En Madrid, la tarde de Cuadri
"...Viene esto a cuento de lo de Adalid, a quien llevan todo el año cicateando sus méritos de torero de plata que quiere hacer bien las cosas, que cumple su oficio con suficiencia y que transforma lo que usualmente es un mero trámite tedioso y ful en un espectáculo. Y que además, se lo hace a los toros de respeto..."
Elogio de Adalid
José Ramón Márquez
El día 9 de mayo de 2010, quinta corrida de la feria de San Isidro, toros de Dolores Aguirre, salió en cuarto lugar el toro Guindoso, número 48, negro listón y descarado de pitones. El toro no se aviene a entrar al tercer par de banderillas y se aquerencia entre el 9 y el 10. Los esfuerzos de Carlos Hombrados con el capote no consiguen sacar al toro de su querencia hacia el tercio. Es entonces cuando Juan Navazo, marfil y azabache, se acerca con gran decisión a los tableros del 10, llama la atención del animal, lo cita y le deja en todo lo alto un superior par, al sesgo para unos, cuarteando de dentro afuera para otros, que pone a la plaza en pie ovacionando la torería, la decisión y el recurso de un peón que es, ante todo y sobre todo, un torero.
-¡Es un chuflas!
Viene esto a cuento de lo de Adalid, a quien llevan todo el año cicateando sus méritos de torero de plata que quiere hacer bien las cosas, que cumple su oficio con suficiencia y que transforma lo que usualmente es un mero trámite tedioso y ful en un espectáculo. Y que además, se lo hace a los toros de respeto. Bueno, pues hay voces entre los de plata, entre los de pluma y entre los de arte que censuran el protagonismo que se lleva Adalid a costa de los pares que les clava a los toros que la mayoría del escalafón no quiere ver ni en casa del taxidermista. Signo de los tiempos, que como tienen al personal entontecido con la pamema de que a los toros se va a ver arte, cuando sale un tío jugándosela con guapeza frente a un galafate saltan como Yesteras a decirle lo que no osarían decirle a un gordete que sale a torear con silla:
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Y es que lo que Adalid representa es, en persona, tan dañino para el tinglado que hay montado como lo es para ese mismo tinglado el toro de casta y de fiereza. Son simplemente cosas que no deben ocurrir, porque con la matraca que llevan dada a cuenta de que si los toreros se lo han pasado estupendamente toreando, de lo a gusto que han estado, de lo que se han divertido, del fandango que se pusieron a cantar mientras toreaban, no cuadra ni que el toro quiera coger ni que un subalterno presente más torería que la mayoría de los que se enseñorean del escalafón a base de amolar juampedros. En la tauromaquia 2.0 el matador es un artista y la cuadrilla son unos que andan por allí a no molestar y a recoger los jerseys y los sombreros de paja que echan las gentes al ruedo cuando los artistas dan la canónica y prescindible vuelta orejera al ruedo. Por eso es que para todos ellos, y especialmente para ese peón que sabe que su cobardía es la garantía de que estará puesto la siguiente tarde, un tío que se descara, que se luce, que chulea y que se lleva los aplausos:
-¡Es un chuflas!
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Hay una aristocracia del toreo, que es aquélla que ha sido duramente bendecida por los pitones deMiura. Es la nobleza de los que han pagado el salario de la sangre a la leyenda de la A con asas. Y es que muchos toreros, muchas figuras, de los que están en activo y de los que se han ido del oficio, jamás se las han visto con un Miura de esos a los que Adalid les gana la cara de poder a poder para mirarles a los ojos mientras les clava el par de banderillas en todo lo alto.
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Se critica a verdaderas Figuras como Adalid -qué bien le viene su apellido- cuando se afirma ladinamente que hay un "excesivo protagonismo" en su heroico arrojo, fruto de su genuina afición y amor a la verdadera Fiesta de los Toros, que nó de las figuritas "artistas", enemigos de la autenticidad y creación del márquetin. Un par de Adalid o de Sánchez vale bastante más que faenitas completas de esos supuestos figurones.
ResponderEliminarpues hoy si estoy de acuerdo con Usted.
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