"El alma resentida, después de su primera inoculación, se sensibiliza ante las nuevas agresiones. Bastará ya, en adelante, para que la llama de su pasión se avive, no la contrariedad ponderable, sino una simple palabra o un vago gesto despectivo; quizá sólo una distracción de los demás. Todo, para él, alcanza el valor de una ofensa o la categoría de una injusticia. Es más: el resentido llega a experimentar la viciosa necesidad de estos motivos que alimentan su pasión; una suerte de sed masoquista le hace buscarlos o inventarlos si no los encuentra"
Gregorio Marañón. Tiberio: historia de un resentimiento
Marañón le dedicó a la figura del emperador Tiberio uno de sus libros más interesantes : una teoría del resentimiento. Lo que pretendía Marañón con su obra, no era tanto contar la vida de Tiberio como sí esbozar las raíces de su resentimiento y, sobre todo, elaborar una teoría general del resentimiento como pasión dañina.
Desde su salida del Madrid en 2003, Vicente del Bosque no ha dejado de regurgitar bilis y alimentar su resentimiento contra Florentino Pérez. Vaya por delante, que Del Bosque tenía el derecho a sentirse herido, pero no a supurar inquina tan sobradamente como para manchar su bien ganado prestigio de hombre ponderado, y hacer un ridículo que sólo sus más recalcitrantes palmeros pasan por alto.
"Esa fue una maldad de lo que más dolido estoy", dijo Del Bosque. "No sé si provino del propio presidente o vino de la gente, de la corte que lo rodeaba. Es, sinceramente, de las que más dolido estoy. Pero es que no se han quedado ahí, han seguido largando, largando en privado. Tenemos conocimiento de que lo han hecho", declaraba en una entrevista Del Bosque en 2009, ¡¡seis años después de su salida del Madrid!!.
Lejos de pasar página, Del Bosque ha ido retroalimentado su rencor hasta el punto de renunciar a recoger la Medalla de Oro del Real Madrid.
El Marqués no ha superado su salida del club de Chamartín, si no al contrario, ha ido acumulando agravios en una enfermiza obsesión que camufla bajo ese buenismo falsario trufado de hipocresía.
"Al resentido - decía Marañón en su obra sobre Tiberio- le escuece el recuerdo atroz de una impotencia, hay en su psique la huella lacerante de una inhibición, ese instante de cobardía inmutable ante lo que alguna vez oprimió y dejó una secuela de humillación".
Nietzsche veía en el resentimiento una debilidad de la voluntad, que merced a la imposibilidad de responder vigorosamente a lo que ofende o intenta vulnerar, termina por crear en el sujeto una “interioridad” de encono.
Aunque ese encono esté - a veces -, escondido bajo un manto bonachón impostado.
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Pero esto de los resentimientos no es nuevo, esto se da lamentablemente en muchas circunstancias, incluso en personas de una moralidad intachable.
ResponderEliminarPor eso a mí no me sorprende que Vicente del Bosque, desde su salida del Real Madrid en 2003, no ha dejado de regurgitar bilis y alimentar su resentimiento contra Florentino Pérez.
Si echamos un vistazo a los políticos y por señalar a componentes del PP por ser el partido que gobierna y cuando todo debiera de ser “miel sobre hojuelas”.
Lo decían todos, los adversarios y los partidarios del Partido Popular. Ni el Caso Madrid-Arena ni la bronca que ha montado su marido, José María Aznar, criticando la gestión de Mariano Rajoy, impedirán que Ana Botella encabece la lista del PP a la alcaldía de Madrid si ella desea presentarse. Sólo hay algo en lo que todos coinciden sobre la posibilidad de que no repita, pero lo remiten también a su propia decisión personal: que, una vez más, Madrid se quede con la miel en los labios y no consiga la concesión de los Juegos Olímpicos de 2020.
Aunque es evidente que el comportamiento de Aznar tiene un alto componente de “resentimiento” con Rajoy porque se siente injustamente tratado en el Caso Gürtel, muchos dirigentes nacionales y madrileños del PP aseguran que el presidente no se atrevería a quitarla si ella se postula. Sobre todo porque tampoco hay una alternativa clara para sustituirla y, de hecho, la que está dispuesta a hacerlo es la expresidenta Esperanza Aguirre, de la que se dice en el entorno presidencial que, cuando habla, le da auténtico ardor de estómago a Mariano Rajoy.
Esperanza Aguirre ha vuelto a insistir en sus tesis -no compartidas por el aparato popular- en su artículo semanal en ABC bajo el título 'Ha llegado la hora', donde señala que el actual sistema que impera en los partidos se basa en que, para lograr ser candidato en unas elecciones "es más importante cuidar a los líderes y a las cúpulas de los partidos, que son los que elaboran las listas, que ocuparse de los ciudadanos, que son los que votan".
Pero lo más curioso es que en ese artículo ha escrito que "a veces" ha pensado que Lenin, "el inventor de la diabólica estructura de los partidos comunistas en los que todo se supedita a la voluntad del líder bajo la falacia del centralismo democrático, se quedaría asombrado al ver cómo su estructura ha sido copiada por los partidos democráticos españoles"... incluyendo el PP, claro está.
Resulta que, al parecer de Aguirre, con el sistema electoral español y sus listas "cerradas y bloqueadas", los partidos políticos españoles, "aun sin querer hacerlo, han acabado por funcionar de manera que la opinión de los militantes no tiene ni siquiera cauces para ser conocida por los dirigentes".
Y es que, según este 'verso suelto' del PP que es Esperanza Aguirre, "ahora nadie quiere conocer de verdad la opinión y las ilusiones de esos miles de militantes que lo dan todo por los ideales y por los objetivos de su partido, que llenan las plazas de toros y los estadios de fútbol para apoyar a sus líderes" y que "defienden las posiciones de su partido siempre que tienen que hacerlo".
Así que la dirigente madrileña apunta que también sería "un chorro de aire fresco" arbitrar los sistemas adecuados para que esas opiniones de los militantes de base lleguen a conocerse en las cúpulas de los partidos: "Y no cabe duda de que las primarias para designar candidatos podrían ser uno de esos sistemas", ha apostillado.
Esto se puede llamar,¿resentimiento?, que cada uno lo llame como quiera.
Juan Antonio Vidal
Mal, muy mal le ha debido de sentar al presidente de la Conferencia Episcopal Antonio María Rouco Varela las declaraciones del Papa Francisco. Máxime si tenemos en cuenta que Rouco Varela le montó una manifestación a Rodríguez Zapatero, contra la legalización de los matrimonios homosexuales.
ResponderEliminarSi hablamos de RESENTIMIENTOS, es muy edificante que el arzobispo de Madrid y que está al frente de la poderosa Confederación Española, fuese un enemigo acérrimo del presidente Zapatero. Rouco Varela ha sido uno de los presidentes de la Conferencia Episcopal que más abiertamente ha intervenido en política. Sin disimulo alguno la Conferencia emitió un comunicado tanto en las elecciones generales de 2008 como en las últimas pidiendo el voto para el Partido Popular. Pero además Rouco se prodigó en ruedas de prensa y entrevistas cuyo único objetivo era atacar al gobierno socialista y, especialmente, al Presidente Zapatero. La aprobación de la Ley de matrimonio entre personas del mismo sexo, la reforma de la Ley del aborto y la asignatura de Educación para la ciudadanía desataron toda la furia del sector mas conservador del catolicismo español, que es el que controla la Conferencia Episcopal desde hace muchos años.
La oposición de Rouco a Zapatero y su laicismo le llevó a hacer algo sin precedentes en la democracia española, convocar una manifestación contra el Gobierno en la que obispos y cardenales sujetaban las pancartas. Allí estaba Rouco, y también Cañizares.
Y vamos ahora a rasgarnos las vestiduras con Vicente del Bosque si “ha ido retroalimentando su rencor hasta el punto de renunciar a recoger la Medalla de Oro del Real Madrid”. Que está feo, posiblemente, pero no debemos exagerar o dramatizar, ni hablar de rencores y resentimientos, cuando vemos como actúan los que debieran de dar ejemplo.
Hay una frase con mucho peso y valor, como “El que esté libre de pecado, que arroje la primera piedra” que ha servido para taparle la boca a personas que se creen con la fuerza moral de señalar y juzgar a su semejantes, pero también ha sido abusada y malgastada por otros que la usan como excusa, para solapar sus faltas y así quitarse la responsabilidad de sus malas acciones… Por tanto no seré yo el que acuse a nadie, pero tal y como está el patio, incluido el eclesiástico, de lecciones de moralidad las mínimas.
Iván Valverde