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Pepe Bienvenida / La suerte suprema

lunes, 9 de abril de 2012

Domingo de Resurrección en Madrid. Triunfo de Fundi. Fundidos a abrazos / Por José Ramón Márquez

Oreja y bota para un Fundi superior

Domingo de Resurrección en Madrid. 
Triunfo de Fundi. Fundidos a abrazos

José Ramón Márquez

Madrid, 08/04/2012.-
Le incomoda a mi amigo Andrés la presencia de la bandera constitucional en la Plaza. Estima que las colgaduras con la enseña nacional estorban para la contemplación del trabajo de forja de las balaustradas. Creo yo, bien al contrario, que esa bandera de nuestros padres jamás estorba, y que en este caso particular sirve, además, para tapar el orín que corroe la forja, para ocultar el óxido que aflora entre las comisuras de la cerrajería, como una premonición.

¿A quién molesta la bandera?

Hoy se conmemoraba el cincuentenario de la muerte de Juan Belmonte por su propia mano, magnífico tema para la teología en este domingo en que se cierra el ciclo del nazareno sepultado y resucitado y, a la vez, macabro chiste que da la vuelta a la fama del torero huérfano: todo aquél que quiso verle tuvo tiempo más que de sobra para hacerlo sin apresuramientos

Domingo de Resurrección en Madrid con una corridita bastante birriosa de José Luis Pereda, encaste Núñez o juampenúñez, que algunos tenían unas pintas bodegueras de no te menees. Bueno, para evitar discusiones frente a la ciencia veterinaria tan apabullante aceptaremos Núñez como encaste del día de hoy con esos matices que siempre enriquecen las corridas de toros, tan consabidos de puro requetevistos, el gordito, el cornalón, el castañito, el que tropieza, el que echa la carita al cielo y el burraquito, que esa nota de color no puede faltar. De entre tanta torez salió uno, el quinto, que algo tenía dentro que le hacía distinto a los demás. Se llamaba el cornúpeta Huérfano I, número 22, y se echó sobre el caballo como un león, metiendo la cabeza debajo del peto y empujando con fijeza y con las fuerzas que tenía. Al segundo encuentro con el aleluya acudió alegre el huerfanito, con buen tranco y a buena distancia. Además, el toro tuvo la suerte de que Jesús Manuel Vicente le pusiera el caballo de frente y le echara el palo con ganas de hacer bien las cosas, o sea que con esa concatenación de circunstancias extraordinarias tuvimos hoy, al menos en el animal que se lo merecía, un tercio de varas distinto a lo de todas las tardes.
No pudo venir Curro Díaz, a quien siempre esperamos con atención, y en su lugar vino Fundi a dar la alternativa a Víctor Barrio y a confirmar a Juan del Álamo, o sea, a armar un lío a los turistas que no entendían eso de que el tercero mata al primero, el segundo mata al segundo, el primero despacha al tercero, el segundo mata al cuarto, el primero, al quinto y el tercero al sexto, que parecía que estábamos viendo a Manolo Morán con la turista en la inolvidable escena de Tarde de Toros de Ladislao Wajda. Y eso sin contar la cosa versallesca de abrazos, intercambios de trastos, saludos educados y estrechamiento de manos, que al final se hace cansina.

El paseíllo de El Fundi

Fundi es un torero de Fuenlabrada de verdad, es decir que en su haber hay Miuras como rosquillas de la Tía Javiera. A lo largo de su dilatada carrera ha tenido dos circunstancias incómodas: una cuando mandó muy gráficamente a paseo a los que le increpaban desde el 7, lo que le granjeó una enemistad con algunos de los de ese tendido que duró un poco de tiempo; dos, cuando por causas incomprensibles para quien esto escribe, se dedicó a ir de telonero en los festivales a beneficio propio de José Tomás, mudando los pavorosos toros que meten miedo por los delicados cuvillos y demás fauna Disney que tan grata es al ciprés berroqueño de Galapagar. 

Por derecho

Hoy José Pedro Prados nos dio la justa medida de sí mismo, pura fidelidad a su estilo con dos Huérfanos. Con el toro de Interior, Huérfano II, número 67, estuvo superior, y con el de Cultura, el ya reseñado Huérfano I, no dijo nada. Al toro de Interior le aplicó la tauromaquia que le ha servido para hacer su carrera entera a base de inteligencia -alguno dirá ratonería, pero sin ánimo de ofender-, mucho temple y mando. Fue capaz de ir metiendo al toro en el saco y cuando ya se confió y se cambió la mano a la zurda le arrancó una sensacional tanda de naturales de mucho cuajo y un molinete de mucha gracia como homenaje aGallito, cuya memoria latió a lo largo de toda la faena del Fundi. Se perfiló en corto, con el estoque en el pecho y recetó un volapié que tumbó al toro rápidamente. Gran Fundi en este toro y remarquemos que este torero ni por complexión física ni por estilo ni por maneras es Pepe Luis Vázquez. Como siempre pasa, algunos confundieron los términos o no vieron la gran obra que el torero hacía y se equivocaron aplaudiendo al toro en el arrastre.

A pie de caballo

El otro toro, el de Cultura, tenía una bravura poco violenta, atemperada, que demandaba a gritos a alguno de los que a la misma hora estaban en Sevilla, y claro, eso a Fundi no le sirve para llegar apenas a ningún sitio. Además le tomó al animal una desconfianza que fue a más. En conjunto no redondeó su tarde, pero dio una gran lección de oficio para quien estuviese dispuesto a verla.

A lo mejor Juan del Álamo y Víctor Barrio se fijaron en lo que hacía el Fundi, aunque da la impresión de que no. Víctor Barrio está bastante visto de novillero y nunca ha dicho gran cosa. Se trajo una fidelísima claque que poco pudo hacer salvo dar ánimos, porque el torero falló. A su primero lo recibió de largo con la muleta, el toro se le vino suelto y a su aire, sin torear, y en el primer muletazo ya se hizo el amo y el encargado de la situación hasta que al final prendió al torero. A su segundo, el pelmazo del burraquito, le anduvo tocando por aquí y por allí sin justificar que haya nada más que reseñar en cuanto a su matador. Con este toro Miguel Martín se gustó en dos buenos pares.

Juan del Álamo dio la impresión de torero más hecho o acaso de toreo más firme, aunque mata muy mal. En los respectivos toros de alternativa y confirmación resaltó bastante la diferencia de estilo y de planteamiento que hay entre ambos muchachos, aunque la triste realidad es que en esta soleada tarde de Resurrección, ninguno de los dos que tienen todo por delante vino a dejar apenas nada sobre la blanquecina arena de Las Ventas, que el que tenía hoy algo que decir era un señor de cuarenta y cinco años de edad y veinticuatro de alternativa. 
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