Basta ya de relato y mentiras. ETA no ha sido derrotada. La banda de delincuentes comunes –no son otra cosa- ya no necesita pistolas, ahora dispara al corazón del Estado desde la tribuna del Congreso.
La formación filoterrorista defendiendo los derechos humanos tiene la misma coherencia que Putin vestido de fallera. El PSOE, como no podía ser de otra manera, rubricó el texto tan feliz de hacerlo con los partidos que Sánchez eligió hace meses para este viaje.
Basta ya de relato y mentiras. ETA no ha sido derrotada. La banda de delincuentes comunes –no son otra cosa- ya no necesita pistolas, ahora dispara al corazón del Estado desde la tribuna del Congreso
¿Sorpresa? Ninguna. No se podía esperar otra cosa de un presidente que hace dos días decía en las redes sociales que “con el fin de ETA, España dio un paso adelante hacia la reconciliación, la convivencia y el encuentro”. Queda claro que al hablar de reconciliación quería decir su sanchidad que durante años se produjo un conflicto entre partes iguales. Curioso conflicto en los que unos ponían la nuca y otros disparaban.
Cabe preguntarse si cuando Sánchez habla de reconciliación, convivencia y encuentro, debemos entender que los asesinados van a resucitar para encontrarse con sus verdugos y tomarse unas cañas en nombre de la democracia y la paz.
Conformando esta cosa macabra que ellos llaman de forma pomposa el relato, ayer Sánchez osó –no es la primera vez- atribuir al partido socialista la victoria definitiva sobre el terrorismo. Fue estremecedor escuchar a Teresa Jiménez Becerril, diputada del PP y hermana y cuñada de dos víctimas de ETA, gritar desde su escaño que eso era mentira. Por supuesto, no tardó en reaccionar Batet –fidelísima del presidente- para acallar a la diputada. Sólo le faltó a la fiel Merichel pedirle que no jodiera el relato.
Maravilloso. Este y no otro es el relato oficial con el que pretenden que este terrible episodio de nuestra historia pase a la posteridad: conflicto, reconciliación y buenrollismo. ETA fue derrotada —por el PSOE, claro— y ya no existe. Aquí paz y después, silencio.
Conviene recordar que el Estado de derecho sí venció a la banda gracias al trabajo durísimo, constante y profesional de las Fuerzas de Seguridad del Estado que lograron acorralarla hasta su derrota técnica. Por eso, produce una tristeza infinita pensar que, pudiendo haber sido este su final, Zapatero —ilustre miembro del Grupo de Puebla y amigo de buena gente como las FARC— decidiera resucitarla y darle un lugar en las instituciones, no sin contar con la cooperación necesaria de Rajoy que no hizo nada al respecto con una espléndida mayoría absoluta más tarde en el Congreso –como con tantas cosas que cada día recordamos con amargura-.
Basta ya de relato y mentiras. ETA no ha sido derrotada. La banda de delincuentes comunes —no son otra cosa— ya no necesita pistolas, ahora dispara al corazón del Estado desde la tribuna del Congreso; detenta el poder en cientos de ayuntamientos en las Vascongadas y en Navarra y, por supuesto, no necesita el impuesto revolucionario para pagar sus gastos porque ahora se nutre del erario público, ese dinero que según Carmen Calvo no es de nadie, pero que sale del bolsillo de todos los españoles.
No engañen más. ETA está viviendo su mejor momento, ahora firma manifiestos en defensa de los derechos humanos, da lecciones de democracia y se vanagloria sin disimulo desde la tribuna de oradores del Parlamento de jugar con el Gobierno. Mientras tanto, desde nuestras casas vemos cómo Sánchez cuando se dirige a ellos lo hace cual esclavo ante su dominatrix, sometido por voluntad propia.
La moción de censura no ganará en votos pero, por fin, alguien ha dicho en el Congreso lo que vemos millones de españoles: que el rey está desnudo. Y no hablo de Felipe VI.
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