Los antis van ganando batallas ante la pasividad del sector profesional sin que se produzcan reacciones. No parece importar. A algunos sólo les preocupa percibir 50 euros más por festejo y, amparándose en que son mayoría, son capaces de proponer una huelga para que no se celebre una feria de novilladas sólo porque un grupo de compañeros ha firmado un convenio en el que aceptan rebajarse los honorarios.
Sólo importa cobrar 50 euros…
Carlos Bueno
Avance Taurino / Sept. /2021
Es incalculable la cantidad de subalternos que a lo largo de los tiempos han ido “por el túnel”, es decir, han aceptado torear por menos dinero del que marca el convenio. Ningún sindicato se rasgó las vestiduras, al contrario, siempre se tapó. Ahora, un colectivo ha firmado un acuerdo puntual y legal para viabilizar una feria de novilladas y se ha armado un lío monumental. Una guerra interna que ha saltado a los medios y que sólo beneficia a los antis, que se frotan las manos viendo cómo el sector taurino tira piedras sobre su propio tejado.
El partido animalista PACMA, que en las últimas elecciones obtuvo 326.045 votos en toda España, realizó una denuncia previa por la participación de un menor en una clase práctica que se iba a celebrar en la localidad valenciana de Chelva la última semana de agosto, y otra posterior por la presencia de menores en las gradas. El argumento esgrimido era que, según su interpretación de la ley de derechos y garantías de la infancia y adolescencia de la Generalitat Valenciana, está prohibida la presencia de menores donde se dañe física o psicológicamente a animales. Poco más de una semana después de los hechos, está por oírse la voz de algún estamento taurino argumentando la legalidad de lo sucedido y el derecho de los padres a educar a sus hijos según su criterio.
El periódico valenciano “Levante” se hizo eco de la noticia dedicándole dos espacios. El primero de ellos llevaba por título a tres columnas “la ley de infancia prohíbe a menores asistir a actos donde se dañe a animales”, una frase llamativa y sesgada que predisponía al lector a ponerse del lado animalista. El día siguiente, en este caso sólo a dos columnas, el mismo diario afirmaba que “la policía no ve indicios de infracción en los actos de la escuela taurina en Chelva”. Sólo faltaba apuntar que los agentes estaban ciegos. Y poco más de una semana después de los hechos, está por oírse la voz de algún estamento taurino pidiendo a la publicación rigor e imparcialidad en su información.
Por fortuna, fuentes de la Generalitat y de la Diputación insistieron en que se cumplía toda la normativa recogida en el Real Decreto estatal que regula las escuelas taurinas y sus actividades (RD 145/1996, de 2 de febrero), que apunta que “los alumnos que participen en tales prácticas deberán haber cumplido los 14 años de edad”.
Pero PACMA erre que erre sigue insistiendo en que los toros tienen efectos negativos en los niños y niñas, incluso como espectadores, y que la tauromaquia no es formativa ni educa en valores.
Un auténtica barbaridad, un insulto a miles de artistas y de eruditos de todas las épocas y de todos los tintes políticos a quienes los valores que conlleva el toreo les ayudó a crecer personalmente y que se inspiraron en los toros para sus creaciones. Un insulto para sabios e ignorantes, para ricos y pobres. Un insulto para mi abuelo y para mi padre. Y poco más de una semana después de los hechos, está por oírse la voz de algún estamento taurino desmintiendo las falacias de los animalistas.
Un chaval de 14 años puede competir en el Mundial de Motociclismo pilotando una moto a más de 240 kilómetros por hora, y puede acabar estrellándose en una curva de cualquier circuito. Pero en eso nadie se mete porque detrás no hay intereses de las multinacionales de las mascotas. Sólo importa que nadie pueda formarse como torero hasta los 18 años y que nadie pueda acudir a un coso si no es mayor de edad. La estrategia es clara: romper la cadena de afición. En pocos años no habrá aspirantes a matadores ni público en las plazas. Los antis van ganando batallas ante la pasividad del sector profesional sin que se produzcan reacciones. No parece importar. A algunos sólo les preocupa percibir 50 euros más por festejo y, amparándose en que son mayoría, son capaces de proponer una huelga para que no se celebre una feria de novilladas sólo porque un grupo de compañeros ha firmado un convenio en el que aceptan rebajarse los honorarios.
Por el contrario, este grupo minoritario asegura que el verdadero fondo de la cuestión es el cobro de los derechos de imagen de televisión. ¿Saben qué? Da igual quien tenga razón, da igual todo, porque a este paso sólo ganan los antis, que se frotan las manos mientras comprueban cómo los taurinos echan piedras sobre su propio tejado.
Hasta el momento ningún sindicato profesional se había preocupado seriamente por denunciar a los compañeros que iban por el túnel, que aceptaban torear por mucho menos dinero del mínimo establecido.
Esa ha sido una práctica que nadie admitió pero que todos sabían que se producía. Un acuerdo secreto entre matador y subalterno que se ha llevado a cabo desde tiempos inmemoriales y que siempre se ha tapado a pesar de no ser ético, ni solidario, ni legal. Sin embargo, ahora se pone el grito en el cielo cuando se busca la viabilidad económica de unos festejos puntuales llegando a un acuerdo con luz y taquígrafos que garantiza un salario menor pero digno.
Cada año la tauromaquia sufre más ataques. Cada año se celebran menos corridas. Cada año los chavales que quieren ser toreros lo tienen más complicado… y se propone un boicot en una feria de novilladas… Nada, que nos extinguimos solos, sin necesidad de denuncias del PACMA.
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