la tarde lo habían inscrito en el Registro con el nombre de Capcioso y la labor de Castella haciendo honor a su antagonista fue también puro artificio. Inicio su labor de salida con dos lances de esos lances tan extraños llamados tafalleras y antes de su faena de muleta no sería justo dejar de consignar un gran par de Javier Ambel. La nota dominante de la actuación del diestro de Beziers fue la falta de limpieza en todos sus muletazos sobre ambas manos. Los desplantes sí le salían bien, pero esos alardes hay que hacerlos como colofón de un toreo mínimamente limpio y ligado, caracteres ambos de los que careció su faena. En su segundo, aunque es verdad que le estorbaba el aire, le prodigó una serie de muletazos sin sentido, y también es verdad que este toro no colaboró y él se empeñó en que colaborara y ante su insistencia, el público se enfadó. Ojala Castella recupere pronto su sitio, que sin duda ha perdido.
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Por Juan Manuel Albendea

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