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Pepe Bienvenida / La suerte suprema

lunes, 20 de marzo de 2017

REFLEXIONES SOBRE EL PROYECTO DE REGLAMENTO TAURINO DE NAVARRA / Domingo Delgado de la Cámara



Se trata de un asunto gravísimo. Por tanto, todos los que amamos la Fiesta de los Toros, debemos unirnos, movilizarnos, presentar las alegaciones oportunas y hacer todo el ruido posible, para que este nefasto borrador de reglamento taurino, solamente sea una pesadilla y nunca sea promulgado. Si nos dormimos en los laureles y no hacemos nada, de nada valdrán nuestros lamentos cuando ya no haya remedio. Debemos para esta locura ya. Hagámoslo.


REFLEXIONES SOBRE EL PROYECTO DE REGLAMENTO TAURINO DE NAVARRA

Domingo Delgado de la Cámara
Abonado de la Plaza de Toros de Pamplona.
Vaya por delante que no me he leído entero el engendro. No he leído lo referido a los espectáculos taurinos populares, no he tenido tiempo. Pero sí he leído lo referido a los festejos formales en el documento que circula por ahí. También he leído el documento oficial de la convocatoria para consulta. Por tanto, nada voy a decir sobre los festejos populares, porque además, hay personas mucho más versadas que yo en la materia. Me voy a ceñir a los festejos formales, y también voy a intentar desvelar las motivaciones que inspiran el proyecto.

1.- ES UNA NORMA INCONVENIENTE

Es una norma inconveniente que ningún sector, ni de aficionados, ni profesional, ha solicitado. El actual Reglamento Taurino navarro únicamente tiene seis años de vigencia y está funcionando de forma razonable y satisfactoria.

2.- OBJETIVOS REALES DE LA NORMA

La exposición de motivos está llena de contradicciones y omisiones, en un totum revolutum difícil de digerir. La conclusión final a la que se llega, es que existe un enorme afán por parte de quien ha elaborado el borrador, de quitar cualquier responsabilidad y obligación a policías y funcionarios (eso sí, conservando un buen burladero de callejón para ver divinamente la Feria del Toro de Pamplona). Con el pretexto de liberalizar el sector, entregan todo el poder al empresario taurino, dejando al descubierto la integridad del espectáculo y los derechos de los espectadores. La norma supone una total dejación de funciones por parte de la administración y una irresponsabilidad absoluta. Y la administración está para proteger a los ciudadanos, que para eso viven los funcionarios de los impuestos cobrados a los ciudadanos.

Si llegara a entrar en vigor este proyecto de reglamento, supondría una quiebra absoluta en la estructura secular de la Fiesta de los Toros, que se separaría fatídicamente de la Tauromaquia tradicional, metiéndose en un camino de falsificación y decadencia, que la llevaría a desaparecer el toreo en Navarra en un corto plazo de tiempo. Todavía no han dicho nada, pero es muy posible que los partidos independentistas estén a favor del proyecto. Porque este proyecto supone separarse de la Tauromaquia convencional que se lleva a efecto en toda España. Es otra forma de cortar lazos con lo español y la manera de acabar pronto con un símbolo que les horripila, precisamente por español.

En un texto que se define como liberalizador del sector, sorprende la limitación de puyazos y banderillas. También se limita el conjunto de la lidia a veinte minutos. Aquí se observa claramente que esta norma, sin atreverse a atacar frontalmente, también sirve a los intereses de los antitaurinos, como un paso intermedio hacia la lidia sin sangre ni muerte. Por supuesto, el caos que provocaría la entrada en vigor de esta norma, también conviene a los antitaurinos por motivos obvios.

Resumiendo, aunque a algún empresario aprovechado, a algún arribista y a algún ingenuo, les pueda parecer bien, este texto supone un ataque gravísimo a la Fiesta de los Toros. Y hay que evitar a toda costa que pueda salir adelante.

3.- UN PLANTEAMIENTO EQUIVOCADO.

El planteamiento de fondo de este proyecto de reglamento, es que la administración pública no debe meterse en materias que deben dejarse en manos de la ciudadanía. Este argumento sería aceptable si la norma entregara el poder y la capacidad de regular el espectáculo a los aficionados, como consumidores que son del mismo. Pero no es así, el poder se le otorga al empresario, que se vuelve juez y parte, en detrimento de los derechos de los espectadores, que quedan indefensos. Todas las referencias que hay en el texto a la salvaguarda de los derechos de los espectadores, son palabrería hueca, porque no se les otorga ningún poder, ni modo de intervenir.

Por tanto, la norma es un disparate jurídico, totalmente contrario al espíritu que inspira a todas las demás leyes estatales y autonómicas, que tiene como objetivo principal la defensa de los derechos de los ciudadanos. Solamente hay que revisar todas las leyes de defensa del consumidor para confirmar lo que digo. Y el espectador taurino, es un ciudadano, que además ha pagado una entrada y está consumiendo un espectáculo. Y él debe ser el principal protegido por parte de las leyes y reglamentos.

Por supuesto, si se pide la opinión a los aficionados (que son los consumidores del espectáculo taurino), todos estarán en contra de una norma que legaliza el fraude y prostituye la lidia. Una norma contraria a la esencia de la Fiesta de los Toros. Si dejarán a los aficionados, harían un reglamento muchísimo más fiscalizador que el actual para con los profesionales del toreo, casi siempre partidarios del fraude y la devaluación de la lidia.

Por tanto, un reglamento taurino debe tener como objetivo principal la defensa de los derechos del público, lo que es lo mismo, la defensa de la integridad del toro y su lidia. Y este nefasto proyecto de reglamento persigue lo contrario, la indefensión del público y la legalización del fraude. La libertad del empresario nunca puede ir en contra de los derechos del consumidor y del ciudadano.

4.- DEFENSA DE LA LITURGIA.

El redactor del proyecto de reglamento dice que hasta ahora, los reglamentos anteriores regulan con mucha precisión todo lo referido a la liturgia de la Fiesta, y que esto no debe ser así porque con esto no se consiguen los objetivos que persigue el reglamento. La contradicción es clamorosa, porque si efectivamente se quieren salvaguardar los derechos de los espectadores, la única forma de hacerlo es regulando minuciosamente el desarrollo de la lidia.

Por otra parte, la Fiesta de los Toros tiene unas características propias que no tienen nada que ver con la reglamentación de cualquier deporte o espectáculo. El toro mata. Y por tanto los que se ponen delante de él, intentarán por todos los medios menguar el peligro y poder del toro. Desde los toreros siempre se intentará imponer el toro menos peligroso y de defensas menos agudas (esto es así, y negarlo es un ejercicio de hipocresía al que me niego). Y el empresario muchas veces es rehén de las figuras del toreo, a las que tiene que complacer si quieren que toreen en su plaza. Por tanto, con esta regulación, al final quienes tendrán el poder serán las figuras, que impondrán toros totalmente impresentables y de astas indecorosas. Y toda esta presión de los profesionales del toreo, irá en contra de las aspiraciones de los aficionados, que quieren un toro íntegro y en todo su poder, para que la Fiesta sea verdadera. Es por ello que la Autoridad debe proteger al público y velar por sus intereses. Quizás el impulsor del proyecto no lo sabe, pero este proyecto de reglamento supone la total subversión de los valores de la Fiesta de los toros (o a lo mejor sí lo sabe, y precisamente por eso lo hace, para acabar con la Fiesta).

Me ha llamado la atención de que en lugar de hablar de tercios de la lidia, en el proyecto se habla de fases de la lidia. Ya solamente con la terminología se detecta la ignorancia de legislador en materia taurina. Ahora vamos a comentar todos los aspectos desastrosos de este engendro de reglamento.

4.1.- La legalización del afeitado.

Si se anuncia en el cartel, se puede afeitar legalmente… más de uno comentará que con esta medida lo único que se hace es legalizar una situación de facto que se da en la mayoría de las plazas de toros de España. Efectivamente, se despuntan muchísimas astas. Pero una cosa es quitar sólo unos milímetros y luego afilar para que no se note, que poder afeitar a destajo y dejar al toro como si fuese de rejones, que eso es lo que sucederá en cuanto sea legal. La caída en la verdad del espectáculo sería brutal. Además, lo que hay que exigir a las autoridades es que persigan el fraude, y no que transijan con él. No es de recibo que las autoridades públicas legalicen el afeitado solamente para quitarse de encima un problema, que eso es lo que en realidad quieren. Además, el precedente con respecto al resto de España, sería gravísimo.

4.2.- No hay presidencia.

No se hace ninguna referencia a la presidencia en el bodrio este. Así que no tienen porqué ponerla… El empresario puede nombrar a un amiguete para que regale las orejas como en una rifa, aunque no las pida el público. También puede decir a su amiguete que no devuelva un toro por inválido que esté. Es decir, se elimina el presidente, que es el auténtico garante de los derechos de los espectadores. La ausencia del presidente supone el desorden más absoluto y la indefensión del espectador.

4.3.- No hay sorteo.

Y como no hay sorteo, el espada más poderoso del cartel elegirá para él los dos toros más bonitos y dejará para el nuevo los dos más feos, al que obligará también a abrir el festejo. Este reglamento supone la regresión más absoluta y la imposición del poder del más fuerte.

4.4.- No hay cuadrillas.

El empresario puede contratar a los picadores y banderilleros que desee, o no contratar a ninguno. Y aquí vemos otra contradicción del engendro. Porque el redactor del engendro, que quiere ser tan respetuoso con la legalidad vigente, no sólo ignora los derechos de los consumidores… también ignora los derechos de los trabajadores (picadores y banderilleros), destruyendo arbitrariamente su puesto de trabajo.

4.5.- La lidia de 20 minutos.

Desde la salida del toril, hasta la muerte del toro, la lidia debe durar veinte minutos. Esto es un disparate, porque cuando el toro es manso y difícil, el primer tercio dura mucho y entonces no habrá tiempo para la faena de muleta. Con este precepto, muchos toros volverán vivos al corral (quizás sea esto lo que de verdad quiera el redactor del engendro).

4.6.- Tres varas y seis banderillas como máximo.

En este punto, el presunto liberalizador del espectáculo, se muestra exacto y puntilloso. ¿Y si el toro tiene poder y es muy duro? Pues la buena lidia aconsejará darle un cuarto puyazo. ¿Y si el público enfervorizado pide al espada un cuarto par de banderillas de tan bien como banderillea? Pues el torero querrá complacer al público. Estas dos limitaciones, en un mar de omisiones, no son más que una concesión a los antitaurinos, concesión contraria a la buena lidia.

Como este proyecto de reglamento no son más que ocurrencias sin ninguna reflexión, al “legislador” se la ha escapado un detalle muy importante… como no está regulada la dimensión de la puya ni de los arpones de las banderillas, los toreros impondrán las más dañinas y las más sangrientas. Con ello, efectivamente, se despachará al toro con un puyazo y un par de banderillas, pero el castigo del toro será brutal, para pasmo y disgusto de los amigos antitaurinos del “legislador”. Y los toreros estarán encantados, con toros afeitados para rejones y puyas a la mejicana. Jamás soñó la torería con reglamento tan propicio a sus intereses.

No se ha atrevido el legislador a desvariar sobre las estocadas, descabellos y avisos, pero viendo sus intenciones y sabiduría, vaya usted a saber lo que tiene pensado al respecto.

4.7. No hay trofeos oficiales.

No hay trofeos oficiales, y como no los hay, pueden premiar al torero con cualquier cosa del gusto del empresario. Lamentable.

5.- CONCLUSIÓN FINAL

Con todo lo expuesto, queda claro el peligro que supone este reglamento. Advertidos quedan. Sí que es cierto que la Fiesta de los Toros se haya demasiado intervenida y regulada. Pero está demasiado intervenida y regulada en materia fiscal y de papeleo. Y en esta materia sí que sería necesaria una flexibilización y desregulación, sin embargo nada se dice al respecto en el engendro… Pero lo que no puede tocarse es la integridad del toro y el desarrollo de la lidia, y ambas cosas son las que se carga este nefasto proyecto sin padre conocido que circula por la red. Y en estas materias no debe hacerse ninguna concesión. Muy cerca tenemos el ejemplo francés, donde la integridad del toro y la buena lidia son tomadas muy en serio.

Por otro lado, y tal como se hace en Francia, es preciso dar protagonismo al aficionado y dejarle que decida en el desarrollo de la Fiesta que paga. Pero mientras no se lleva a cabo esta reforma, es necesario que sus intereses sean tutelados por el presidente y los veterinarios, es decir por la Autoridad, es decir por la Administración Pública. Lo que no es de recibo, es lo que nos propone este engendro de reglamento, donde la Administración se inhibe, al aficionado se le margina y ningunea, y se entrega el espectáculo, atado de pies y manos, a los negociantes del toreo. Se trata de un disparate no sólo desde el punto de vista taurino, sino también desde el punto de vista jurídico, como ha quedado demostrado.

Sería deseable convencer a las autonomías para que acepten un único y buen reglamento nacional. Sé que ahora mismo, esto es poco menos que imposible. Pero al menos, hay que conseguir que los reglamentos autonómicos sean idénticos en lo esencial (más o menos como ha venido siendo hasta ahora), luchen contra el fraude y promuevan la integridad del toro y su lidia, es decir, el interés del público. Con respecto a Navarra, ahora mismo no es necesario cambiar el reglamento actual, que no es perfecto, pero es más que aceptable.

Se trata de un asunto gravísimo. Por tanto, todos los que amamos la Fiesta de los Toros, debemos unirnos, movilizarnos, presentar las alegaciones oportunas y hacer todo el ruido posible, para que este nefasto borrador de reglamento taurino, solamente sea una pesadilla y nunca sea promulgado. Si nos dormimos en los laureles y no hacemos nada, de nada valdrán nuestros lamentos cuando ya no haya remedio. Debemos para esta locura ya. Hagámoslo.


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