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Pepe Bienvenida / La suerte suprema

jueves, 16 de octubre de 2014

Ponce celebró el fin de su histórica temporada en Zaragoza




Ponce celebró el fin de su histórica temporada en Zaragoza

Fue en una cena organizada por su más fiel seguidor, el gran aficionado inglés, Michael Wigram. Se celebró el pasado 12 de octubre en el restaurante del Gran Hotel de la capital aragonesa y asistieron varios de sus más íntimos amigos: El propio Michael Wigram, su hija Irene, el fotografo bilbaíno Manu de Alba y su esposa Pilar, su suegro y apoderado Victoriano Valencia, Guillaume Fracois, destacado miembro de la Junta Municipal encargada de regir la plaza francesa de Mont de Marsan acompañado de su esposa, el gran aficionado y colaborador de Canal Plud Toros, Maxi Pérez, el gran aficionado Gerardo Cornejo, Julio Maza, chófer particular de Enrique y José Antonio del Moral que al final de la cena leyó la crónica que acababa de escribir sobre la magistral actuación del maestro esa misma tarde en la plaza de La Misericordia


De la crónica de José Antonio del Moral, emocionó a todos el siguiente párrafo:

""Mira, Enrique, pase lo que pase, ocurriera lo que ocurriese en este fin de tu temporada que este año no será en Jaén como acostumbrabas, cuando vuelvas al hotel y después de que reces como solo rezas tu frente al abundantísimo altar de tus devociones, mírate a tus prodigiosas manos, siente el latido, siempre tranquilo y bondadoso de tu corazón y piensa un momento en todo lo que llevas hecho en el toreo – más que nadie – y, muy especialmente, durante esta temporada tan importante para ti que empezó sufriendo una gravísima cogida en Fallas que pudo ser mortal; siguió increíble y admirablemente reapareciendo nada menos que en Sevilla y en Madrid, dando ejemplo a todos tus compañeros; y continuó jalonando actuaciones magistrales y es decir poco, tanto con los buenos toros a los que has toreado mejor que nunca, como a los malos que también tuviste que afrontar muchos y a todos les sacaste inverisímil partido sin perder con ninguno la compostura, la naturalidad, la elegancia y esa inimitable facilidad de las que no puedes ni podrás prescindir nunca porque estos dones que Dios te ha regalado – en lo único que falla varias veces la Divina Providencia es con la espada –, los llevarás siempre contigo. Y no digamos los que adornan tu ser y tu estar como ser humano tan excepcional o más que la enorme torería que posees elevada a la enésima potencia. Y que en ese momento no te importe presumir de todo ello aunque tengas que desprenderte de otra de las virtudes que también te adornan: la humildad. Esa humildad de los verdaderamente grandes porque nunca tienen necesidad de exteriorizarla y menos de venderla. Aunque sabes mejor que nadie quien eres, jamás abusaste de este singular saber.""


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