"...Puedo llegar a comprender a los que no les gusta la tauromaquia, pero nunca podré saber qué se esconde en los cerebros de estos seres perversos que son capaces de brindar porque un hombre se haya dejado media vida en una plaza de toros..."
Alegrías y tristezas
Por Carlos Crivell
El golpe que sufrió la primera vértebra lumbar de El Chano nos paralizó a todos los amantes del toreo. Se vuelven a conjugar los tópicos: una plaza de segunda, novillada nocturna, un par más de los muchos que Vicente colocaba en su vida. Ese par a un novillo de La Glorieta era, probablemente, el último de su vida. Un torero tan fuerte, tan seguro, caído para siempre como tributo de una Fiesta que necesita seguir ofreciendo mártires para su propia grandeza. Este cuerpo desbaratado es una medalla para el toreo. Pero aún más intensa y emotiva ha sido la reacción del torero, que nos ha dejado sin palabras con su entereza y realismo.
En medio de este drama, las redes comenzaron a vomitar los excrementos que elaboraban una serie de miserables que se alegraban de la tragedia. La maldad humana no tiene límites. Con estos abominables individuos, la mayoría enmascarados en el anonimato, se puede entender que es verdad que el hombre es uno de los peores animales de la humanidad (algunos hombres y mujeres, se entiende). Puedo llegar a comprender a los que no les gusta la tauromaquia, pero nunca podré saber qué se esconde en los cerebros de estos seres perversos que son capaces de brindar porque un hombre se haya dejado media vida en una plaza de toros. Bueno, en España sabemos mucho de seres indeseables, capaces de matar sin motivo a cientos de españoles en aras de unos principios independentistas desfasados. Como bien me han recomendado, a esta banda, me refiero a la de las redes, ni caso ni mencionarlos. Así que lo dejamos.
El Chano lo ha tapado todo. Incluso el tramo final de San Fermín, un ciclo lamentable donde ya no se puede decir que salga el toro de verdad. Las ganaderías que han toreado las figuras, las mismas de siempre, han dado la nota negativa por juego y presencia. A San Fermín se le puede salvar por la Fiesta, por su colorido, porque además de la corrida de toros es una ciudad que vive alrededor del toreo toda la semana, pero en otros aspectos la cuesta abajo no tiene freno. Además, las orejas concedidas, la mayoría de ellas, han sido de verdadera verbena sin una faena meritoria como respaldo. Es decir, un ciclo testimonial que ya no pinta nada en el devenir de la temporada. Para los de aquí abajo, la alegría ha llegado de la mano de Antonio Nazaré y de Jiménez Fortes.
Y como remate, una gran alegría. La plaza de toros sevillana, que es la Real Maestranza, se vio colmada de un público juvenil en la novillada del jueves pasado. Una entrada de lujo que nos permite seguir alentando la esperanza en el futuro. Un futuro que, aquí en Sevilla, tiene nombre: Francisco Lama de Góngora. Cuántas cosas buenas tiene el sevillano. Qué manera de torear al natural y que rematados son sus adornos y los pases de pecho. Sevilla lo tiene citado el 2 de agosto para verlo de nuevo. Pero sin prisas, porque todavía es un joven que está aprendiendo el oficio. A pesar de todo, este Lama nos hace soñar ante un futuro que promete que aquí hay torero.
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