"..El ministro de Cultura, don Ernesto Urtasun, continua en su lucha (que es un odio desmesurado), contra la Tauromaquia, contra la religión cristiana, contra nuestra historia, contra España en definitiva.."
Eso ya lo sabíamos, ministro
Rafael Comino Delgado
Catedrático de la Universidad de Cádiz
El ministro de Cultura, don Ernesto Urtasun, continua en su lucha (que es un odio desmesurado), contra la Tauromaquia, contra la religión cristiana, contra nuestra historia, contra España en definitiva.
Son ya innumerables las ocasiones en que públicamente ha dicho que está en contra de la Tauromaquia, incluso suprimió el Premio Nacional de Tauromaquia de este año, y ha amenazado varias veces con abolir la ley 18/2013, de 12 de noviembre, que declara a la Tauromaquia como Bien Cultural Inmaterial de España. Ahora está pendiente de la Iniciativa Legislativa Popular para recoger 500.000 firmas con dicho objetivo. Hasta el momento solo han recogido 300.000, por lo que les han dado tres meses de prórroga.
Ante esa actitud de nuestras autoridades, cabe destacar que la película, “Tardes de soledad”, película que trata el mundo del toreo, de Alberto Serra, acaba de ser premiada, por un Jurado Internacional, con la Concha de Oro en el festival de cine de San Sebastián. Mucho me temo que si el Jurado hubiese sido solo español, esa película, no hubiese ganado el premio. Y también me temo mucho que al ministro Urtasun, al presidente del gobierno, y a muchos de sus más cercanos aduladores, autodenominados progresistas, especialmente a los que viven del cine español subvencionado, no les habrá gustado nada tal decisión.
Pero no es solo contra la Tauromaquia, sino que el ministro también está contra la religión cristiana, muy mayoritaria en España. Muestra de ello es que, hace pocos días, le ha concedido el Premio Nacional de Comic a una obra de Bea Lema, que frivoliza con el cuerpo de Jesucristo y la comunión, hasta el punto de considerar a dicha religión como una superstición. El premio es de 30.000 euros, que le ha regalado a su autora.
Nada de todo esto es nuevo para nosotros, porque el ministro es un hombre, con cara de dolor de estómago permanente (no lo digo despectivamente, ni en tono jocoso, pero es que da la impresión de siempre estar enfadado), que odia a España, sus gentes y su cultura, y tal odio lo está demostrando desde el primer día en que fue nombrado ministro, por tanto que ahora diga, “mientras yo sea ministro no habrá premios ni dinero público para la Tauromaquia” no es nuevo, es algo que ya sabemos desde que conocimos algo de su currículo, es decir, desde que fue nombrado ministro, porque antes muy pocos españoles sabían que había un hombre, catalán, y por ende español, que odiaba tanto a los toros, a la religión cristiana, a España, a su cultura, en definitiva.
Ahora sabemos, además, que dicho hombre fue puesto en ese cargo, no por sus méritos, por cierto no son excesivos según se deduce de su currículo, por otro español que quiere destruir la nación española y llevarnos a un socialcomunismo criminal, borrar nuestra cultura, nuestras tradiciones, nuestra historia en definitiva, y reescribirla a su gusto.
Y sabemos que una de las principales misiones que le encargó, quien le nombró, fue acabar con los toros. Sabemos que en la ideología del presidente y del ministro, lo normal es que cuando algo no les gusta a ellos se prohíbe y asunto resuelto. Es su forma de pensar y actuar.
Y también sabemos que ambos serian incapaces de hacer el más mínimo gesto, muchísimo más insignificante de los que han hecho contra lo nuestro, contra el Islam, porque una de sus características principales, de ellos, y la gente como ellos, es la cobardía, y saben muy bien que si lo hicieran lo pagarían muy caro. Por eso jamás lo harán, al contario le ensalzarán.
No sé si su jefe, el presidente Pedro Sánchez, como él, y yo diría todo el gobierno, conocen aquella frase del periodista y escritor turco, Peyami Safa que dice: “Si quieres destruir una nación, no hay necesidad de hacerle la guerra. Basta con hacerle olvidar su historia, perturbar su lenguaje, alejarlo de su religión y por tanto desintegrar sus valores espirituales y moralidad”. Probablemente no, porque, al menos, el presidente no es muy leído, y gran parte del gobierno tampoco, pero su contenido lo están aplicando al pie de la letra en España. Ojalá Dios les de, a todos, muchísimos años de vida, pero ojalá Dios no permita jamás que vean cumplidos sus deseos de destruir la nación española, y satisfecho su odio a todo lo nuestro.
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