JOSÉ RAMÓN MÁRQUEZ
En la tarde de hoy vuelve la «minoría social» Ésa que se figura el Ministro Ernesto Urtasun a llenar la Plaza de Toros de Las Ventas. Él estima, con la soberbia del ignorante, que estos 23.000 de pago que estábamos hoy en la Plaza no pintamos nada frente a los cincuenta que van de balde a alguno de sus tristes aquelarres, a escuchar sus frases de camiseta y su colección de lugares comunes, pero el plebiscito de la taquilla es inapelable, porque si él cobrara un solo euro por cada asistente a sus raquíticos monólogos, acaso de los cincuenta espectadores desaparecerían más de la mitad. A la llamada de Roca Rey, no hay otra, la Plaza se llenó y eso es indiscutible.
En esto de los toros conviene irse a la Plaza con cuantos menos aprioris mejor, que luego pasa lo que pasa. Hoy nos esperábamos una caja de Yemas de San Leandro con el hierro del Conde de Mayalde, todo algodón como Platero, y lo que hemos tenido es una corrida muy seria de presentación y muy variada de comportamientos, desde el buen tercero hasta el gordito soso del cuarto, lidiado en sexto lugar, que han dado lugar a lances emocionantes y no han querido pasar inadvertidos por Madrid. Sinceramente opino que los tres matadores de esta tarde Cayetano, Roca Rey y Jorge Martínez no venían con la idea de que la corrida iba a salir así, y mucho nos tememos que con estas cosas de hoy la vayan a poner en el index en el que anotan las ganaderías que sueltan toros díscolos y con signos de personalidad, las que no quieren ni en pintura.
Sobre el cartel nos detendremos un momento, puesto que su único tirón taquillero era Roca Rey, como antes se dijo, el cual, como esas chicas monas que sólo quieren cerca amigas feúchas, se hizo acompañar por un Cayetano que llevaba 6 años sin comparecer en Madrid y por Jorge Martínez, el consabido toricantano que abre Plaza, que sería el tercero en lo que va de Feria con ese cometido de las cinco confirmaciones que hay anunciadas.
La salida del primero, Estafador, número 36, fue una sorpresa por lo serio y bien puesto, pese a ser algo bizco del izquierdo. Sacó la capa castaña tan común en su casa, pero sus hechuras y su presencia llamaron positivamente la atención. Se abalanza el toro sobre el caballo, empujando vigorosamente y tira al penco y a Juan Melgar que iba subido en él y a la salida atropella a Jorge Martínez que no anda lúcido con el capote. Puesto ya en pie el aleluya vuelve el toro al ataque saliendo suelto, aunque le taparon la salida, con la vara en la espalda y se abalanza hacia Cayetano atropellándole y destrozando la chaquetilla malva y oro.
A las siete y cuarto de la tarde ya teníamos un derribo y dos cogidas. Le lidia Curro Vivas y el toro acosa a Juan Rojas que deja el par arriba. Acude con brío al cite de José Magaña y espera a Rojas en su segundo encuentro lanzándole un seco derrote, pese a lo cual le deja el par. A continuación se verifica el cambio de trastos, ceremonia en la que el padrino, Cayetano, está en mangas de camisa por el destrozo de su chaquetilla. Un chusco propone que le traigan una de su abuelo del Museo Taurino.
La cosa de la muleta en manos de Martínez está dentro de lo que se viene denominando vulgaridad. El toro le engancha muchas veces la muleta y el muchacho recibe una fuerte ovación al recoger una banderilla del suelo, para que se calibre un poco el nivel del público. Con la izquierda, que es la mano buena de Martínez, no dice nada y con la derecha está como cualquiera. Pierde la muleta en uno de tantos pases. Con una estocada baja en la suerte contraria acaba con el toro que cae junto al burladero del 10.
Lo último que vio Cayetano en Las Ventas hace 6 años fue una especie de marmolillo manso de Victoriano del Río, Soleares, número 36, y hoy, decíamos ayer, vio salir al negro listón Entrador, número 15. Y si hace seis años resaltábamos su disposición, sus guiños familiares y su innegable y candorosa bisoñez, en el día de hoy resulta difícil hallar algo que echarse a la boca. El toro fue picado penosamente por Luciano Briceño, que recibió agrias censuras por su labor en las dos varas que le puso, en la que le tapó la salida y, pese a eso, el toro se fue suelto y en la que tras unos cabeceos el animal optó también por irse. Bregó con oficio Joselito Rus, con un vestido naranja y azabache que a nadie dejó indiferente, y Rafael Rosa clavó una en cada pasada, mientras que Gómez Pascual dejó los dos rehiletes, entre pasada y pasada el toro perdió las manos una vez.
Pide Cayetano que se lleven al toro al 5 mientras solicita permiso, brinda al público y en vez de tirar la montera, con los aplausos que genera eso cuando cae boca abajo, se la entrega en mano a Gómez Pascual. Luego se va hacia el 6 donde se planta de rodillas a citar al toro y le da uno porque en el segundo el toro le ve, le acosa y le hace correr a tablas a tomar el olivo. El toro no es franco y, como otras veces se ha dicho, Cayetano no anda sobrado de recursos técnicos, por lo que la faena no cobra vuelo alguno. El toro sigue achuchando o se frena y se vuelve, y el hombre unas veces anda con la derecha y otras con la izquierda, bastante vulgar, hasta que decide cuadrarle en la suerte natural y redimirle con una estocada desprendida y un descabello junto al burladero del 6.
Ya tenemos por fin a Roca Rey, de azul Soraya con cabos blancos, esperando que salga Abonador, número 35, precioso toro castaño albardado, salpicado, bragado, meano y más cosas al que recibe con verónicas o delantales o las dos cosas de esas de pegolete, a pies juntos, con un torero remate soltando el capote. De ahí el toro se va a su aire al picador dejándose pegar en la primera vara por Sergio Molina y sin emplearse en la otra. Jorge Martínez ensaya un quite dándole la réplica por los mismos lances, pero enganchados. Escarba Abonador antes de entrar a que «Viruta» y Paquito Algaba le claven los seis arpones y ya tenemos a Roca en un inicio que es puro Roca Rey: dos estatuarios, uno cambiado por detrás, uno de pecho, otro cambiado por detrás, un molinete y remate con uno de pecho. Luego toma distancia y pone en marcha su trasteo que no tiene la intensidad de ese explosivo inicio, pues la percepción de su ventajismo, de la mala colocación, de su falta de cargazón no consiguen que su propuesta cale hondamente en buena parte del público, si bien ahí están, inasequibles al desaliento, otros muchos a los que eso les basta. La faena languidece y Roca trata de animarla pasándose al toro por detrás y luego, tras una serie de derechazos remata su obra plena de cantidad sin calidad, con unas bernardas de ésas tan feas antes de cuadrarse en la suerte natural para cobrar una estocada arriba tendida. El toro no acaba de caer y entre medias el torero escucha 2 avisos. Hubo un infructuoso descabello y luego el toro se echó junto al burladero del 10.
Como Cayetano estaba en la enfermería, doña Rocío salió triscando a avisar a Florito de que cambiaban turno y que a continuación saldría Joyero, número 49, que estaba anunciado en sexto lugar. El toro es para Jorge Martínez, como es natural. Y cuando sale el animal presenta una bonita estampa, muy veragüeña y muy seria. Se le cuela en el capote a Martínez y entra suelto al caballo donde «El Bala» dispara de fogueo en las dos entradas. Entre la una y la otra el toro perdió las manos. En banderillas persigue a Curro Vivas hasta el burladero, tras clavar su par, luego saca de la Plaza a José Magaña tras clavar el suyo haciéndole tomar el olivo y acude franco y raudo sin más complicaciones al segundo encuentro con Curro Vivas. En la cosa de la muleta la cosa es de lo más insulsa, con el torero citando descaradamente con el pico, con enganchones al pasarle al natural, dando la sensación de que nadie atiende al ruedo, a ese trasteo tan aburrido. Cuando el torero quiere cortar, el apoderado, le dice que siga y el hombre pega una serie de redondos, luego otra y por fin unos naturales de cerca, de uno en uno que acaso sea lo más excitante de todo el tedioso trasteo. Tras el aviso, se perfila en la suerte natural y cobra un pinchazo quedándose en la cara y una estocada desprendida en la suerte contraria tirando la muleta. El toro dobla en tablas en el 9. La impresión es que se le fue el toro.
El quinto es el quinto que correspondía a Roca Rey. Jarretón, numero 33, sale abanto, huidizo y sin fijar. Tras unos capotazos se va al 5 y luego de acá para allá hasta que entra al caballo sin emplearse. Al salir de naja el caballo y José Manuel Quinta se desploman mientras el toro corre hasta el que hace puerta y, al sentir la puya, pega un airoso brinco, volviendo al 9 a poner a los monos en desbandada y, en seguida, retornar al 5. Vuelve a entrar a Quinta, pero sale corriendo y luego vuelve fuertecito para salir huyendo en dirección al otro picador… hemos visto capeas de pueblos muchísimo más ordenadas que esto de hoy con una primera figura por medio.
El toro espera en banderillas o pega un derrote y ya va Roca Rey a pegarle dos por alto a pies juntos y luego una serie a derechas muy vulgar y acelerada, luego otra acelerada con el torero muy espatarrado, una vulgaridad a izquierda y otra muy por las afueras. Alegra la cosa con un molinete y cita con el pico para otra con la derecha, de nuevo ventajista y aburrido. Entonces da el invertido circular que huele a churros y a tómbola y tras esa demostración se perfila en la suerte natural para un pinchazo sin soltar y otro quedándose en la cara. Suena un aviso y cobra un nuevo pinchazo en la suerte contraria a toro arrancado y después otro pinchazo en la suerte contraria y, al fin, una estocada caída echándose fuera en la suerte natural. Con el toro mal herido en el 2 suena el segundo aviso y luego va pasando el tiempo mientras el bicho recorre la plaza con las fuerzas que le quedan primero el 1, luego el 10 y después el 9 y al llegar al burladero se echa mientras suena el tercer aviso.
En sexto lugar sale el que iba cuarto, Atrevido, número 5. Cayetano sigue en mangas de camisa y receta unas verónicas largando trapo. El toro quita el capote a Gómez Pascual, cae a la salida de la primera vara y, cuando el público increpa a Pedro Geniz éste hace un feo gesto. En banderillas saca de la Plaza a Joselito Rus tras clavar haciéndole tomar el olivo, le pega una colada a Rafael Rosa, que tira el capote y sale corriendo, y recibe dos pares sin más novedad. Acaso Cayetano ande dolorido, pero el caso es que su trasteo es como ver a uno que empieza, de los del montón. Además el toro, gordete, es muy soso y de vez en cuando se cae. A la vista de las condiciones del elemento bovino, Cayetano decide acabar con el toro y con la corrida con una estocada arriba y delanterita en la suerte contraria que hace caer al toro en el tercio del tendido 9.
Guernica
Cayetano
ANDREW MOORE
FIN
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