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Pepe Bienvenida / La suerte suprema

domingo, 9 de junio de 2013

Y cuarta. La de Ibán. Adiós a la biferia del Triunvirato Taurinero Para Acabar con Madrid / José Ramón Márquez


Memoria de Bastonito

"...Se echó el cerrojazo, el lock-out, a la feria del año trece sin que se haya visto una sola faena merecedora de tal nombre, con un atragantón inmundo de juampedritis en la que el toro de lidia encastado y que crea problemas se ha convertido prácticamente en especie en extinción...

José Ramón Márquez

Y por fin hoy el IV Simposium del Arte y la Cultura en Las Ventas, lo que significa que la próxima vez que vayamos a la Plaza, el domingo día 16, si Dios quiere, ésta volverá a ser la Plaza de verdad sin todo ese ruido y aluvión de gente que tanto enfanga. Para entonces la selecta crítica ya se habrá largado con sus mercenarios adjetivos a otras depredaciones, las pestilentes cámaras de la televisión se habrán ido por ahí a filmar los goles de los equipos y todo ese público de feria será historia hasta dentro de un año, los que renueven el abono. Benditos de Dios vayan todos ellos.

Hoy finaliza esta biferia, que ha sido igual de deplorable que todo lo que organiza el triunvirato Choperón Father &Son, Toño Matilla y Simón Casas, y que con la ayuda en el último tranco del cuate del Stetson ha rebajado un peldaño más la dignidad de la Plaza, aunque todo puede ser empeorado y prueba de ello será la Feria 2014, sobre la que desde ahora mismo se ciernen los más negros nubarrones. 

Se echó el cerrojazo, el lock-out, a la feria del año trece sin que se haya visto una sola faena merecedora de tal nombre, con un atragantón inmundo de juampedritis en la que el toro de lidia encastado y que crea problemas se ha convertido prácticamente en especie en extinción. Lo mismo que el lince de Doñana, que le echan por la noche una gallina a un corral para que entre allí a hacerse la ilusión de que caza al ave, lo que más se ha visto en Las Ventas en la biferia han sido torillos de ida y vuelta para que los que se sentaban en los tendidos se hiciesen la ilusión de que eso que veían era el toreo. Nadie puede, no obstante, acusar a la Empresa (Triunvirato Taurinero Para Acabar con Madrid, S.A.) de haber engañado a alguien. Quien se engañó y se ilusionó con la biferia fue porque quiso, porque desde que salieron los carteles ya se sabía que esto iba a ir de mal en peor, porque los toros que deberían estar en Madrid van a morir a Francia y a nosotros nos amansan con tres corridas de toros de verdad y con un tsunami de –itos, -illos, S.L., S.A y demás fórmulas extravagantes en que se guarece el antitaurinismo más militante y eficaz, que es el que pretende echar a la afición de las Plazas a base de engaño, aburrimiento y hastío. 

Hoy se anunciaban en Madrid los toros de Baltasar Ibán, divisa rosa y verde, antigüedad de 15 de agosto de 1957, procedencia Contreras y Los Guateles, y ni eso hizo acudir en masa a la afición, que hoy de nuevo desertó a chorro dejando libre el espacio para que hoy también pudiese ser ocupado por esa marea interracial y multiétnica que se ha apoderado de Las Ventas en la Feria del Arte y la Cultura, que lo único que se han aprendido la mayoría es lo de llevar consigo una bolsa de pipas, aditamento que en nuestros días da más caché de aficionado que portar los 12 volúmenes del Cossío.

De los seis ibanes anunciados se lidiaron sólo cinco porque el segundo, Camarito, número 90, como el Camarito de Arles de hace trece años, como el Camarito que se le fue a Rubén Pinar el año pasado, se partió el pitón por la mitad contra el estribo de Paco María. El Presidente lo echó y eso está muy bien hecho, sea o no reglamentario, porque no debe haber en el ruedo un toro con el pitón partido, que es un espectáculo triste. En su lugar salió.... ¡Tachaaaannnnn!... ¡Un Montecillo!, que vino de perlas para quien quisiese ver in situ la diferencia abismal que hay entre el toro de lidia (Ibán) y el toro charolesizado tan caro a todo el ambiente taurino. 

La corrida de Ibán fue interesantísima, un disfrute para quien mire al toro. El primero, Agradecido, número 47, recibió cuatro caricias de las afiladas puyas, cuatro entradas al caballo donde le dieron lo suyo y dos derribos a base de riñones de un toro de cuarenta y seis arrobas y media. Los demás acudieron al caballo, se emplearon y proclamaron la decencia de sus criadores y de su mayoral simplemente porque fueron toros de lidia, unos de más clase, otros de menos, unos aprendiendo, otros dejándose. Toros de lidia, al fin, pues cuando tantas tardes seguidas hemos visto cómo se comporta en un ruedo la materia artística hecha toro, viene estupendamente poner los términos de comparación frente al público. Ahí salió el asqueroso del montecillo para dejar en evidencia lo que jamás debería llegar a ser un toro de lidia, por si alguien lo quiere aprender.

Si hubiese habido lidias adecuadas, si se hubiese cuidado más al ganado, si alguien se hubiese preocupado de dar relevancia y de lucir al toro ahora estaríamos hablando, sin duda, de otra corrida. Baste decir que la corrida, en general, mereció el aprobado en varas, que el tercero que ostentaba el épico nombre de Bastonito, número 73, se arrancó de largo y con alegría a la llamada de Mario Herrero y que salieron cuatro toros -primero, tercero, cuarto y quinto- de muy notables condiciones que estrellaron su casta en las telas tan mal movidas por sus matadores, que les acabaron contagiando su aburrimiento y su falta de ambición.

Los matadores fueron Diego Urdiales, del que ya ni nos acordamos cuándo fue la última vez que hizo en Madrid algo reseñable, Juan Bautista, que sigue siendo tan Juan y tan Bautista como siempre, y David Mora, que cada vez está más alejado de aquel David Mora de hace un par de años.
Luego, cada uno de ellos tendrá su explicación. Se dirá que a Urdiales se le olvida torear cuando pasa el puerto de Somosierra; que el toro bueno, con el que Bautista la iba a liar era justamente el que le echaron al corral; que Mora siempre viene a cien, pero que hoy no dio el paso adelante por la cosa del peligro sordo. Excusas, porque los toros en sus pocos minutos de vida pública dieron lo que tenían dentro, que era mucho, y enfrente se encontraron a tres tíos que llevan entrenando desde que les salieron las muelas y que no dieron ni media excusa para entregarles dos palmas que no fuesen de tango. Pero aquí lo fácil, lo que siempre se hace, es echar la culpa al toro, que ni sabe hablar y que como está muerto, además, no puede defenderse.

Vaya, pues, con viento fresco esta biferia que Satanás confunda, que queda mucha temporada.
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A la salida de los toros, Jorge Laverón apunta la posibilidad de que se pudiese organizar el día doce de octubre, fiesta de la Hispanidad, una corrida en la que Carlos Escolar Frascuelo le confirmase la alternativa a El Pana. Anotado queda.
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