CUARTO FESTEJO – FERIA DE CALI 2012
Castaño asustó a Cali
y se fue por la puerta grande
Burladero / Colombia
CALI (Colombia).- Los bogotanos de Juan Bernardo Caicedo, livianos
excepto el primero, disparejos, poco maduros, trajeron raza, quizá mucha, pues
en sus peleas la rudeza y mal genio le ganó a la nobleza. Sin embargo a la
gente le gustaron así pues aplaudieron cuatro arrastres. El temperamento pasa
más que la bobería, no hay duda, estoy de acuerdo. Por otro lado, las
multicolores capas jaboneras, negras y coloradas pregonaron los ancestros vazqueño del encierro y matizaron la
tarde.
Javier Castaño abrió bien con el más toro y quizá el
más bronco. Seis lances enjundiosos antes de que Clovis le infiriese con
la puya un feo tajo en la paleta, y el herido comenzara a blandear y a
defenderse. Halando y halando, tragando y tragando, vinieron las tandas,
punteadas, remolonas, cabeceadas; de a tres en tres. No había oropel, (cómo)
pero había mérito, harto, que desgraciadamente borro la punta del estoque al
asomar por los bajos.
El cuarto, pequeñín pero astifino y agresivo, arremetió a
las cuatro verónicas, cuatro chicuelinas y la revolera todas muy embrocadas y vibrantes. Era el último toro del
leonés en Cali, el del adiós o el del vuelve pronto, y con un rictus de aquí
fue, dos rodillas en tierra, espalda contra tablas, los puntas por el cuello
cuatro veces, tres más, por la faja, y ya de pie, a los medios con un
autoritario pase de pecho. La plaza
estalló. El valor desnudo es irrefutable. La reyerta, eso fue, porque no hubo
melindres, complicidad ni piedad en los encuentros, se prolongó por una y otra
mano hasta que «Estudiante» perdió
empuje y entonces vino el arrimón desafiante, provocador, despectivo. Cuerpo en
la cuna, péndulo con pitones a espalda y pecho, pies atornillados, circulares
obligados p´allá y p´acá, rodillas a tierra, hombro en la
testuz, y una cogida esperada, fea, de aparato, con paliza en tierra. No pasa
nada, vuelve y juega. El estruendo era total pero cuando la estocada tiró sin
puntilla, la batahola subió a volumen demencial. Dos orejas a la hombría, la
torería y la honradez. A eso que gustaba antes.
Pablo Hermoso, maestro, exacto, alegre sobre «Villa«, «Manolete», «Viriato» y «Pirata» renovó fidelidades y arrobos.
Mató contrario y recibió una oreja digna. Todos pensábamos que con su facilidad
única esto no era sino el preámbulo de otro gran triunfo, pero no. Errático en
banderillas (tres al suelo). Espectacular en las cortas a dos manos, e
impreciso con el rejón contrario, trasero y tardo, vio como se iban las orejas,
las voces, las palmas y el triunfo. Increíble. Pablo aquí, desde hace
doce años, no había conocido sino la puerta grande. Pero vuelve pasado mañana.
Guerrita Chico
gustó con el capote, sobre todo con el quinto. Lances templados, embraguetados,
de pata´lante. Incluso en las
primeras dos tandas de muleta levantó pueblo, pero en uno y otro turno cuando
los enemigos pelaron el cobre de la violencia y la desfachatez, él no pudo
establecer gobierno, y el paisanaje se le volteó encrespado. Indeciso pinchó
mal dos veces, dejó una espada honda en uno, y se salió del viaje para media
ineficaz y dos descabellos en el otro.
El triunfo de Castaño seguramente podrá ser
cuestionado por algún gusto señoritero, pues fue un triunfo de hombría, de pelo
en pecho, de torería, de vergüenza. Cierto, asustó a hombres e hizo chillar a
las mujeres, pero a mí me recordó el arrojo de Dámaso González allá por
los setenta. Nostalgias de viejo quizás, pero qué bueno.
FICHA DEL
FESTEJO
Plaza de Cañaveralejo. Quinta de feria. Sol. Más de tres cuartos de
plaza. Seis toros de Juan Bernardo Caicedo, 3º y 6º despuntados,
terciados, de poco cuajo, encastados y ásperos. Aplaudidos: 2º, 3º, 4º y 5º,
pitado el 1º.
Javier Castaño, silencio y dos orejas.
Guerrita Chico, pitos y silencio.
Pablo Hermoso de Mendoza, oreja y palmas de despedida.
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