Juan Manuel Mansilla García
Colmenar Viejo, julio de 2018
Mi querido Pablo Gómez, presidente de esta Asociación Taurina Cultural 'Tierra de Toros', de la que me honra ser uno de sus miembros fundadores, ha tenido la amabilidad de invitarme a escribir en este libro anual, ya un clásico, para recordar a mi abuelo materno, Manuel García Ibáñez, principalmente en la faceta le apasionaba, la de ganadero de reses bravas..., o, como rezaba en sus tarjetas de visita, de 'criador de toros de lidia'. Sospecho que salpicaré el relato abordando a otros aspectos suyos que considero que también merecen ser tratado
Con permiso... Manolo "Retamo"... El empleo de este apodo se convirtió tal vez en el medio más eficaz y frecuente de identificarle más allá de su ambiente cercano. A propósito, gracias a la información facilitada por mi pariente Miguel Angel García Blázquez, sabemos que este apodo provenía del apellido de su antepasada Francisca Retamo, colmenareña de finales del siglo XVI. Siendo así, podemos decir que sus raíces familiares penetran en los orígenes, por lo menos en los documentados, del pueblo de Colmenar Viejo.
Desde siempre, nosotros, sus nietos, le llamamos Manolo. Así, sin más. Pudiera ser que la circunstancia de contar con sólo cuarenta y seis años cuando nació su primer nieto (este servidor de ustedes), le empujase a hacernos suprimir el término 'abuelo' cuando nos referíamos a él...; bueno, eso, o simplemente que deseara ser uno más de nosotros. Y a fe que lo consiguió desde el primer momento y, por nuestra parte, desde el respeto que nunca dejamos de mostrarle.
En su juventud, Manolo pretendió ser torero. Horrorosa noticia para sus padres...; había que evitarlo a toda costa.
El plan para disuadirle que tramó su padre, el abuelo Manolo (otro Manolo), obtuvo el resultado perseguido, aunque con el inevitable, pero necesario, precio de soportar zonas corporales doloridas. Su padre, amigo de muchos de los ganaderos de bravo que en la época -comienzos de los años treinta- proliferaban en Colmenar, no sólo no le impedía asistir a las capeas o a lo tentaderos, sino que fomentaba su intervención, incluso siendo el primero en avisarle de la fecha en que hubiera tienta en alguna ganadería. Previamente, su padre y el ganadero habían procedido a la elección de la res a la que Manolo se enfrentaría, cuidando con sumo 'cariño' de escoger una vaca resabiada, cuanto más toreada y orientada, mejor.
Se pudo librar de algunas, pero, aaamigo, una aciaga mañana se le cruzó en el camino una berrendita con guasa y le propinó tal paliza que, según él mismo contaba, le desnudó. Le quitaron la vaca como pudieron y de allí le sacaron en volandas, aturdido y sin explicarse el modo de haberse quedado en cueros. Al mismo tiempo, también se desnudó de sus intenciones de ser figura del toreo. Sus padres respiraron tranquilos.
El plan para disuadirle que tramó su padre, el abuelo Manolo (otro Manolo), obtuvo el resultado perseguido, aunque con el inevitable, pero necesario, precio de soportar zonas corporales doloridas. Su padre, amigo de muchos de los ganaderos de bravo que en la época -comienzos de los años treinta- proliferaban en Colmenar, no sólo no le impedía asistir a las capeas o a lo tentaderos, sino que fomentaba su intervención, incluso siendo el primero en avisarle de la fecha en que hubiera tienta en alguna ganadería. Previamente, su padre y el ganadero habían procedido a la elección de la res a la que Manolo se enfrentaría, cuidando con sumo 'cariño' de escoger una vaca resabiada, cuanto más toreada y orientada, mejor.
Se pudo librar de algunas, pero, aaamigo, una aciaga mañana se le cruzó en el camino una berrendita con guasa y le propinó tal paliza que, según él mismo contaba, le desnudó. Le quitaron la vaca como pudieron y de allí le sacaron en volandas, aturdido y sin explicarse el modo de haberse quedado en cueros. Al mismo tiempo, también se desnudó de sus intenciones de ser figura del toreo. Sus padres respiraron tranquilos.
Hablar de su afición a los toros equivale a hablar de pasión; pasión por ellos y por lo que les rodea. De manera que no es de extrañar que, tras el fallido intento de ser torero, por su cabeza bulliese con insistencia la idea de dar rienda suelta a esa pasión, merced a la crianza en algún momento de ganado bravo. "-Ese momento, con la ayuda de Dios, llegará", pensaba... Durante el camino de bastantes años en pos de esa ilusión, solía acudir, siempre al lado de su mujer, la abuela Antonia, a las ferias más importantes de España en las que presenció numerosas corridas, y además, conoció y se ganó la amistad de un buen puñado de toreros, ganaderos, apoderados y otras gentes del toro.
De las preferencias ganaderas de Manolo sobresalía la del encaste Albaserrada, que en su día poseyó José Bueno. "-A los toros que venían de él, los tenía echado el ojo; bravos y con el morro por el suelo", decía. Este rico tratante de cerdos, compró la ganadería del Marqués de Albaserrada a la viuda de éste en el año 1921. Anteriormente, el Marqués la había formado con reses procedencia Saltillo adquiridas a su hermano, el Conde de Santa Coloma, en el año 1912. A la muerte de José Bueno, en 1928, la mayor parte de la ganadería pasa a manos de su viuda, Juliana Calvo, heredando al parecer la otra porción más pequeña su sobrino Bernardo Escudero Bueno, quien casualmente le había acompañado en 1921 a Sevilla para conocer la ganadería del Marqués que compraría unos días más tarde. En 1930, Juliana Calvo añade noventa y dos vacas adquiridas al Conde de Santa Coloma. Al fallecimiento en 1941 de esta señora, heredaron la ganadería los sobrinos Antonio, Josefa, Florentina y Andrea Escudero Calvo. La parte correspondiente a esta última le fue vendida en 1949 a Pablo Martínez Elizondo, 'Chopera', abuelo de los empresarios actuales Oscar y Pablo 'Chopera'. Los lotes de los otros tres hermanos fueron adquiridos en 1961 por Victorino, Venancio y Adolfo Martín Andrés.
Ignoro si con tanto dato he ralentizado el ritmo que me gustaría imprimir en la escritura y lo lamentaría si así fuere; y en mi descargo, disculpándome, invocaría que su contenido histórico podría ofrecer interés. Bien... Ahora saltamos hasta el año 1958. La casa familiar se encontraba en la calle de Pedro López, en el número cuarenta de entonces.
Allí vivían Manolo y la abuela Antonia, su hija María Antonia (mi madre) y la abuela Tomasa, la madre de Manolo. En la entrada se hallaba el despacho de pan y en la parte de atrás de la casa, con acceso desde la calle Sombrereros, el cocedero del pan y la vaquería y cuadras.
Allí vivían Manolo y la abuela Antonia, su hija María Antonia (mi madre) y la abuela Tomasa, la madre de Manolo. En la entrada se hallaba el despacho de pan y en la parte de atrás de la casa, con acceso desde la calle Sombrereros, el cocedero del pan y la vaquería y cuadras.
En medio de todo ello, un precioso patio, repleto de tiestos con flores y plantas y una fuente con forma de pato en el centro, en el que más tarde jugaríamos muy a menudo mis hermanos, Alfonso, Miguel Angel y José Antonio, y yo con nuestros amigos, especialmente a los toros.
Esa casa rezumaba luz y alegría. Era especial; parecía que emitiera ondas capaces de inocular el espíritu de la vitalidad. Veamos... Entre las actividades laborales que acogía y entre la forma de vida adoptada en aquellos tiempos y que se desarrollaba con toda naturalidad en un pueblo como Colmenar, donde las puertas de las casas se encontraban permanentemente abiertas y los amigos y vecinos podían introducirse en los hogares ajenos sin apenas pedir permiso, tan sólo comunicando su llegada (un paréntesis: de esa llegada solía advertir el tintineo de alguna campanillita con la que la puerta tropezaba al empujarla, o también, en el caso de acceder a cualquier tienda o comercio del pueblo, como así sucedía en la panadería de mis abuelos, con el extinguido y por ello añorado dicho, elevando algo la voz dentro ya del establecimiento, de... "a despachaaar!"...); decíamos, pues, que entre las actividades que acogía y entre el modo de vida de entonces, esa casa disfrutaba a diario de un continuo trasiego de gente, que la dotaba de un ambiente singular, ajetreado pero entrañable. Si a esto le sumamos que la hospitalidad de mis abuelos y su, permítaseme decirlo, generoso sentido de la amistad, impulsaban frecuentes convocatorias de familia y amigos para compartir mesa y mantel, o para, simplemente, emprender amenas y prolongadas tertulias, como, por ejemplo, las que se mantenían tomando el fresco en las noches tranquilas y apacibles de verano, el resultado de la suma desvela que en esa casa se respiraban honda y sencillamente aires de vida.
Múltiples acontecimientos merecedores de ser contados tuvieron lugar en ella. Sin embargo, para no abusar de la paciencia del lector, me limitaré a exponer el que opino que causó mayor impacto... La amistad de Manolo con el gran Luis Miguel Dominguín venía de atrás, aunque tal vez no tanto como su admiración por esta figura de época. Una muestra; marchaban en e coche mis abuelos con mi madre, niña aún, camino de Valladolid para presenciar una corrida en la que intervenía él, cuando, qué casualidad, el vehículo en el que viajaba les adelanta. Luis Miguel los reconoce y unos metros delante se detiene su coche en una cuneta de la carretera. Manolo hace lo mismo; todos salen de los coches y Luis Miguel sorprendentemente comienza a torear de salón allí mismo, en la cuneta, para anticiparle a mi madre, niña, retazos de alguna de las faenas que esa misma tarde contemplaría; .genial!... A lo que vamos; tengo entendido que la única ocasión en la que Luis Miguel toreó en Colmenar fue en la Feria de Nuestra Señora de los Remedios del año 1949 y había aceptado la invitación de mis abuelos para que se vistiera de luces en la casa de ellos aquella tarde de agosto. Por cierto, ya en la casa, se detuvo ante una fotografía de la que recordaba su toma, en la que aparecían Manolo, él y su peón de confianza Alfredo David Puchades. Manolo le reveló entonces que la había bautizado con el nombre de "los tres unos"; a saber, el número uno de los toreros, el número uno de los peones y el número uno de los aficionados..., .anda, ahí queda eso!.
Luis Miguel triunfó clamorosamente aquella tarde y, claro, le sacaron a hombros por la puerta grande de la Plaza de La Corredera. Hasta aquí nada fuera de lo común en exceso: un diestro que ha brillado y sale por la puerta grande; muy bien...
En cambio, lo verdaderamente extraordinario ocurrió cuando el transporte sobre los hombros de los sufridos 'capitalistas', se prolongó ininterrumpidamente hasta la misma puerta de la casa de la calle Pedro López, rodeado a cada paso de una muchedumbre enfervorecida que le vitoreaba. Existe una instantánea, tomada desde la misma calle Pedro López, que refleja la inmensa cantidad de personas que le acompañaron, festejando su gloriosa actuación a lo largo del dilatado paseo. La explosión de entusiasmo debió ser de órdago como para que tantísima gente siguiera la salida a hombros durante ese extenso trayecto. .Vamos, que todo el pueblo atravesó todo el pueblo!.
Volvamos a 1958. Desde esa casa partieron en coche mis abuelos, mi madre y el entonces todavía novio de ella, Alfonso, mi padre, con destino a Salamanca. Se había citado en esa ciudad monumental con Pablo Martínez Elizondo, 'Chopera', para ultimar la compra de la ganadería de éste, la cual se anunciaba en los carteles con el nombre de 'La Cañada'; recordemos que se trataba de la punta que le correspondió a Andrea Escudero Calvo. Mientras mis padres y la abuela Antonia daban una vuelta por la ciudad, Manolo cerró el trato con 'Chopera' y dispuso lo pertinente para el traslado de las reses a Colmenar. El momento que ansiaba por fin había llegado, gracias a Dios.
Tanto lo ansiaba, pero tan seguro estaba de que llegaría ese momento, que la placita de tientas, los corrales y el embarcadero, los tenía construidos desde hacía una temporadita en Las Careadas, finca en término municipal de Soto del Real, en aquellas fechas aún llamado Chozas de la Sierra. Como colaboradores para las faenas del ganado contaba con Aquilino Avila, 'el tío Pitita', y con el yerno de éste, Mariano Matellano, 'Goloso', ambos enormemente queridos y recordados en nuestra familia; hablamos de unos profesionales impecables y con una calidad humana insuperable. Manolo disponía además de lo que me divierte denominar 'consultores' o, incluso, 'compañeros de batalla'.
Me refiero a su cuñado, pero amigo del alma, Juan Torres, para nosotros el tío Juanito, y a Pedro Bermejo, 'Perico, el Zapatero', otro amigo impagable. Con ellos compartía sus temores y sus alegrías y ellos sentían como propios los éxitos y los fracasos que proporcionaba el ganado. Tanto tiempo pasaban juntos que conocían al dedillo los entresijos de la ganadería. Su primo Tomás Ariza fue otro de los que se involucró activamente en el proyecto, visitando a los toros en el campo y presenciando la mayor parte de los espectáculos cerca de Manolo.
Me refiero a su cuñado, pero amigo del alma, Juan Torres, para nosotros el tío Juanito, y a Pedro Bermejo, 'Perico, el Zapatero', otro amigo impagable. Con ellos compartía sus temores y sus alegrías y ellos sentían como propios los éxitos y los fracasos que proporcionaba el ganado. Tanto tiempo pasaban juntos que conocían al dedillo los entresijos de la ganadería. Su primo Tomás Ariza fue otro de los que se involucró activamente en el proyecto, visitando a los toros en el campo y presenciando la mayor parte de los espectáculos cerca de Manolo.
A los festejos en los que Manolo lidiaba, 'Goloso' asistía como mayoral con un impoluto traje corto que su mujer, Ignacia, le tenía preparado cuidadosamente. Recién encajonados los toros en las jaulas que contenía el camión de turno, 'Goloso' se subía en él junto a su conductor y marchaba rumbo al punto de destino, con el fin de encargarse de que a los animales no les faltara agua o comida a lo largo del viaje y de cuidarlos durante su permanencia en los corrales de la plaza donde se torearían.
Manolo emprendía el viaje en su coche y con él íbamos la familia y algunos amigos... No; no me refiero a todos juntos metidos en su coche..., aunque a los jóvenes de hoy les alucinaría, por una parte, la increíble capacidad de aquellos Seat 1500 de antes para albergar a tanta gente en su interior y, por otra, la indulgencia de los Guardias de Tráfico de esos tiempos.
Conservo imágenes, algo difusas en mi mente, de la primera vez que me llevaron de viaje para asistir a una corrida de, en este caso, novillos, de Manolo. Se celebró en Colliure. Sí, el pueblo francés,cercano a la frontera española, donde murió y está enterrado el inmenso poeta sevillano Antonio Machado. Junto con Manolo y la abuela Antonia, vinieron el tío Juanito y su mujer, la tía Consuelo, esta vez sí en un mismo coche; éramos pocos. Paramos en Barcelona y nos bañamos en la playa; bueno, a mí me bañarían. Debía de tener cuatro ó cinco años, pero sí recuerdo aquéllo, sí recuerdo el mar y no recuerdo haberlo visto antes.
En Francia tuvieron mucha aceptación los toros de Manolo. El encaste 'Albaserrada' era y sigue siendo muy del gusto de aquella magnífica afición. Ya se sabe que además en esas tierras suelen volver a contratar al torero o al ganadero quehaya triunfado, de manera que hubo suerte, se dio bien y los toros de Manolo debutaron y repitieron en diversas localidades del sur galo, como, por ejemplo, en la mencionada Coillure, en Saint Vicent de Tyrosse o en Ceret.
Una demostración de la preponderancia que conceden en el país vecino al toro, proyectada en los ganaderos por cuanto le crían, la saboreé en Ceret, con motivo de la lidia de una de las novilladas de Manolo... Con la banda reglamentaria de los colores de la bandera francesa cruzándole el pecho, su muy ilustre Alcalde, junto con parte de su concejo, recibió protocolaria y ceremoniosamente a Manolo, como señor ganadero, y a quienes le acompañábamos; nos agasajaron con un suculento almuerzo y nos invitaron a la novillada. No exageraría al afirmar que el tratamiento dispensado se revistió del carácter de acto oficial, particularmente en la recepción de inicio. Impresionante. Manolo comenzó lidiando novilladas en la antigua Plaza de Vista Alegre de Madrid, la popular 'Chata', con excelentes resultados en tiempos de apogeo de novilleros. En una de ellas actuó con éxito Santiago Martín, 'El Viti'. Continuó en otros lugares de España y, como hemos dicho, de Francia, intercalando algunas corridas de toros. No poseía una cantidad elevada de reses; por regla general, las camadas reunían ejemplares como para que en cada temporada se cumplieran dos festejos, o tres en alguna oportunidad. Como estos toros se peleaban entre ellos reiteradamente y las bajas menudeaban cada año, Manolo prefería elevar la media de las cabezas que suelen ser apartadas para cada festejo en el intento de asegurar su celebración con los toros al completo.
Una de las corridas de toros sirvió para que un diestro paisano, amigo añorado, tomara la alternativa. Santiago García, 'El Tranquilo', obtuvo los galones de matador de toros al pasaportar a Odontario, el primero de los astados en salir al ruedo que Manolo envió a San Sebastián de los Reyes, un sábado 2 de septiembre de 1967. De padrino, Vicente Punzón; de testigo,Luis Alviz. Mientras Vicente Punzón recogía la oreja del cuarto toro, a mis hermanos y a mí, nos sacaron de la plaza y nos metieron en el coche para protegernos de la lluvia torrencial que calaba los tendidos. A pesar del agua, esa jornada nos trajo el inusitado y preciado regalo de que un torero de Colmenar se doctorase con un toro de Colmenar.
Desde su construcción y hasta 1978, la empresa de la familia hispano-argentina Jardón regentó la plaza de toros de Las Ventas del Espíritu Santo de Madrid. Livinio Stuyck, forjador de la Feria de San Isidro, ocupaba el cargo de gerente con la ayuda de Juanito Martínez, quien además se encargaba de seleccionar y adquirir el ganado en la zona centro.Manolo mantuvo una estrecha relación con éste, fruto de la cual se consumaron diversas compras de toros para Las Ventas y para otras plazas españolas que también administraba esa empresa.
Me vienen a la memoria tardes como la corrida de toros que se lidió en Las Ventas un 30 de julio del año 72, estoqueada por El Paquiro, Ricardo de Fabra, matador valenciano a quien, precisamente en la Feria de Fallas de este 2018, sus paisanos le homenajearon con motivo del cincuentenario de su alternativa, y El Hencho. Manolo había enviado los seis toros y un sobrero que no hubo de comparecer, acaso porque los hados le reservaban un papel más protagonista...
Un torero de postín, Gregorio Sánchez, decidió que se cortaría la coleta matando como único espada seis toros de Manuel García 'Aleas' en Madrid. Sucedió un 30 de septiembre de 1973 y mis abuelos acudieron invitados por el recordado Manolo Aleas y su amable esposa, Carmen. Accedieron a Las Ventas por el patio del desolladero y allí los dos matrimonios tropezaron con Juanito Martínez, quien, dirigiéndose a Manolo, le anunció que como primer sobrero figuraba el mismo de aquella corrida del año anterior. Mis abuelos no contaban con ello. La corrida transcurrió con normalidad hasta el quinto toro. Cuando sale el sexto, el último de Manolo Aleas, el público lo protesta y el presidente exhibe el pañuelo verde, indicativo de su devolución a los corrales. Sobrero "p'alante"... De este modo el célebre sobrero, de nombre Triguero, cárdeno, cinqueño, herrado con el número once, perteneciente a la ganadería de D. Manuel García Ibáñez, se instaló en los anales al convertirse en el último toro que estoqueó Gregorio Sánchez. Como curiosidad, la disecada cabeza del burel, según me informó hace años un amigo, cuelga de una de las paredes de un restaurante sito en la localidad toledana de Santa Olalla, lugar de nacimiento del diestro, y contiene en su cerco la placa que da fe de lo que aconteció.
Manolo retornó a Las Ventas con una novillada a la que se sobrenombró como "la de los tres Angeles". Se programó para el 15 de agosto de 1973, festividad de la Asunción de Nuestra Señora, y ese sobrenombre se impuso, con dudoso derroche de originalidad, a causa de que los tres novilleros anunciados se llamaban 'Angel'. Angel Llorente, del madrileño barrio de Barajas y pariente de nuestra adorada Antoñita Llorente, Angel Rodríguez,
'Angelete', otro torero de Santa Olalla e intérprete del insólito hecho de renunciar a la alternativa para volver al escalafón novilleril, y Angel Majano, de Getafe y posterior relevante banderillero. Manolo también envío un séptimo novillo como sobrero, al cual, ya de cuatreño, desorejó El Niño de la Capea en la Feria de San Lorenzo de El Escorial en agosto del siguiente año. Orihuela, Gijón (en un 10 de agosto de 1975), Los Navalmorales, Cadalso de los Vidrios, Las Rozas, Miraflores...
Aparte de los sitios ya citados y entre varios más, aplaudieron en sus plazas a los toros de Manolo; en unos sitios más y en otros menos... Entre de los que más, destacaría a la villa riojana de Santo Domingo de la Calzada.
El día 12 de mayo de 1969 se produjo el evento histórico para ese pueblo, de celebrarse la primera corrida de toros en su suelo.
Se acartelaron Efrain Girón, miembro de la famosa saga de toreros venezolanos, Oscar Cruz, colombiano, tristemente fallecido a las 44 años en un accidente de tráfico, y José Manuel Inchausti, 'Tinín', de San Sebastián de los Reyes, quien se entretuvo en cortarle las dos orejas y el rabo al toro Presumido, al que se le premió con la vuelta al ruedo. Su cabeza adorna el salón de nuestra casa de Soto.
El día 12 de mayo de 1969 se produjo el evento histórico para ese pueblo, de celebrarse la primera corrida de toros en su suelo.
Se acartelaron Efrain Girón, miembro de la famosa saga de toreros venezolanos, Oscar Cruz, colombiano, tristemente fallecido a las 44 años en un accidente de tráfico, y José Manuel Inchausti, 'Tinín', de San Sebastián de los Reyes, quien se entretuvo en cortarle las dos orejas y el rabo al toro Presumido, al que se le premió con la vuelta al ruedo. Su cabeza adorna el salón de nuestra casa de Soto.
Habría muchas más cosas que me gustaría contar, aunque hay que pensar en ir concluyendo. Sin embargo, autoríceseme a extenderme sólo un poquito porque me parece atractivo insertar alguna pincelada sobre la relación de los toros de Manolo con Colmenar.
Manolo mandó sus reses a "examinarse" a la plaza de Colmenar en cuatro ocasiones. Recurro a ese verbo, si bien lo entrecomilllo por sus connotaciones de hipérbole, debido a que el tribunal taurino al que más autoridad confería lo componían sus paisanos. El hormigueo estomacal que le proporcionaba la incertidumbre respecto del comportamiento de sus toros en cualquier plaza, se multiplicaba cuando se trataba de la plaza de Colmenar. Significaba un aumento en la presión que él mismo solía imponerse, por la responsabilidad que entrañaba el que sus toros cumplieran a satisfacción de sus vecinos, aunque, por otra parte, controlaba aquellas sensaciones gracias a la tranquilidad que suponía para su conciencia haber realizado su labor de ganadero del mejor modo posible.
La última corrida en Colmenar, un 24 de septiembre de 1978, supuso también la última de Manolo como ganadero y así se advertía en los carteles anunciadores. En ellos figuraban Gregorio Tébar, 'El Inclusero', nuestro Pepe 'Colmenar' y César González. He optado por descolocar ésta, la última, intencionadamente puesto que mi ánimo me inclina a pasar por ella de puntillas y reducir su comentario a esa escueta nota.
A mi familia por aquel entonces nos dominaban la pena y la tristeza a causa de la terrible enfermedad que mi padre venía padeciendo y que poco más tarde se lo llevaría, y se imponía en nosotros una completa ausencia de ilusiones, tanto como para que el mismísimo Manolo, quién lo diría, hubiera decidido deshacerse del ganado.
Eran suegro y yerno pero se querían como padre e hijo. Todo daba lo mismo excepto la salud de mi padre. Meses antes de esta corrida, desmotivado por la melancolía, Manolo vendió hierro y reses a Jesús Trilla, en cuyo poder permanecieron, después de sustituir el encaste Albaserrada por otro de procedencia Méndez, hasta que los adquirió el vecino de Colmenar y viejo amigo Angel Luis Peña, quien modificó nuevamente el encaste con sangre Domecq. El destino felizmente dispuso que, al cabo de unos años, el hierro que identificaba a los toros de Manolo y que en nuestra casa aún puede contemplarse en distintos lugares, retornase a su pueblo de la mano de nuestro querido Angel Luis.
Bien, nos desprendemos de la aflicción y nos incorporamos a momentos más jubilosos. La proximidad del término del relato aconseja rescatar las vibraciones positivas de las que he intentado proveerlo, en la persecución de una sensación final amable. A ello...; en tres ocasiones anteriores se lidiaron reses de Manolo en Colmenar y en cada una de ellas a un astado se le recompensó con la vuelta al ruedo en su arrastre. Meritorio porcentaje de éxito, dicho sea sin falsa modestia.
La primera de esta vueltas al ruedo la obtuvo un novillo, turnado en cuarto lugar y despachado por Ricardo Chibanga, mozambiqueño de nacionalidad portuguesa, al que le cortó las orejas y el rabo. Aún me parece estar viendo cómo este novillero de raza negra y elegante corte, salía al paso de las mulillas y, entusiasmado, aplaudía con franqueza al novillo.
Ocurrió, creo recordar, un 30 de agosto de 1970, domingo de feria y le acompañaron en el cartel Antonio José Galán y Raúl Aranda, ambos bien conocidos por los aficionados merced a sus posteriores carreras como matadores, de mayor repercusión la del primero.
Gracias a la gentil invitación de la peña hermana 'El Rescoldo', de la que también formo parte, por la que me propuso escribir sobre ella en su libro anual, otro clásico, editado en
2011, año en que se cumplían cuarenta desde que tuvo lugar, abundé con profusión en la corrida vista y disfrutada en Colmenar el 2 de mayo de 1971, en la que los toros de Manolo fueron estoqueados por José Manuel Inchausti, 'Tinín', al que hemos citado anteriormente, Sánchez Bejarano, salmantino, y Juan Calero, de Sevilla. Ahora nos limitaremos a escribir que el sexto toro, un cárdeno veleto y bizco del pitón izquierdo, también consiguió el galardón de la vuelta al ruedo. Juan Calero le cortó las orejas y el rabo.
Y como no hay dos sin tres, sobrevino en Colmenar la tercera vuelta al ruedo, en esta ocasión, para otro novillo. Me acuerdo de un montón de detalles, pero he de confesar que no de la fecha exacta en que se lidió la novillada a la que me refiero; y presento mis excusas por ello. Debió ser por el año 76 y se programó fuera de la Feria de Remedios. Frente a los novillos de Manolo repetía paseíllo Angel Llorente, uno de 'los tres Angeles' como hemos contado; igualmente repetía Pepe Pastrana, cuyos padres, a lo largo de un nutridísimo número de Funciones de Remedios, atendieron el puesto de almendras situado inmediatamente más arriba que el del 'Huevero', esto es, el segundo que nos encontrábamos en la calle de la Feria cuando salíamos de la Plaza del Pueblo. Digo que repetía Pepe Pastrana porque había intervenido en la novillada que Manolo llevó a Gijón el año anterior.
Cerraba la terna Herrerita, novillero bilbaíno del que no recuerdo más nombre que el artístico, aunque sí recuerdo que esa tarde cortó una oreja del sexto novillo. Esa tercera vuelta al ruedo se la mereció el cuarto novillo y así se le premió. Angel Llorente protagonizó una magnífica faena y le obsequiaron con los máximos trofeos; otras dos orejas y rabo.
Manolo, como en las otras dos jornadas, muy contento, radiante, incluso engordando un pelín más al recibir las felicitaciones que más le gratificaban, las de los colmenareños como él.
Para terminar me he encaprichado en dirigir una mención emotiva y muy cariñosa a los toreros de Colmenar que, durante el período que poseyó la ganadería, compartieron con Manolo, con nosotros, mañanas y tardes de tientas y capeas en la placita de 'Las Careadas', aún hoy en pie y tan acogedora como siempre.
Agapito García, 'Serranito', figura y maestro del toreo y, si cabe, mejor persona y amigo; Miguel Cancela, exquisito como torero y como ser humano, en Colmenar se sigue llorando su ausencia; José Luis Torres, 'Cotola', un personaje de leyenda, pariente lejano de la abuela Antonia y que contaba con todo nuestro aprecio.
Los Kiris, me refiero a los dos hermanos, Enrique y Mariano Hernán, luchadores incansables, gente buena; Ricardo Rey, persona de bien inasequible al quebranto, se dedicó mucho tiempo a su pasión con gran profesionalidad. Carlos Aragón Cancela, mi amigo, tuvo tiempo sólo para saborear apenas una o dos becerras de Manolo; uso lo de 'saborear' porque, como yo andaba enredando también con los trastos de torear, quiero recordar que su comportamiento no nos complicó el rato... Espero que si me olvido de alguno me perdone.
Dejo para el final a los toreros paisanos, titulares de la Peña que tantos años presidió nuestro añorado Modesto Frutos, hombre formidable y amigo sincero. Mi madre tuvo el honor de amadrinarla hasta su disolución. Manolo propiciaba que La Peña de Santiago García, 'El Tranquilo', y Pepe 'Colmenar' acostumbrara a celebrar su fiesta anual en la placita de 'Las Careadas'. Encerraba unas vacas para los toreros y unas becerras para el divertimento de los socios. Lo pasábamos de maravilla.Santiago, ya en el ocaso de su carrera, se atrevía no obstante a enfrentarse con lo que saliera por el chiquero, con independencia de su tamaño o calidad; claro que para reunir calidad y tamaño de buena persona, él. Me falta Pepe 'Colmenar'... Se había convertido en el torero de la casa. Aparecía muy a menudo por Soto y no sólo cuando se toreaba; lo frecuentó como un sitio ideal para hacer ejercicio y entrenarse toreando de salón en la placita. Pasó a ser uno más de la familia y como tal le queremos y le extrañamos ahora que traviesos duendes jugetean con sus ideas y le desconciertan. Pepe, un abrazo. Muy fuerte.
Gracias por permitirme recordar algunas cosas de Manolo, con quien tanto queríamos.
Buenas tardes Juan Manuel,
ResponderEliminarme he topado con este bonito articulo que has escrito recordando a tu abuelo Manolo, y mirando las fotos me he dado cuenta que sale mi abuelo, Ricardo González Pozas en alguna de ellas.
Me llamo Julio Romero González y estoy recolectando fotografías para la familia. Estaría muy agradecido si me mandaras alguna fotografía en la que saliera mi abuelo, si tuvieras más. Te dejo por aqui mi correo electrónico: famiromar@hotmail.com
Gracias de antemano, espero que esteis bien, un saludo.
Buenas tardes Juan Manuel,
ResponderEliminarMe he topado con este bonito artículo sobre tu abuelo y me he dado cuenta, mirando las fotos, que en alguna de ellas aparece el mío. Se llamaba Ricardo González Pozas y trabajó para vosotros como mayoral. Me gustaría, si pudiera ser tener alguna de estas fotos conmigo, ya que desgraciadamente no quedan muchas fotos de él.
Me gustaría saber si tuvierais mas fotos en las que él aparezca y si por favor, podríais mandármelas. Me haría muchísima ilusión. Mi correo electrónico es famiromar@hotmail.com y mi nombre es Julio Romero González.
Muchas gracias de antemano, espero vuestra respuesta.
Un saludo y un fuerte abrazo.
Hola Juan Manuel soy Pili la hija de Ricardo no sabes la alegría k me e llevado al ver las fotos donde está mi padre y tú abuelo y Ponchito k tiempos aquellos y cuántos recuerdos en la casa al rededor de la plaza ,me acuerdo cuando tuve la epatitis k me traía los tebeos y tu padre Don Alfonso le decía a mi padre o a mi madre k tal la niña por k me quería muchísimo espero k estéis bien todos con este virus y tú madre k tal ,un abrazo muy fuerte
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