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Pepe Bienvenida / La suerte suprema

martes, 20 de agosto de 2013

BILBAO: 3ª DE FERIA.-UNA GRAN TARDE DE TOROS / Por Domingo Delgado de la Cámara


Enrique Ponce, Después de una estocada desprendida, cortó una oreja. La faena, por el talento y la clase desplegada, fue de dos. 

"...Siempre es un placer reencontrarse con el Maestro Enrique Ponce, el mejor torero de los últimos cincuenta años. Y esta no es una cuestión de gustos personales, estoy hablando con los currículum de todos los toreros en la mano. Celebro mucho el éxito de Ponce y espero que el año que viene toree en todos los grandes escenarios de la Fiesta. Un torero como Ponce siempre es necesario....

UNA GRAN TARDE DE TOROS.

Por Domingo Delgado de la Cámara
La mayoría de las veces las corridas de expectación suelen terminar en fracaso. Estos fracasos son letales para la fiesta. Nada mas triste que las caras de decepción de los aficionados tras una tarde frustrada. El toro decadente y la inhibición de mucha supuesta figura, hacen un daño enorme a la Fiesta Nacional. Por eso son tan importantes tardes como la de ayer, con un público satisfecho y jubiloso. Los grandes responsables del éxito de ayer fueron los matadores, porque la corrida de Garcigrande no fue nada del otro mundo. Sin embargo, unos diestros conscientes de su responsabilidad, fueron capaces de sacar lo mejor de una corrida mansa y de poca clase.

La cualidad principal de los garcigrandes fue la movilidad, pero esta movilidad se manifestó entre la mansedumbre, el genio y la escasa calidad. Fueron los toreros los que se impusieron a los toros, a base de valor y buen oficio. Una vez mas se hizo patente aquello de que los buenos toreros son capaces de triunfar con el toro mediocre, mientras que los toreros mediocres no son capaces de triunfar ni con el toro bueno, orejas de regalo aparte.

Alejandro Talavante es un torero tremendamente desigual, pero a veces roza lo sublime. Ayer, sin ir mas lejos, dio unas verónicas a pies juntos, bajando mucho la mano, que fueron sensacionales por expuestas y personales. Fue un excelente recibo al tercero de la tarde. Luego la faena fue desigual. El toro tenía genio y echaba la cara arriba. Talavante no siempre fue capaz de sacar los muletazos con limpieza. Eso sí, en cada serie siempre hubo un par de muletazos muy buenos. Fue una faena de poco mando pero muy sincera. Talavante se puso muy de verdad, asentado y pasándose el toro cerca. Hubo entrega y emoción. Fue una lástima que matara al segundo intento, porque podía haber cortado una oreja. Dio la vuelta al ruedo. Con el sexto no hubo entendimiento. Fue un toro a la defensiva y que se metía por dentro.

El Juli tuvo una actuación muy completa con el segundo de la tarde. Se quedó muy quieto, bajó mucho la mano y llevó muy larga la embestida del toro. Y no era nada fácil la tarea porque el toro se defendía y punteaba los engaños. Pero El Juli, cuando está motivado, puede con todo. Tiene tal valor que asusta a los toros y éstos se le entregan. Siempre está muy asentado y con la muleta muy por delante. Con estos procedimientos los toros no tienen mas remedio que entregarse y embestir. La faena a este segundo, fue de una hondura enorme, llena de pases kilométricos pletóricos de poderío. Después de una gran estocada, de mucha entrega, cortó dos orejas. Los habituales comentaban que la segunda oreja era excesiva…hombre, pues mire usted, después de las tres orejas pueblerinas que se dieron el domingo, hubiera sido muy injusto premiar una faena ostensiblemente superior, con el mismo galardón.

También estuvo muy bien El Juli con el quinto. Le dio dos series tan poderosas y mandonas, que acabó con el toro. Dos series espléndidas con la zurda, porque aparte del poderío habitual de Julián, hubo relajo y buen gusto. Sacó al toro todo lo que tenía. Mató de una estocada al encuentro de mucha exposición al segundo intento. Si hubiera sido al primero, seguramente hubiera cortado otra oreja. Gran tarde de El Juli, que cuando tiene que pegar un golpe de timón, lo pega con contundencia.

El primero de la tarde fue un toro totalmente esaborío. Un manso que siempre huía con la cara por las nubes. El cuarto tampoco fue una maravilla. Pero en este toro, Enrique Ponce sacó a relucir toda su maestría. Fue muy interesante el contraste entre las tauromaquias de El Juli y Ponce, ambas totalmente válidas y complementarias. Mientras El Juli se impone a los toros con una muleta férrea, manejada como un látigo, Ponce los embelesa con una muleta suave y acariciante. Ese cuarto era flojón y descastado. En otras manos no hubiéramos visto nada. Ponce a base de consentir y no obligar, sacó una faena de donde no habían nada. Pero Ponce no sólo es un torero de gran técnica, también es un gran artista. Un artista elegante y vertical sin ninguna concesión al retorcimiento ni al mal gusto. 
El inicio de faena fue muy torero, se salió hacia afuera con mucha pinturería. Las series fueron muy pulcras y bien ligadas. El final en las tablas, apretando mas al toro, fue muy torero. Sobre todo en los doblones del final. Después de una estocada desprendida, cortó una oreja. La faena, por el talento y la clase desplegada, fue de dos. 
Siempre es un placer reencontrarse con el Maestro Enrique Ponce, el mejor torero de los últimos cincuenta años. Y esta no es una cuestión de gustos personales, estoy hablando con los currículum de todos los toreros en la mano. Celebro mucho el éxito de Ponce y espero que el año que viene toree en todos los grandes escenarios de la Fiesta. Un torero como Ponce siempre es necesario.

Por último, un tirón de orejas a la Junta Administrativa. Había tres toros demasiado en el límite. Y si Bilbao es Bilbao, entre otras cosas es porque siempre ha cuidado con esmero la presentación de los toros. Y así debe seguir siendo.

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