La muerte de Rafael de Paula vuelve a poner sobre la palestra la vigencia de estos toreros.
“Hoy no hay toreros gitanos y bien que haría falta alguno de raza calé”
Carlos Crivell
Es posible que el toreo moderno discurra por otros parámetros en los que ese tipo de toreo de pellizco no tiene buen encaje
Me dijo en cierta ocasión Curro Romero que faltaban en la Fiesta toreros geniales. De esto hace veinte años. Morante ya estaba entonces en activo, pero no era el mismo torero de ahora, aunque Morante siempre ha sido genial, solo que no se le ha reconocido hasta hace algunos años. La genialidad a la que se refería el Faraón la encarnaba su propia figura torera, igual que ha sido genial Rafael de Paula, lo que deja bien claro que para ser un genio no hace falta ser figura ni torear cien corridas en una temporada. El último genio del toreo es Morante. Ha habido grandísimos toreros, pero el concepto de genio está reservado para casos muy especiales. El genio no tiene que ser un torero excepcional. Es un torero de impacto y arrebato.
Y un caso especial, sin ninguna duda, es el del gitano de Jerez, Rafael de Paula, cuya muerte nos ha llenado de dolor y de nostalgia, porque fue un torero con toda la carga de su estirpe gitana, ya para lo bueno, ya para lo malo. A Paula le he visto tardes en Sevilla, Jerez y El Puerto que quedan ya para siempre grabadas en mi memoria taurina. El torero del barrio de Santiago era un representante genuino del torero gitano, de raza y comportamiento. El toreo gitano es una mezcla de sorpresa, inspiración, carisma, empaque elevado a su máxima potencia, soniquete de martillo y fragua, irregularidad como premisa fundamental, es un toreo personal, reconocible siempre, muy atractivo, pero bastante difícil de contemplar en los ruedos.
Extraordinario el lance de Curro Puya,
uno de los mejores intérpretes de la verónica.
Como paradigma del toreo gitano hay que recordar a Curro Puya, Francisco Vega de los Reyes "Gitanillo de Triana", que como todos los de su raza fue el intérprete de las mejores verónicas de la historia. Lances suaves, interminables, en los que el toro pasaba con tanta lentitud que al torero se le paraba el corazón y se detenía el tiempo. Y otro gran gitano genial fue Cagancho, el de Almagro, la talla de Montañés. Los toreros gitanos buenos suelen ser geniales. Ha habido otros como Rafael Albaicín, El Caracol, Manolo Amador y Sebastián Cortés. Y algunos, con ramalazos gitanos y de un estilo torero indescriptible en instantes marcados, entre ellos me acuerdo del gran Manolo Cortés.
La muerte de Rafael de Paula vuelve a poner sobre la palestra la vigencia de estos toreros. No hay toreros gitanos en nuestros ruedos y bien que haría falta algún espada de raza calé, porque son diferentes y podrían completar un espectro variado. Es posible que el toreo moderno discurra por otros parámetros en los que ese tipo de toreo de pellizco no tiene buen encaje. Se ha muerto el último de los gitanos toreros, un genio en la plaza y también genial lejos de los ruedos. Rafael dejó muestras de un toreo sublime, de ensoñación, capaz de enloquecer a los presentes en las tardes en las que las musas el acompañaban, que como suele ocurrir con estos matadores acontece muy pocas veces. Su trono quedó desierto el día que se quitó la coleta en Jerez. A la Fiesta, en su diversidad, bien le vendría la llegada de toreros de la raza gitana, personales y diferentes.



No hay comentarios:
Publicar un comentario