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Pepe Bienvenida / La suerte suprema

martes, 1 de julio de 2025

MORANTE DE LA PUEBLA UNA REVOLUCIÓN “SALTO ATRÁS” / por William Cárdenas


No nos podíamos imaginar que en el año 2025 de este siglo XXI un Torero pudiera encarnar una auténtica revolución dando un salto atrás, para volver al toreo puro y clásico de tiempos pretéritos

Fue emocionante ver como el pasado 8 de junio, desde los tendidos altos muchos jóvenes, algunos casi niños, bajaban como hormigas a la arena para sacar en hombros a su nuevo ídolo, en una jornada que marcará sus vidas y lo que queda de las nuestras

MORANTE DE LA PUEBLA 
UNA REVOLUCIÓN “SALTO ATRÁS”

Desde la revolución con la que Juan Belmonte cambió la historia de la Tauromaquia a principios del Siglo XXI modificando el “o te quitas tu o te quita el toro”, hasta la que encarnó el estoicismo de José Tomás antes de la llegada del año 2.000, todas las revoluciones en la expresión artística, técnica y estética del Toreo habían implicado una marcada evolución que hacía las delicias de los aficionados.

Tanto Manuel Rodríguez Sánchez “Manolete” con su estoicismo, cercanías y verticalidad, como Manuel Benítez “El Cordobés”, con su heterodoxia, nos acercaron a “lo nunca visto”, pero siempre dando un paso al frente en la evolución taurómaca.

Toda la escuela encimista cuyo inició marcó Pedro Martínez “Pedrés”, y que fue evolucionando con el Maestro Dámaso González, hasta alcanzar su máxima expresión con Paco Ojeda, está también regida por una permanente superación en términos de cercanías y quietud, alcanzando cotas de gran perfección con los toreros Miguel Ángel Perera, Sebastián Castella y Andrés Roca Rey.

La Tauromaquia geométrica de Antonio Chenel “Antoñete”, interpretada con una gran fidelidad y entusiasmo por ese gran Torero que fue el Maestro César Rincón, tal vez nos pudiera aproximar a algo en el mismo sentido.

Pero lo que no nos podíamos imaginar es que el año 2025 de este siglo XXI un Torero pudiera encarnar una auténtica revolución dando un salto atrás, para volver al toreo puro y clásico de tiempos pretéritos en su máxima expresión, que en algunos casos rescata suertes de inicios de Siglo XX, que son acogidas con total sorpresa, complacencia y beneplácito.

Que esto lo celebren quienes hemos vivido esta evolución del Toreo tiene una explicación hasta lógica. Pero que esto sea apreciado con euforia incontrolada por jóvenes que en su gran mayoría pueden estar rondando estos 25 años que van de Siglo, es lo que le da a lo vivido auténtico carácter de Revolución “Salto atrás”.

La verdad es que ya José Antonio Morante de la Puebla había marcado su rumbo desde hace mucho tiempo, caracterizándose como una “rara avis” desde inicio de su carrera, que sólo encontraba referentes en Rafael de Paula y Curro Romero.

Sin embargo fue la faena del pasado 28 de mayo en Las Ventas la que hizo explotar los puentes de la evolución, para colocarnos frente a lo que ha ocurrido este pasado 8 de junio. Y aquí ya no hay apelación posible. La confirmación de aquella actuación se ha convertido en una gesta en la que estos jóvenes y los que no lo son tanto han encontrado el eslabón perdido para volver a creer en la Tauromaquia natural.

Y qué vieron ellos y qué vimos nosotros: Nada más y nada menos que el Toreo Eterno, pasándose el toro más cerca que nadie, hacia detrás de la cadera, reunido todo en un palmo de terreno y en unas faenas cortas, muy cortas pero llenas de dominio y arte. Allí se rompió la Feria de San Isidro 2025 y también se rompió el Hilo del Toreo del que tanto se ha hablado, para mirar atrás y ver lo que muchos de estos jóvenes probablemente jamás han visto, pero tal vez de lo que han escuchado hablar.

Es el Toreo en su esencia, con sus bases intactas de temple, dominio, valor a raudales, inteligencia y arte, mucho arte. Era el Toreo que en su evolución crearon y recrearon aquellos artistas de los años 50, 60 y 70, cuando pulían sus formas y estilos, aderazado por esas fantasías mágicas en las que Morante recupera suertes de principios del Siglo XX.

Fue emocionante ver como el pasado 8 de junio, desde los tendidos altos estos jóvenes, muchos casi niños y niñas, bajaban como hormigas a la arena para sacar en hombros a su nuevo ídolo, en una jornada que marcará sus vidas y lo que queda de las nuestras.

Y ahora, qué hacemos? cómo explicar que ya no se apreciará igual eso de tomar un toro y llevarlo, matemáticamente, hasta la M-30 a por tabaco, para luego traerlo enganchado adelante para llevarlo en línea recta hasta otro lugar lejano de la plaza, y como dijo recientemente un reconocido crítico “mediando una yunta de bueyes entre toro y torero” en faenas interminables?

Obviamente, el “Salto Atrás” va a exigir que se toree muy reunido, se llevé al toro detrás de la cadera, las distancias se reduzcan y que pasen los toros más cerca, que será consecuencia de aplicar esa técnica. Que las faenas sean más cortas y sobre todo, que se toree con inteligencia, arte y sentimiento. Las escuelas de Tauromaquia van a tener mucho trabajo.

Lo otro que también se impone, es volver a revisar la Suerte de Matar Toros Bravos, la única que no ha evolucionado en 300 años. No es posible ver lo que estamos viendo, es la Suerte Suprema, pero alguien se ha empeñado en quitarle importancia.

Si ello ocurre, por lo que apostarán los nuevos revolucionarios, seguro que viviremos tardes extraordinarias, donde este rito de la Tauromaquia, auténtica tragedia griega, que no “espectáculo” como algunos han querido entender, brillará de nuevo con luz propia, para disuadir definitivamente a sus enemigos de tratar de acabar con su existencia.

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