Curro Díaz, este domingo en Bilbao. (Foto: Arjona)
Como si no supiéramos todos los aficionados que, salvo alguna excepción digna de encomio, a la mayoría de los empresarios les importa una higa que se malogre un buen torero. O tres o siete o veinticinco…
Son lentejas...
Paco Mora
Ver a un torero con la calidad y el arte de Curro Díaz con una corrida de Victorino como la de este domingo en la Feria de Bilbao roza el despropósito y casi duele en el corazón. Y por si no tenía bastante calvario el de Linares con los dos funos de su lote le ha caído encima el sexto, porque Emilio de Justo estaba en el taller de reparaciones donde los galenos le reconstruían una oreja que le dejó colgando su primer toro. Amén de tratando de atenderle de un fuerte pitonazo en el hueso sacro, propinado por el único toro que mató y con el que por cierto estuvo hecho un jabato.
El Cid se ha despedido de Bilbao frente a dos toros característicos de una ganadería a la que conoce muy bien. De no fallar con la espada -esa ha sido siempre su cruz- hoy habría salido de la plaza del Botxo en hombros. Pero se puede marchar contento porque el público de Bilbao, uno de los más justos y respetuosos con los toreros, le ha agasajado con el “aurresku” antes de comenzar el paseíllo y le ha mimado y aplaudido a lo largo de toda la corrida. Han sido diecisiete años luciendo con propiedad la borla de doctor en tauromaquia, y el de Salteras bien merecía una despedida acorde con el sudor que ha dejado en esa arena.
Por otro lado, no gusta oír comentarios televisivos en los que se valora el corte de torero artista, de acusada personalidad y valor sereno y recio de Curo Díaz, por lo que debería anunciarse con hierros más propicios a su reconocida calidad. Quienes así opinan y tienen tribuna para hacerse oír, es a las empresas a quienes deberían dirigirse, ya que saben bien que si Curro está toreando corridas para legionarios -que también son merecedores de respeto- es porque “son lentejas, si las quieres las comes y si no las dejas”. ¿O es que ignoran los caritativos comentaristas -alguno de los cuales vistió traje de luces- que si Curro se anuncia con esos toros es simplemente porque si no lo hiciera se quedaría sentado?
Como si no supiéramos todos los aficionados que, salvo alguna excepción digna de encomio, a la mayoría de los empresarios les importa una higa que se malogre un buen torero. O tres o siete o veinticinco…
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