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...La salida a hombros del espada madrileño fue cuando menos un absoluto aunque legítimo despropósito. Y su pretendido y logrado golpe de autoridad, demasiado feo con la muleta...."
2ª de Las Colombinas en Huelva
Increíble apoteosis triunfal de El Juli en el coso de La Merced
- Si continúo ejerciendo la crítica al borde de los 50 años de ininterrumpida profesión con más de 8000 corridas vistas en todas las plazas del mundo, es porque todavía puedo expresar mis juicios con entera aunque carísima sinceridad y libertad. Así seguiré hasta que la Divina Providencia quiera.
- ¿Qué pintaba Perera en este entierro? Por favor, Miguel Ángel, no vayas a caer atrapado en las redes de El Juli so pena de que tengas que arrepentirte de tan arriesgada compañía y te lleve a rastras por el corriente devenir de su desastrosa campaña apenas..... ¡Vete pronto de su lado¡
Salió a hombros de la plaza onubense que se cubrió en sus tres cuartas partes en tarde-noche fresquita tras cortar cuatro orejas cuatro del mejor lote con mucho – extraordinaria la calidad la del segundo toro del envío albaceteño – de la muy anovillada y escasísimamente armada corrida de Daniel Ruíz – solamente el cuarto y el sexto tuvieron volumen de toro aunque este último tuvo hechuras y hechos, por cierto, de morucho – tras torear maravillosamente con el capote en brillantes recibos y en soberbios quites, especialmente el del quinto, dominar totalmente a sus muy nobles enemigos – muy poco tuvieron que someter aunque sí exprimir – mediante dos larguísimas y muy variadas faenas que expresó con vulgares y espantosas maneras hasta matar de sendos espadazos tan deficientemente colocados como eficaces. Fue, pues, una actuación cuyos resultados hubieran quedado en simples ovaciones de haberlas llevado a cabo en plazas de máxima categoría. En dos de estas, las de Sevilla y Madrid, difícilmente habrían sido aceptadas y, acaso, ni siquiera respetadas. La salida a hombros del espada madrileño fue cuando menos un absoluto aunque legítimo despropósito. Y su pretendido y logrado golpe de autoridad, demasiado feo con la muleta.
Seguro que muchos de mis lectores no terminarán de comprender mis atrevimientos cada vez que escribo como lo estoy haciendo y más al referirme a quien ostenta la primacía del toreo actual aunque, tal y como anda últimamente, el privilegiado lugar ya es más que discutible. Tampoco lo comprenderán en este mundillo en el que todo el mundo sabe quien es quien, sobre todo por los innumerables disgustos y travesías de no pocos desiertos que he padecido y los que me quedan por sufrir… si Dios no lo remedia. Pues bien, una vez más tengo que decir que, si continúo ejerciendo la crítica al borde de los 50 años de ininterrumpida profesión con más de 8000 corridas vistas en todas las plazas del mundo, es porque todavía puedo expresar mis juicios con entera aunque carísima sinceridad y libertad. Así seguiré hasta que la Divina Providencia quiera.
Y dicho esto, vayamos a los detalles gruesos de esta corrida que, pese al gran triunfo conseguido por El Juli, no pasará precisamente a la historia sino, más bien, al más grosero de los sonrojos que hayamos vivido en mucho tiempo. Y es que, empezando por la vergonzosa presentación de mayoría de las reses lidiadas, propia de una becerrada en Las Ventas o de un festival benéfico en las demás y, desde luego, para nada de una plaza de segunda categoría que alberga una capital de provincia, y terminando por la absoluta falta de exigencia del santo público que no cesó de aplaudir y hasta de hacerlo con palmas por bulerías dedicadas a don Julián mientras daba fin a su “importante” segunda faena, digo yo que alguien tendría que denunciar el dispendio.
¿Por culpa de quien? En primer lugar por quienes la eligieron. En segundo, por quien la despachó y el que la compró. Y en tercero, aunque no por ello los más importantes, por las autoridades y veterinarios supuestamente competentes que la aprobaron en el reconocimiento y por los miles de personas que la aceptaron sin el más mínimo reproche.
Así da gusto cometer estas tropelías que, de seguro, casi nadie osará denunciar en la prensa cuasi domesticada que padecemos en su mayoría que poco o nada tiene que ver con lo que debe ser la crítica. ¿O no?
En referencia más concreta al desiderátum julista, ya dejamos escrito que con el capote estuvo sencillamente extraordinario. Sobre todo en el quite por zapopinas especiales que realizó tras el puyazo que tomó el quinto toro de la tarde. Pero me pregunto a la espera de que alguien me responda, ¿cómo es posible y por qué El Juli torea cada vez mejor con el percal y cada vez peor, por su fealdad interpretativa con la muleta? Claro que nadie puede dudar de su enorme capacidad lidiadora. Pero de un tiempo a esta parte, sus modales como muletero son sencillamente espantosos y en muchas ocasiones extremadamente ventajistas hasta con reses como fue el segundo toro, un animal de calidad extrema y larguísima duración, al que debió torear con total relajo y con la naturalidad que demandaba, derecho como una vela y para nada forzado ni crispado como si se hubiera tratado de un animal con muchas dificultades siendo como fue un morito para cantarlo en latín, en griego y en arameo. Vamos, este mismo toro lo cogen los que siguen siendo autores de las mejores faenas de estos dos días de Las Colombinas, Ponce y Talavante, y nos hubieran vuelto locos de placer sin el más mínimo reproche. Casi nadie se dio cuenta que el espadazo con que mató al nobilísimo animalito resultó contrario y tan atravesado que hizo guardia.
¿Y Morante? Pues mal como estratega y por ello sin lograr redondear nada por empeñarse en torear hundido a dos animales de muy escaso resuello aunque nobles. Detalles, atisbos, apuntes de su singular corte los hubo. Lances y muletazos completos, muy pocos aunque muchos fueron jaleados según el guión que define la morantosis que consiente en gritar ole antes de que se rematen las suertes, ayer en su mayoría ensuciadas por feos enganchones. Continúo, pues, con mi teoría sobre los pintores que están más pendientes del cuadro que del modelo. Morante estuvo como hace días en Mont de Marsan aunque en Huelva adorado cual ídolo de oro falso por sus fieles incondicionales y con su autobús clocado delante mismo de la Puerta Grande del coso de la Merced. Autobús que, una vez más, recorre más de media España en medio del ridículo y de las sonrisas de cuantos lo contemplan. En la faena al primer toro, solamente al final pudo dar tres naturales de gran y limpia traza. Y con el bravo aunque blandísimo cuarto, cabe destacar su prolongado y desgraciadamente baldío esfuerzo por sacarle partido, y por como lo mató de pronta y eficaz estocada. Tras liquidar a sus dos enemigos Morante fue muy ovacionado y obligado a saludar desde el tercio.
Lo también inexplicable de esta corrida fue que Miguel Ángel Perera tomara parte en la pantomima. En el extremo opuesto de lo que le ocupa en otras ferias – la mayoría- quien viene siendo el gran triunfador de la temporada. Ayer tuve que taparme los ojos al ver a Perera ante semejantes cucarachas después de haberle visto y admirado rendidamente antes reses como las de Madrid y Pamplona. Su primer oponente careció de fuerza y además tuvo peligro nada sordo sino evidente. Y el que cerró el festival se rajó y huyó de su sombra nada más iniciado el bien intencionado y, desde luego, meritorio trasteo muleteril que, para colmo, terminó mal con la espada ayer fallida. Porque el tercero murió de un horrible metisaca y al sexto lo pinchó más de una vez.
¿Qué pintaba Perera en este entierro?
Por favor, Miguel Ángel, no vayas a caer atrapado en las redes de El Juli so pena de que tengas que arrepentirte de tan arriesgada compañía y te lleve a rastras por el corriente devenir de su desastrosa campaña apenas tapada por sucesos como el de ayer. Deja a su malhadado aire a los dos capitanes de la revuelta fallida… ¡Vete pronto de su lado¡
Del Moral habitualmente muestra disposición contra Julián pero aun exagerando, estimo yo, creo que lleva una buena parte de razón. Lo de el torero de San Blas es rechazable en su actitud conspiradora y su toreo cada vez está más alejado del que practicó en un principio; ahora es repugnante; y de los becerros que torea para qué vamos a hablar.
ResponderEliminarSaludos.
Pepe Colmenar