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Pepe Bienvenida / La suerte suprema

jueves, 4 de diciembre de 2025

Pena del Estado / por HUGHES


'..Una pena teñida de amargura por el daño, lo irreversible y la perfidia. Es una sensación cívico-política sin igual. Se aparta la mirada para no sufrir. La sensación de destrozo y entrega del Estado es distinta y extrañamente no menos intensa que la del abandono de lo nacional y quizás por ahí se intuye que es el Estado el que crea su nación..'

Pena del Estado

HUGHES
En las últimas horas, PP y PSOE se disputan el favor de Junts. Unos para la moción de censura que no presentarán, pues han reducido la política a la forma de minué de cloacas que ellos llaman antisanchismo y que no se diferencia mucho del rajoyismo (en realidad, entre el antizapaterismo, el rayojismo y el antisanchismo llevan treinta años de poco o muy poco); y otros para no perder su favor parlamentario, expresado en esa arisca portavoz de Junts que en la oreja se pone el «pinganillu». Sánchez tomará tarde o temprano la vía del reconocimiento de la identidad catalana, y cuando suceda ¿podrá la gente ir a Ferraz a quejarse o considerará Ayuso que eso es «violencia»?

Se ha hablado poco (pero ¿quién lo va a hacer?) de esas palabras que colocan a la presidenta ya sin mohín ni disimulo en el losantismo. Huelga hablar del liberalismo pudiendo hablar de los liberales y, sobre todo, de estos liberales.

A Ayuso, con más periodistas a su servicio que algunos jefes de Estado del G20, habría que preguntarle si era «trifulca» lo que se buscaba cuando mandaron a las masas peperas a cercar Génova en tiempos de Casado. Eso era el «pueblo», palabra que ahora ha aprendido a decir Cayetana, con lo cual ya que Dios nos pille confesaos.

De la concentración en Debod lo relevante es que hasta el mismo PP se presenta ya como PP de paisano. Entre el PSOE y Vox prácticamente todo es PP de paisano. Miren bien, fíjense. ¿Se acuerdan de la serie V, que debajo de la piel eran lagartos?

La autora de la frase «Hay que ser muy valiente para defender las democracias liberales desde aquí, desde Leganés» menospreciaba ayer un fallo del Constitucional que no le daba la razón. Cuando decide el Supremo (tengo un interés sincero por leer, cuando salga, la sentencia del Fiscal General) habla la Ley, cuando el Constitucional, habla el Sanchismo. Así podemos encontrar la definición, no siempre clara, de Estado de Derecho: es cuando sentencian los jueces que le gustan al PP.

El Estado de Derecho Español tenía que meter en la cárcel al golpista Puigdemont o al menos a Pujol. Una semana aunque fuera. Pero sólo ha podido meter a Ábalos.

Y porque lo permite la Constitución, que gusta tanto a los que tienen a Juan Carlos Wolverine de youtuber, y porque el PP prefirió dar el poder a Sánchez antes de arriesgarse un ápice a perder la primacía en la derecha, prosigue la venta a cachitos del Estado en Cataluña (adiós, Habilitación Nacional), lo que produce, al menos en algunos, una sensación extraña para la que no hay palabra. Quizás la tengan los alemanes. Una pena teñida de amargura por el daño, lo irreversible y la perfidia. Es una sensación cívico-política sin igual. Se aparta la mirada para no sufrir. La sensación de destrozo y entrega del Estado es distinta y extrañamente no menos intensa que la del abandono de lo nacional y quizás por ahí se intuye que es el Estado el que crea su nación.

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