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Pepe Bienvenida / La suerte suprema

lunes, 4 de marzo de 2024

Pregón del posmodernismo / por Jorge Arturo Díaz Reyes


Ponce en Las Ventas 2017. Foto: Las Ventas

"..Y de mi lado, una sola glosa para el estupendo artículo de Antonio Lorca; el título: “Ponce hace una encendida defensa del toreo moderno…”. No, no, perdón, la encendida defensa no fue del toreo “moderno”, fue del toreo posmoderno (1). Del toreo de la era virtual, pregonado allí por su innegable gran maestro y refrendado por los guardianes de las sagradas escrituras (los del 7).."

Pregón del posmodernismo

Jorge Arturo Díaz Reyes
CrónicaToro / Cali, 4 III 2024
Ha pasado Enrique Ponce por la Asociación el Toro de Madrid. Y, saludos, presentaciones y despedidas aparte, ha hablado una hora y cuarenta y ocho minutos. He visto varias veces el video total (publicado en youtube), y releído la reseña de Antonio Lorca en su columna “El toro por los cuernos” del diario El País.

He sido minucioso en la revisión porque considero el encuentro trascendental. La figura paradigmática de la época (1990 – 2024) pontificando largamente, sin casi réplica, frente a la élite actual de la afición mundial. Y no dudo que más allá de la debida y plausible cortesía, tanto el torero como su auditorio, actuaron con absoluta sinceridad. Es evidente que uno y otro creían en lo que decían y aplaudían. Nadie mentía.

Respaldado por sus invocadas “5.000” lidias y “cansado de tópicos” Ponce sostuvo olímpicamente: Que el seleccionado toro de hoy es el más bravo de la historia porque aguanta sesenta muletazos. Que ahora se torea mejor y más bonito que nunca. Que su preferido encaste Domecq, llamado de las figuras “porque da garantías”, le ha inferido todas sus cornadas. Pero que está bien que las figuras hagan la “gesta” de lidiar de vez en cuando encastes minoritarios. Que toreando al hilo del pitón se arriesga más que cruzándose al pitón contrario. Y que todo esto es así porque todo evoluciona: el toro, la bravura, la casta… el conocimiento, la técnica, la cirugía, el público… “si no, no se podría torear como se torea hoy. Hacerle a los toros lo que les hacen, ni pegarse los arrimones que se pegan”.

Apenas dos preguntas respetuosas, pero firmes, de una voz femenina no identificada pusieron el dedo en la llaga. La primera: “Si él era el creador de una escuela en la que la técnica prima sobre otros conceptos del toreo y que resta emoción al espectáculo actual”. Y las segunda, “si considera con Ortega y Gasset, que cuando en el toreo la estética desborda la ética se pierde la validez”. Ambas fueron pasadas graciosamente fuera de cacho.

Al final me viene la frase de Paco Camino cuando le contaron que Ponce continuaría toreando tras treinta años de alternativa: “Donde se para Enrique puede seguir toreando hasta los cien”, dijo.

Y de mi lado, una sola glosa para el estupendo artículo de Antonio Lorca; el título: “Ponce hace una encendida defensa del toreo moderno…”. No, no, perdón, la encendida defensa no fue del toreo “moderno”, fue del toreo posmoderno (1). Del toreo de la era virtual, pregonado allí por su innegable gran maestro y refrendado por los guardianes de las sagradas escrituras (los del 7).
(1) Viñeta 529; “Agonía de la modernidad”. Disculpas por la inevitable auto cita.

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