la suerte suprema

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Pepe Bienvenida / La suerte suprema

miércoles, 6 de febrero de 2013

MEMORIA HISTÓRICA: Así trata España a sus mejores héroes.


El héroe laureado Antonio Ponte Anido, Toñín

Otra indignidad más por causa de La Ley de Memoria Histórica del indigno Zapatero. Mientras se pone en libertad a los terroristas, se legalizan sus organizaciones abriéndoles  paso a las intituciones, y se canoniza a asesinos como De Juana Chaos, Josu Ternera, Bolinaga o Santiago Carrillo...., el ayuntamiento de La Coruña ha borrado de sus calles, donde nació, el nombre del Cabo de Zapadores Antonio Ponte Anido que recibió la Cruz Laureada de San Fernando por un acción heroica en la Batalla de Krasni Bor, .....

En esos días de febrero de fuego y plomo el cabo Ponte cruzó bajo el fuego una y otra vez llevando mensajes y órdenes. Cayó herido. Entonces, uno de los pesados carros de combate soviéticos T-34, en Krasny Bor, rompía las líneas españolas. Los divisionarios carecían de material antitanque para detener su cruel avance. El vehículo rojo rodó hacia el hospital, el lazareto, repleto de heridos, disparando todas sus armas contra los españoles inermes. 

Antonio Ponte Anido, atravesado por las balas, cogió una mina del arsenal cercano y corrió como pudo hacia el blindado ruso. Con esa mina se arrojó contra el carro enemigo, desapareciendo con él en la explosión. Había salvado la vida de muchos voluntarios, médicos y enfermeras. Son las tres y cuarto de la tarde del 10 de febrero de 1943. 

El 17 de febrero de 1944, un año después, el general Asensio, ministro del Ejército, concedía, a título póstumo, la Cruz Laureada de San Fernando al cabo Antonio Ponte Anido por su heroísmo durante la batalla de Krasny Bor, al cumplir con las condiciones del artículo 73 del Reglamento de la Orden. 

La Ley de Memoria Histórica borra su nombre de las calles de La Coruña, donde nació.



Los españoles replican al fuego y a los gritos.<<¡Arriba España!>>

La superioridad numérica del adversario es abrumadora y caen segados por las balas. 
El cabo Ponte Anido tiene los ojos puestos en el T-34. 
Vislumbra el centelleo del cañón abriendo fuego contra la masa de españoles y, de pronto, el corazón deja de golpearle en el tórax y se siente sumido en una fría serenidad. 
Varias ideas cruzan su cerebro como balas trazadoras.

Quizá deba obedecer la orden de su capitán, alejarse por entre las isbas de la izquierda e intentar cubrir la distancia que separa del PC del comandante Alfredo Bellod Gómez, jefe del Grupo de Zapadores de Asalto 250, para decirle: <> Pero él también está herido, le han alojado hace un rato una bala en el cuerpo y duda poder escurrirse con la necesaria rapidez por las calles infestadas de adversarios. Los ve. El cabo de enlaces los ve deambular sus sombras espectrales por entre las isbas calcinadas. Medita un instante y llega a la conclusión de que deberá optar por una de ambas soluciones: quedarse donde está y aguardar a que se despeje la situación, o intentar destruir el T-34, con lo que acoso logre salvar la vida de algunos de aquellos camaradas en apuros. Y de los heridos que tal vez continúan alojados en el edificio del hospital, hacia donde parece querer dirigirse ahora el carro de combate.

Descarta la primera posibilidad, y haciendo acopio de aire en sus pulmones, se levanta y corre en línea recta. En ese momento el carro se ha detenido y gira su torreta con indecisión. Las ráfagas de pistola ametralladora y las granadas de mano que el lanzan los españoles emiten un sonido de campana al rebotar en las planchas de acero. El enlace se detiene en plena galopada, se le doblan las rodillas y cae de bruces en la nieve alcanzado por un rafagazo. 

<<Hurra! Hurra! Hurra!...>> Oye sus alaridos. 
Oye el chirriar del T-34... <<Madre, de ésta no salgo...>> Le escribió días atrás. 
<<Madre, estoy bien, no te preocupes, cuídate mucho...>> 
Tardará en llegarle la carta. <<Sra. Doña Francisca Anido Dapena...>> 
Luego recibirá el oficio dándole cuenta de la muerte de su hijo en acto de servicio. 
Sus compañeros de cuartel del Regimiento de Zapadores nº 4 de Lugo, le echarán de menos... 

<<Buen chico, ¡lástima de chico...!>> 

Crispadas las mandíbulas por el dolor, extrae con manos ansiosas la min T del macuto, se acoda en la nieve con esfuerzo, se arrodilla, se incorpora, da unos pasos tambaleantes y se arroja de bruces junto a una de las cadenas del carro. 

Le llegan unos gritos confusos: 

-¡Eh, muchacho, lárgate de ahí...!

Le cuesta respirar, se siente débil, pero trata de sobreponerse. El sudor le resbala por la frente, ancha y despejada, y se le cristaliza en las mejillas. Sus ojos, grandes y soñadores, atisban desde el suelo la oruga que gira y chirría a medio metro de distancia de su rostro. Le anima la idea de que la dotación del carro no pueda verle. La mina magnética le pesa entre las manos. Inquieto, temeroso de que le flaqueen las fuerzas en el último instante, deposita la carga entre la oruga y la rueda de tracción, introduce el detonador en el mango, tira del cordel y retrocede penosamente, centímetro a centímetro, dejando en la nieve una huella de sangre oscura. Sabe que solo dispone de cinco segundos para ponerse a salvo, pero no puede moverse con la velocidad precisa. Comprende que no podrá salvarse. ¿O acaso...? <<¡Ay, madre ayúdame...!>> DE pronto se alza una llamarada deslumbrante y sus oídos parecen estallarse al estruendo de la explosión.

-¡Muchacho...!

Alguien corre hacia él.

-Ha muerto...

El cabo de enlaces Antonio Ponte Anido, Toñín, ha muerto a las tres y cuarto de la tarde.»

(Del libro “ ...y lucharon en KRASNY BOR” de Fernando Vadillo.) 

Sobran las palabras....Así trata España a sus mejores héroes.

***

3 comentarios:

  1. Normal, aquí en España se ha perdido todos los valores y el más mínimo vestigio de vergüenza. Los odiosos rojos encantados de practicar la represalia y el rencor, y los gilipollas peperos haciendo eso...el gilipollas y aceptando una Ley donde cataloga a sus propios padres y abuelos como asesinos.
    Para escupirles a la cara.

    Gloria a los héroes que han dado su vida por los demás y una oración por el alma del caído Toñín.

    ¡¡¡Arriba España!!!

    Arturo Suances.-

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  2. En primer lugar, mi respeto a la memoria de Antonio Ponte Anido, y mi más severa crítica a la postura tomada en su momento por el Ayuntamiento de La Coruña por quitar su nombre de la calle donde nació.
    No supieron lo que hacían y lo único que puedo hacer para esos irresponsables es pedir misericordia.
    Una vez dicho esto, tengo que decir lo siguiente.

    Arturito, no te das cuenta que gente de tu calaña hacen buenos a los odiosos rojos y a los gilipollas peperos.

    Arturito, ¿No serás tu de esos hipócritas disfrazados de cristianos que se pasean por las iglesias arrodillándose y pegándose golpes de pecho?.

    Arturito, y a mí que me da la sensación que tu practicar el RENCOR más que los odiosos rojos.

    Arturito, una cosa que deber de tener en cuenta cuando escupas, y es que no haga viento, porque lo mismo el escupitajo te lo tragas tu mismo.

    Y terminar, Arturito, con una oración por el alma del caído Toñín, detalle que yo me uno también, pero sabes que pasa Arturito, que El de arriba, si El que está en los cielos, a Ese no se le puede engañar, a El hay que presentarse sin disfraz, y en eso te saco una gran ventaja, y es que tu sientes odio y rencor y yo misericordia.

    Simón Martín

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  3. Érase una vez una persona nacida en la dictadura que amaba tanto a su Patria que se convirtió en un gran patriota. Tenía tanto amor por su Patria que se permitió dividir a sus compatriotas nacidos como él en la nación llamada España, llegó a ser tan buen patriota que le fue más fácil separar que unir.
    Un día tuvo la feliz idea de hacer un comentario impropio de una persona de bien, donde ponía de manifiesto su odio a compatriotas suyos por ser de ideología distinta a la suya y por no entender y saber vivir en democracia y por tanto no estar educado a saber respetar a los que no son de su cuerda política.
    Este personaje echo por la boca toda su valentía ofensiva, y luego como un cobarde enmudeció y no dijo ni pío a las justísimas palabras que le dedico un comentarista.

    Un patriota debe estar dispuesto cotidianamente a entregar su vida al servicio del bien común, que por ser común, justamente también es el bien de él, su familia y la comunidad.

    Un patriota lucha por la justicia social, porque sabe que la Patria es de todos y cada uno de sus compatriotas y que todos deben disfrutar de la dicga de vivir y realizarse en una comunidad justa y libre, donde impere la igualdad de oportunidades, deberes y responsabilidades.

    ¿Estas definiciones sobre lo que debe de ser un patriota, sabría aplicárselo así mismo D. Arturo Suances?.

    Vicente Millán

    P. D. Mi admiración al comentario de D. Simón Martín

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