El antitaurinismo está adoptando nuevas y cada día más sofisticadas técnicas para erradicar la Fiesta de determinados coliseos.
Zaragoza y El Puerto en litigio
Paco MoraAplausoS
Era de esperar. El concurso de adjudicación de la plaza del Puerto de Santa María ha resultado desierto por falta de licitantes. Cosa perfectamente natural dadas las condiciones leoninas, casi prohibitivas del pliego. Y el de Zaragoza ha sido suspendido por orden judicial, ya que la fórmula empleada para el trámite no se ajustaba a las más elementales normas a que deben atenerse este tipo de concursos, como hizo constar ANOET en el momento de denunciarlo.
Tanto en uno como en otro caso los pliegos parecían confeccionados con el fin de hacer de esas dos plazas sendos lunares negativos en la geografía taurina española. El antitaurinismo está adoptando nuevas y cada día más sofisticadas técnicas para erradicar la Fiesta de determinados coliseos. Si se sale o no con la suya, dependerá en gran medida de que las entidades existentes para la defensa de la Fiesta de los toros no bajen la guardia, y la legalidad vigente, interpretada por la judicatura, se muestre dispuesta a respaldar el derecho de los españoles a disfrutar de un espectáculo absolutamente legal y enraizado en la entraña del pueblo.
Es lamentable que dos plazas tan toreras como la de El Puerto, de la que dijo Gallito que quien no había asistido a una corrida en ella no sabía lo que era una tarde de toros, y otra, como la de Pignatelli en Zaragoza, que desde los inicios del toreo como espectáculo ha sido el cierre de oro de las temporadas taurinas españolas, se vean envueltas en tales tramites a causa de la malquerencia o avaricia de quienes ejercen la propiedad sobre ellas.
En lo que afecta a La plaza de Zaragoza es doblemente lamentable porque Simón Casas había conseguido, confeccionando buenos carteles y cuidando hasta el último detalle de su programación, ponerla en el camino de la más decidida recuperación como una de las plazas más emblemáticas del toreo en España.
Quizás los aficionados, que además de pasar por taquilla también lo hacemos por las urnas en las citas electorales, deberíamos comenzar a tomarnos muy en serio no emitir nuestro voto para encumbrar en el podio de la política a quienes están decididos a vulnerar nuestros derechos como tales aficionados, que es menospreciarnos también como españoles.
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