No es uno más, el torero albaceteño es otro de esos toreros que el taurinismo, los que mandan en el circuito comercial donde solo habitan las figuras, nos tienen relegado. Hasta que esa gente no quiera Sergio Serrano seguirá deambulando a la espera de que su nombre se abra un hueco, el que por condiciones y méritos le corresponde, en los carteles de las ferias.
Esto no es nuevo, casi es de toda la vida, aunque ahora, en los últimos tiempos, se haya convertido en un mal endémico. Allá por los años sesenta del pasado siglo, cuando mi afición tomó cuerpo, había figuras, sí, pero también muchos otros toreros que inundaban los carteles en todas las plazas. Aquello era otra cosa.
Cualquier aficionado podía ver torear, por ejemplo, a Fermín Murillo sin que hubiera que esperar años, como pasa ahora, para ver a un buen torero. No se si los quieren con ojos azules o tintados de rubio, lo que si se es que entre los que no torean casi nada hay muchos toreros, torerazos, que torean mucho mejor que los que hacen los paseíllos todos los días.
Recientemente hemos comentado el caso de Juan Ortega, quien ha tenido la suerte, la capacidad y categoría ya las tenía, de que haya apostado por él Simón Casas. De no haber sido así, todavía seguiríamos esperando que lo pusieran un día para deleitarnos con sus maneras toreras.
No lejos en el tiempo está el caso de Diego Urdiales, quién a pesar de sus reiterados triunfos, a base de la máxima expresión de la pureza torera en la plaza de Bilbao, el resto de las plazas se mantenían cerradas a cal y canto para el gran torero riojano. Por suerte, ahora y ya era hora, podemos verle hacer paseíllos con la montera en la mano debutando en muchas plazas. Esperemos que siga debutando más veces para regocijo de los aficionados.
Puedo citar también el caso de Emilio de Justo, otro abandonado por los ‘entendidos taurinos’ hasta que Francia le dio asilo y el empujón necesario para volar más alto. Por suerte un empresario joven y pujante, Alberto García, ha apostado por el extremeño. Todos salimos ganando. Con una terna, y qué terna, como ejemplo, se visualiza lo ‘justo’ que es el mundo del toro y qué bien se aplica aquello de que ‘el toro pone a cada uno en su sitio’.
Con Sergio Serrano apuntamos otro torero a la lista de recuperaciones de la injusticia taurina. Su actuación ayer en Las Ventas le capacita para torear, si quieren los que mandan, en todas las ferias. Es curioso que tengamos que decir ‘si quieren’, cuando no debería hacer ninguna falta.
Claro que si torean los que saben y tienen los méritos, ¿dónde ponen a la nómina de toreros que llevan ocupando todos los puestos con el toro fácil y el toreo ventajista?
Como anotación final, podemos decir que a los que hemos citado los méritos se los reconocemos con el toro de verdad, ese que debería ser el que pusiera a cada uno en su sitio.
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