'..Fue la mejor primera parte de la temporada. Y al volver se vio que ese equipo, ese once, está para el rocanrol, efectivamente, como el mismo Xabi Alonso dijo. A otro ritmo no lo hará bien. Ha de jugar así. Es once de noches grandes, para la máxima intensidad y tiene que ser así administrado, cosa que confirmaron las lesiones de Trent y Camavinga..'
Hughes
Pura Golosina Deportiva
Al 11 del Madrid no le faltaba nada. Un Vitinha, vale, pero nada más. De Courtois a Mbappé, once futbolistas poderosos. El Madrid era más alto, más fuerte y parecía nuevo. A ello contribuía la vuelta de Rudiger, que es como jugar con rueda de tractor, la presencia de Trent y el producto de las decisiones de los últimos días aciagos: una media con Camavinga junto a Tchouaméni y Bellingham por delante.
Debería ser el once del Madrid, dejando a Güler de número doce, como el mejor Guti, alguien para entrar en el doble pivote o la mediapunta y para darle al Madrid otra tonalidad en las segundas partes.
No es que fuera una novedad todo eso, pero venía revestido de propósito. El Madrid salió con viveza en el toque, conjunción en las líneas y compromiso defensivo sellado en el papel timbrado del 4-4-2.
Era un Madrid apiñado y unificado y ya muy pronto tuvo ocasiones de Vini y Mbappé que detuvo Unai Simón. Aún respiraba tenso el portero cuando llegó el 0-1, un golazo consistente en un largo pase de Trent, control total de Mbappé, un regate, dos regates, los pasos yendo salvajes al área y trallazo. Toda la acción iba sumando, como una cadena de valor perfecta, y ya el inicio era altísimo, porque el pase de Trent era una maravilla que sonaba a Beckham más fino, de balón más liviano... ¿cómo no se va a lesionar Trent, si para dar esos pases su cuerpo tiene que asumir una tensión imposible? Para que la pelota le vaya exacta como una paloma mensajera su cuerpo se somete a todo tipo de violencias internas que él oculta bajo la silueta del centrador, quizás la más estética del fútbol.
El Madrid nadó en espacios, repitió ocasiones y demostró formas solventes de sacar la pelota; los centrales se abrían como para un parto, Camavinga tomaba la responsabilidad y Tchouaméni se escalonaba por delante. Se superaban las líneas como si fueran biombitos de papel y ya son dos salidas, Grecia y Bilbao, en las que el Madrid evoluciona y hasta muta con espacios. Un poco de espacio, solo un poco, y ¡chas! multiplica al Madrid, que puede conectar con el contragolpe, con esa naturaleza que ha aprendido a amar, a hacer suya, que le ayuda a llevar la púrpura, la carga de ser el Madrid.
El juego se basaba mucho en balones largos a Vinicius, el equipo tomaba la forma de una cometa que el viento empujara hacia la izquierda.
Vini y Mbappé permutaban, compartían más allá del entendimiento. Acabarán siendo bros.
Lo más extraordinario era que Camavinga jugaba a un toque. Sentíamos su esfuerzo de concentración y lo sosteníamos desde casa. Descubrimos que la mejor forma de ver al Madrid es meterse en Camavinga y acompañarle psicológicamente. No sólo está ahí la clave del Madrid, es que el partido gana en interés. Es el infinity antes del infinity.
El equipo estaba compacto, Alonso hacía su gesto de juntarlos, como comprimiendo al equipo en un abrazo. Se vio la tensión psicológica del míster, se notó que proyectaba en el campo y que encontraba una respuesta. Tuvo que sentir Alonso (se lo estará contando ahora a su mujer por teléfono) que el equipo le seguía, como al director le sigue la orquesta o a Bolaños los tertulianos.
Vimos la belleza de la voluntad futbolística, de la unidad, del fascismo táctico; la conjunción de un todo, y el equipo no se partió ni un instante.
Eran especialmente coordinados los movimientos por la banda izquierda. Todos andaban en apogeo asociativo: Vini y Mbappé, los dos con Carreras y Carreras con Bellingham cuando por allí caía.
Todas estas bondades no evitaron la participación de Courtois, con dos paradones a tiros que llegaron por donde Valverde, el jugador menos entonado de la noche.
A eso de la media hora se podía temer una caída de tensión, se perdieron algunos balones, se notó un pico de cansancio y también se echó de menos el jugador amasador, conservador, flotante, que la tiene por tener y de ese conato de galbana el Madrid se sacó con un largo pase de Militao a Vinicius, que rompía al rival y servía para que el equipo entero se fuera tras él, y, sobre todo, con el protagonismo de Jude Bellingham que cortó, robó, elaboró, distribuyó y asumió una responsabilidad en el centro del campo; cuando unos minutos después llegó el 0-2, una larga jugada del Madrid, un gol de todos, coral, coral Bistuer por fin, el que más lo celebró fue él porque en el gol buscó, distribuyó, luego centró Trent, peinó Mbappé y remató Camavinga.
Bellingham hizo un gran partido y nos ofreció una invitación a entenderlo mejor. Dos o tres más así y pronto se rumoreará que se pasa las tardes en casa tomando brócolis bajo infrarrojos.
Fue la mejor primera parte de la temporada. Y al volver se vio que ese equipo, ese once, está para el rocanrol, efectivamente, como el mismo Xabi Alonso dijo. A otro ritmo no lo hará bien. Ha de jugar así. Es once de noches grandes, para la máxima intensidad y tiene que ser así administrado, cosa que confirmaron las lesiones de Trent y Camavinga.
El Madrid sacó la pelota de un modo estudiado. Se vio una salida trabajada. Y la mano del entrenador, por ejemplo, en lo bien que Vinicius supo detenerse, parar, no irse a lo loco contra el mundo.
A la altura del minuto 50 llegó el ay: una pérdida, la primera quizás de Camavinga, la lesión de Trent, un principio de trifulca... ¿se desconectaría el Madrid?
Cuando se podía temer, Mbappé marcó el 0-3 de tiro de fuera del área, quizás con colaboración de Unai Simón.
Ya era momento para ir cambiando. Camavinga, por no soltarla a tiempo, fue golpeado en un tobillo y se volvió a lesionar. Debe pasar la pelota antes por su propia salud. Su propia fragilidad le invita a la ligereza, a la síntesis. Yo veo por ahí el refinamiento posible de Camavinga. Si la suelta a tiempo, Camavinga durará y el Madrid jugará bien.
También en los cambios se sintió que las cosas pueden encajar. Güler entró por Camavinga, y se movió con soltura; después entraron a la vez Gonzalo, Rodrygo y Brahim a reanimar el ataque. Percibimos la frescura que podrían traer.
Rodrygo hizo una jugada estupenda para Brahim. No salió, pero en una de estas saldrá y Rodrygo se quitará ese aire de japonés avergonzado a punto del seppuku que lleva encima. No queda tanto y entonces, el Madrid tendrá otra riqueza más que habíamos olvidado.
Cuando nos reencontremos con el equipo, ¿podremos todos mirarlo a la cara? (Espacio cortesía de este pequeño blog para el examen interior). El Madrid, salvo un Vitinha, tiene de todo.


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