Apenas merece la pena entrar en demasiados detalles sobre lo acontecido ayer en la Maestranza. Solamente destacar en lo único positivo que vivimos las dos faenas, sobre todo la primera, de Esaú Fernández en sus dos toros. Lo estropeó todo con una espada fatal.
Un pinchaúvas y dos inútiles desperdician una buena corrida de Alcurrucén
Sevilla. Plaza de la Real Maestranza. Domingo 28 de septiembre de 2015. Tarde muy calurosa con media entrada repartida.
Seis toros de Alcurrucén, bien presentados y nobles en distintos grados de bravura y de fuerza. Muy noble el primero. Noble el segundo. Noble a menos en brío por masacrado en varas el tercero. Noble aunque con una puntita de genio el cuarto. Excelente el quinto. Noble aunque blando de patas y también duramente castigado en varas.
Esaú Fernández (marino y oro): Cuatro pinchazos, estocada y tres descabellos, gran ovación. Cinco pinchazos, media tendida y tres descabellos, aviso y saludos por su cuenta.
Borja Jiménez (verde esperanza y oro): Seis pinchazos u estocada muy trasera caída, aviso y silencio. Estocada, ovación e intento frustrado de vuelta al ruedo.
Lama de Góngora (blanco y oro): Estocada baja, silencio. Varios pinchazos y estocada, silencio.
Apenas merece la pena entrar en demasiados detalles sobre lo acontecido ayer en la Maestranza. Solamente destacar en lo único positivo que vivimos las dos faenas, sobre todo la primera, de Esaú Fernández en sus dos toros. Lo estropeó todo con una espada fatal. Podría haber cortado una oreja de cada uno de sus dos oponentes si no hubiera pegado dos mítines con la espada. Hasta se sobrepuso al voleteretón que propinó su segundo toro, lo que es digno de encomio. Pero estos fallos garrafales con la tizona son mortales de necesidad cuando quien falla es un torero modesto necesitadísimo de tocar pelo. O sea, de triunfar. Su innegable buen concepto del toreo que ayer practicó con notable brillo entre el desbordado beneplácito de los espectadores, esos bieeeen que en Sevilla acompañan a los toreros de la tierra en cuanto se estiran, venga o no venga a cuento y ayer vinieron durante las dos faenas, no son suficientes si luego lo echan todo a perder en la suerte suprema. Esaú tuvo un lote de Puerta del Príncipe y la perdió. Eso es lo más lamentable. Porque el año que viene seguro que le volverán a poner pero no bien acompañado ni con una corrida de toros de lujo como la de ayer.
Los que no deberían repetir más en La Maestranza son Borja Jiménez y Lama de Góngora. Y no porque no quisieran triunfar sino por incapaces de conseguirlo. Borja “fabrica” los pases como churros. Se hartó y nos hartó de recetar muletazos absolutamente vulgares en dos larguísimos trasteos intrascendentes y aburridos. Y Lama, que sus días de becerrista encandiló a la afición se su Sevilla como pocas veces hemos visto, ayer nos demostró su incapacidad y un temor impropio de quien pretende ser torero favorito de sus paisanos. Lo digo porque en la lidia de sus dos oponentes, permitió que sus picadores dieran estopa a sus dos toros para acomodarlos a las limitaciones de su joven jefe.
Lama se ha convertido pasa su pesar en uno más de la infinidad de aspirantes que apuntan pero no disparan nunca. Y así no merece la pena seguir en gran parte gracias a quienes les llevan y protegen. A este sin duda excelente y educado muchacho de muy buena familia sevillana hay que decirle que se dedique a estudiar y a ejercer su carrera en vez de seguir perdiendo el tiempo en su baldío y prácticamente imposible intento de ser matador de toros.
No sé el trato que les darán en la prensa sevillana. Si es bueno como ocurre casi siempre con los toreros locales hagan lo que hagan, no se lo crean. Son ganas de ganetas.
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