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Pepe Bienvenida / La suerte suprema

sábado, 17 de marzo de 2018

6ª de Fallas. ¡¡ Qué bien le sienta Valencia a Roca Rey !! / por J.A. del Moral



Valencia. Plaza de la calle Xátiva. 
Viernes, 16 de marzo de 2018. Sexta de Feria. Lleno de «No hay billetes». 
Toros de Núñez del Cuvillo, incluido el sobrero que hizo sexto, con movilidad y casta; muy manejables, justos de fuerza salvo el extraordinario tercero una vez devuelto el titular por inválido y correrse turno. A la formidable bondad y durabilidad del lidiado en tercer lugar, le siguieron los también bueno aunque no tanto, segundo y cuarto. 

Sebastián Castella (celeste y oro): Pinchazo y estocada trasera, silencio. Ovación tras insuficiente petición de oreja. 
José María Manzanares (grana y oro): Estocada, oreja. Pinchazo y estocada, aviso y ovación.
Andrés Roca Rey (verde manzana y oro): Estocada desprendida, dos orejas. Pinchazo y estocada, silencio. Salió a hombros por la puerta grande.


 ¡¡ Qué bien le sienta Valencia a Roca Rey !!

Ni pintiparado para lo que siempre fue el coso de la calle Xátiva. Y sobre todo, para el público que suele abarcarlo hasta agotar las entradas cada vez que torea un diestro tan radicalmente efectista y hasta diría que netamente fallero como lo es Andrés Roca Rey que ayer unió mascletás y castillos de fuegos artificiales en su formidable e interminable gran faena al llamado “Rosito” que, de no haberse devuelto el inválido tercero, se habría lidiado en último lugar. No quiero ni imaginar la que se habría formado en la plaza de haber sucedido lo que sucedió en el último capítulo de la tarde. Pero bueno, el caso fue que se adelantó la apoteosis del diestro limeño al mismo centro del festejo con lo que la gente bulló a tope por primera vez en esta feria que, otra vez, llevará su nombre escrito con letras de fuego y de truenos.


La explosión comenzó con un variado ramillete de verónicas en el saludo y, de ahí en adelante, con una interminable sucesión de sorprendentes hallazgos tanto con el capote – electrizante el quite por saltilleras – como con la muleta marca de la casa que envolvieron de principio a fin el brillante trasteo con fases de toreo digamos clásico, esta vez interpretado con suficiente donosura aunque fue con las muchas sorpresas en forma de toreo cambiado, ora de rodillas, ora en pie, que fueron recibidas con asombro mascletero. Uno de estos hallazgos aconteció con dos cambios seguidos de rodillas enlazados con un inacabable natural.


A Roca Rey le funciona la cabeza con idénticas revoluciones con las que imprime sus mejores obras y ayer aconteció una de ellas, quizá la de mayor calado de cuantas le hemos visto en España y en Francia. Un monumental aquí estoy yo que marcará del devenir de las Fallas de este 2018 que, por lo que llevamos de temporada, también llevará su nombre además del eternamente incombustible y maestro de maestros Enrique Ponce. La Fiesta, está por tanto, de muy feliz enhorabuena.


Y los demás, pues oigan, tendrán que atarse los machos porque la guerra va a ser dura y larga. A la zaragata fallera de Roca Rey le hubiera hecho falta una respuesta más determinante de las acontecidas con el francés Sebastián Castella y con el joven maestro José María Manzanares. El de las Galias, anda últimamente en plan productivista sin alma y por eso no transmite emoción alguna. Sabe torear, quien lo duda, pero no se siente y no hace sentirlo al público. Sí. Estuvo bien sin trascender de lo meramente formal. Una especie de frialdad que de ninguna manera consigue calentar al personal.


Y José María Manzanares? Pues que, por el momento, no anda en sus mejores momentos. Quizá sea por el muy largo periodo de convalecencia de sus muchísimos percances que, sin embargo, salva aunque esta vez por ahora sin la debida rotundidad de sus inolvidables tardes de mayor gloria. Claro que, sea y esté como fuere, lo que no pierde nunca Josemari es el empaque imperial de sus formas porque eso lo lleva tan dentro y le es tan propio que le bastan unos cuantos lances o unos cuantos muletazos para que se nos pongan las carnes de gallina. Cual aconteció ayer tarde en varios pasajes de su faena al segundo toro y no tanto en el quinto con el que, técnicamente, anduvo muy por encima de su feble condición.


¿Y con su infalible espada? Pues que se perfiló demasiado lejos y que sus estocadas fueron cañonazos, en absoluto esos volapiés de perfectísima ejecución, no digamos cuando ataca en la suerte de recibir que ha practicado con más frecuencia que nadie y que le han convertido en uno de los matadores más grandes de la historia. Tenemos prisa con verte totalmente recuperado, José María.


La triunfal tarde de Roca Rey no pudo cerrarse con la misma brillantez del tercer toro porque el sobrero que finalmente hizo de sexto, no se tuvo en pie desde que salió al ruedo. Debió ser devuelto a los corrales, señor Presidente. ¿O no?

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