"...Por fin gozaron al máximo los espectadores de la primera plaza del Mundo con una fantástica y sublime exhibición del incomparable arte del alicantino, ayer expresado tanto con el capote como con la muleta y con la espada frente a un por todo magnífico ejemplar de Victoriano del Río..."
- Premiar a López Simón con dos orejas por una faena tan ramplona y tan feamente construida a base de infinidad de pases sin la más mínima tersura como la que hizo ayer el de Barajas frente al estupendo tercer toro, es un atentado a la justicia.
José María Manzanares acaba con el cuadro y se adueña de Las Ventas
Madrid, 02/06/2016.- Plaza de Las Ventas. Miércoles 1 de junio de 2016. Vigésima de feria y Corrida de la Beneficencia. Tarde radiante con lleno total.
Seis toros de Victoriano del Río y dos, tercero y sexto, de Cortés. Ambas con la misma procedencia y el mismo dueño. Muy bien presentados y en su mayoría nobles en distintos grados de fuerza y de casta. Salvo el segundo que fue muy deslucido, los demás compusieron la que ha sido mejor corrida de la feria hasta el momento. Destacó sobre los lidiados, el corrido en quinto lugar, llamado “Dalia”, por muy bravo y en los tres tercios y por la superior clase que exhibió de principio a fin, sobre todo por el pitón izquierdo que fue revolución. Se pidió insistentemente que le premiaran con la vuelta al ruedo y el presidente de turno, que ya había regalado una segunda oreja a todas luces inmerecidas a López Simón, se negó a concederle el honor. Lo hay en esos palcos de Dios que deberían ser destituidos de inmediato por su arbitrariedad.
Sebastián Castella (nazareno y oro): Estocada muy trasera y muy tendida y seis descabellos, aviso y silencio. Pinchazo y media estocada caída, aviso y saludos.
José María Manzanares (grana y oro): Estoconazo, silencio. Gran estocada aguantando a toro arrancado de efectos fulminantes, dos orejas y larga petición de rabo con vuelta clamorosa.
Albero López Simón (marino y oro): Estocada muy trasera saliendo cogido sin consecuencias, dos orejas, la segunda de pueblerino regalo que fue muy protestada y abroncado el presidente por concerderla.
A caballo destacó Chocolate. Y en palos Vicente Herrera, Rafael Rosa y Luís Blázquez.
Presidió el festejo desde el Palco Regio S.M. El Rey Emérito Don Juan Carlos I acompañado por la Infanta Elena, su hija Victoria Federica y Cristina Cifuentes, Presidenta de la comunidad de Madrid. El Rey fue aclamado al aparecer en el palco y en los brindis de los tres espadas además de en otros momentos cuando un espectador gritó ¡Viva El Rey¡. Los tres matadores acudieron a saludarles una vez finalizado el festejo.
Por fin gozaron al máximo los espectadores de la primera plaza del Mundo con una fantástica y sublime exhibición del incomparable arte del alicantino, ayer expresado tanto con el capote como con la muleta y con la espada frente a un por todo magnífico ejemplar de Victoriano del Río. La dulzura imperial con la que torea Manzanares tomó carta de naturaleza en su recibo por excelsas verónicas, en un afiligranado quite por chicuelinas de manos bajas que remató con media de ensueño y en una faena perfectamente estructurada sobre ambas manos, tanto con muletazos naturales como contrarios y cambiados con añadidos adornos de gusto exquisito y rematada con una gran estocada al encuentro a toro arrancado de perfecta ejecución y efectos fulminantes. La grandiosa faena fue coreada por todo el público desde el principio hasta su final y además de poner a todos de acuerdo, fue celebrada por el cónclave como una de las más grandes faenas que hayamos visto en nuestras vidas. Finalizada la corrida y tras subir al Palco Regio para saludar al Rey, el entusiasmo se desató en una vuelta al ruedo y en una salida a hombros apoteósica en compañía de quien no debió compartir este gran honor, López Simón, que por dignidad debió renunciar y haber abandonado la plaza a pie porque la segunda oreja que le regalaron tras su valiente aunque vulgarísima faena al tercer toro fue absolutamente improcedente
Manzanares dio así un solemne mentís a cuantos llevan bastante tiempo diciendo que estaba acabado. Todo ellos han caído por ello en el mayor de los ridículos. Y es que hay algunos especialistas en resucitar a los que intentan “matar” tan injusta como torpemente
Conozco a José Mari desde que nació. Pero le recuerdo más nítidamente desde la muy larga entrevista que hice a su padre en el chalet familiar llamado Doloretes muy cerca de Alicante cuando el maestro celebró su corrida número 1000. Ya se había celebrado aquella tarde con un histórico triunfo frente a seis toros en solitario. Le entrevista la filmamos para mi programa “Sol y Sombra” en Telemadrid y transcurrió en la terraza contigua a la piscina de la casa. Entre preguntas y respuestas, Jose Mari hijo chapoteaba metido en el agua hasta el cuello haciendo mucho ruido y el padre advirtió al niño que dejara de enredar… Y de aquella mañana llego hasta otro recuerdo que nunca olvidaré. José María padre dando una clamorosa vuelta al ruedo en la plaza francesa de Dax llevando de la mano a su varón mayor. De la faena que motivó aquel enorme triunfo, escribí yo una crónica que titulé “Cinco minutos en la Corte Celestial”. Pero ni por asomo pensé entonces que ese niño que llevaba el papá de la misma mano que acababa de cincelar una portentosa faena iba a ser más que digno heredero de su progenitor como gran torero y grandísimo artista. Igual aunque distinto…
Paso a relatarles otro recuerdo. El de la primera vez que vi torear a Jose Mari hijo en una becerrada que se celebró muy avanzado el otoño, ya casi el invierno, en la placita de un pueblo cacereño muy cercano a la finca del maestro. Fui con gran curiosidad para ver y para comprobar con mis propios ojos si lo que me había dicho Enrique Ponce era verdad. Y es que en esto del toreo, hasta que no metemos los dedos de la mano en la yaga, no creemos ni al que lo inventó. Pero lo que me había dicho Enrique es que había tenido en su finca de las Navas a José Mari y que,.. no veas lo que va a poder ser…
Recuerdo que, antes de que se celebrara este festejo menor, almorcé con el padre y con Tristancho que también fue por lo mismo que un servidor. Hablamos de lo divino y de lo humano porque Manzanares padre era un maravilloso y sabio conversador. Una vez terminado el evento prueba, regresamos al hotel donde se había vestido el ya casi hombre y el padre me preguntó en presencia de su retoño. Bueno, José Antonio, dinos que te ha parecido. Y yo le contesté: Mira, maestro, tú fuiste y eres como la Cartuja de Granada. Pero este niño puede llegar a ser como la Catedral de Sevilla… Además, toreando se parece más a Antonio Ordoñez que a ti…
El caso fue que acerté de pleno como otras no muchas veces porque toreros así nacen poquísimos. Y de aquella tarde cacereña cuando acababa de nacer el siglo XXI, llegamos a la de ayer en la Corrida de la Beneficencia que celebramos ayer mismo. Tarde memorable donde las haya porque ayer aconteció la primera gran faena de Manzanares hijo en la plaza de Las Ventas.
Ha tardado. Si. Lo sé. Ya había triunfado en Madrid pero no como ayer… Ni como tantas y tantas veces en otras plazas. En Madrid ya había padecido la enemiga de los inaguantables detractores que tantas veces mortificaron al padre durante años. José Mari llevaba padeciendo desde el pasado un bache tan sentimental como profundo por la repentina e inesperada muerte de su progenitor… Un bache lógico dada su enorme e inevitable sensibilidad.
Pero precisamente gracias a esa enorme y profunda sensibilidad de grandioso artista, nos deparó el portentoso faenón de ayer. Un faenón en presencia del Rey Juan Carlos para mayor coincidencia porque la obra fue digna de un rey del toreo.
Del acontecimiento saco varias conclusiones: Que era falso el extendido rumor sobre la supuesta decadencia del joven maestro. Una decadencia deseada y forjada por sus muchos detractores o enemigos más o menos gratuitos. Los que no pueden soportar que un hombre tan guapo, tan rico y tan feliz junto a su maravillosa mujer y a sus maravillosos hijos, sea quien es: uno de los poquísimos toreros capaces de torear como el mismísimo Dios.
Y eso quedó muy claro, más claro que nunca ayer en la primera plaza del Mundo. Llena hasta los topes. Con un toro de enorme y precioso trapío llamado “Dalia” que fue un dechado de bravura y de encastada nobleza. Las dalias son unas flores tan preciosas y exclusivas como la faena de Jose Mari. Y la plaza estalló y se rindió la tamaña magnificencia.
La vimos extasiados y al borde del llanto. Pero, gracias a Dios, la podremos seguir viendo gracias a la televisión. Los videos de esta histórica faena los verán y reverán una y mil veces, millones de personas en todos los confines del mundo. Y eso, queridos lectores, no habrá fuerza de la naturaleza humana que lo pueda ocultar.
La quintaesencia del toreo en su más bella expresión con el capote, con la muleta y con esa espada de Jose Mari que es una de las mejores y más seguras espadas de la historia del toreo si no la mejor de todas por la pureza y la inusitada frecuencia de su ejecución.
No hace falta que repitamos en esta crónica todos los adjetivos que vengo aportando sobre el toreo de José María Manzanares. Una clase de toreo superclase que muchos de los que ayer estuvieron en Las Ventas todavía no habían descubierto.
He hablado muchas veces hasta cansarme sobre el toreo de Jose Mari de dulzura imperial y me quedo corto. Es muy difícil juntar tantas cualidades y tantas calidades cual crisol de un arte que, además de único, es propio de los poquísimos que saben torear con tan fácil naturalidad como sencilla elegancia. El toreo de los dioses, el toreo de los elegidos…
Por lo demás, sobre la corrida de Victoriano del Rio, felicitar al gran ganadero y gran amigo por el juego que dieron cinco de los seis toros. La mejor corrida de esta feria de 2016. Y “Dalia”, un toro para el recuerdo por si mismo que tuvo la suerte de que cayera en las manos de Jose Mari. Porque si hubiera caído en las de los dos que ayer alternaron con él, ahora mismo estaríamos lamentándolo.
Claro que para lamentos, el que sentimos por los que han dicho y escrito sobre la penosísima corrida de Saltillo de antier, poniéndola por las nubes en detrimento de las demás. ¿También en detrimento de la de Victoriano del Río? Venga ya…. Diferencia abismal. Tanta como la que va de una rosa a una boñiga. Pero cuantos imbéciles hay entre los llamados puristas…
Y no lo digo por ofender gratuitamente. Es por ser justos. La abismal diferencia entre una corrida y otra, como entre la faena de Manzanares y las de Castella y Alberto López Simón fue tan manifiesta como incomprensible para los muchos que no saben distinguir el oro del oropel.
Castella estuvo ayer como en sus tres anteriores actuaciones de este año en Madrid. Formalmente correcto aunque inodoro, incoloro en insípido. Como el agua de la Fuente del Berro, vamos. Y mira que tuvo en sus manos dos ejemplares más que aprovechables.
Y López Simón tal o como le estamos viendo este año. Como un torero tan valiente como absolutamente vulgar. Un autómata indeclinable en su intención de ser carne de toro en cada actuación que viene sumando. Un tremendista post moderno envuelto en requetestudiada parsimonia en sus andares que en vez de progresar retrocede como los cangrejos. Por supuesto que entiendo que haya quienes se emocionen viéndole tan a merced de sus enemigos. Pero premiar con dos orejas una faena tan ramplona y tan feamente construida a base de infinidad de pases sin la más mínima tersura como la que hizo ayer el de Barajas frente al estupendo tercer toro, es un atentado a la justicia.
El presidente que no tardó en sacar el segundo pañuelo, o estaba ciego o es un imbécil taurinamente hablando.
Por eso quiso que le perdonáramos sacando los dos pañuelos a la vez tras el faenón de Manzanares. Debió sacar el tercero, el de los rabos para mayor justicia. El público lo pidió muy largamente. Como hacía mucho tiempo no ocurría en Las Ventas. Pero bueno… allá cada cual con su cada cuala…
Me irritó ver salir a hombros a López Simón junto a Manzanares. Como me irrita leer y escuchar a muchos esta misma mañana afirmando que la tarde había sido histórica por el gran triunfo de dos toreros. Y en absoluto fueron dos los elegidos. Fue uno solo. Fue solamente el de José María Manzanares y por la gracia de Dios…. Enhorabuena al más joven de los maestros.
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