A ningún político se le ocurre cuestionar multitud de labores de riesgo extremo. Faltaría más. Practicarlas entra dentro de las libertades de los individuos y nadie debe inmiscuirse en el derecho que todos tenemos a elegir y disfrutar de nuestras pasiones. Sin embargo todo el mundo pretende tener potestad para legislar en contra de la materia taurina.
Lamentables prioridades antitaurinas (y Uribes apuntilla)
Carlos Bueno
Avance Taurino / 21 Octubre 2020
El año pasado murieron 440 personas por ahogamiento en España. No es la cifra más alta de defunciones por esta causa de la última década, pues en 2017 perdieron la vida 481 bañistas. Sin duda, y a tenor de los datos, darse un chapuzón es una actividad de alto riesgo, aunque no hay un solo político que se atreva a intentar prohibir el baño, práctica que cada cual asume bajo su propia responsabilidad.
Cualquier competición de motor es otra tarea de sumo peligro, ya sea sobre cuatro o sobre dos ruedas. Sólo en el Campeonato del Mundo de Motociclismo participan 28 pilotos españoles en las categorías de MotoGP, Moto2, Moto3 y MotoE. En el Mundial de Súper Bikes tenemos 32 representantes distribuidos en SBK, SSP y SSP300. En total son 60 motoristas jóvenes, muchos de ellos todavía no han cumplido los 18 años y no tienen carnet de conducir, pero vuelan a más de 240 kilómetros por hora sobre el asfalto.
Todos ellos, además de la multitud de pilotos que participan en los distintos campeonatos autonómicos y nacionales, empezaron a jugarse la vida siendo niños, y no hay un solo político que se atreva a intentar prohibir el motociclismo, profesión que cada participante asume bajo su propia responsabilidad.
Sin duda hay multitud de labores de riesgo extremo que no están cuestionadas. Faltaría más. Bañarse o competir entra dentro de las libertades de los individuos y nadie debería inmiscuirse en el derecho que todos tenemos a elegir y disfrutar de nuestras pasiones. Sin embargo todo el mundo parece tener potestad para legislar en materia taurina.
La última tentativa viene de la mano de Unidas Podemos, que ha registrado una enmienda para incluir la prohibición de que los menores de edad puedan acudir a los espectáculos taurinos, así como los alumnos de las escuelas de tauromaquia que no hayan cumplido los 18 años. Además, el grupo de Pablo Iglesias pretende que el incumplimiento de esta norma sea considerada una infracción muy grave de la ley.
Una vez más la nueva hornada de políticos que nos ha tocado sufrir intenta imponer qué debemos hacer pretendiendo permitir únicamente aquello que sea de su gusto o conveniencia. Y lo peor, su voluntad es la de dictaminar cómo debemos educar a nuestros hijos. Esa ha sido siempre la estrategia de los antitaurinos, cargarse la afición desde la base para que, en unos años, no haya relevo que continúe con la tauromaquia.
Con una pandemia hiperactiva que ha infectado a casi un millón de españoles y ha aniquilado a más de 33.000 de ellos, que una de las prioridades actuales de algunos de nuestros gobernantes sea la de derribar el toreo resulta preocupante y dice muy poco a favor de su calidad política. Con 247 casos cada 100.000 habitantes, España es el segundo país con mayor incidencia del coronavirus del mundo, sólo por detrás de Argentina, y nuestra actividad económica caerá este año más que en ningún otro país avanzado, siendo el único que se queda fuera de la mejora en las previsiones del Fondo Monetario Internacional.
España se sitúa en el furgón de cola del planeta, con un grupo de países con peores sistemas asistenciales, con menos renta per cápita y que, en su mayoría, siguen sacudidos por la primera oleada de Covid-19. Nuestra sanidad, economía, educación… pasan malos tiempos. Muchas empresas se ven abocadas a cerrar. El desempleo sube. El problema de la inmigración se acrecienta. Los okupas adquieren cada vez más derechos. Los impuestos se incrementan.
¿De verdad hemos votado a gente que ahora está preocupada por prohibir la entrada de menores a las plazas de toros?
Desde luego que hay problemas trascendentales de los que ocuparse, además de verdaderas infracciones muy graves de la ley, y no debería haber un solo político que en estos momentos se atreviera a intentar prohibir la tauromaquia. Porque el toreo es una libertad a la que tenemos derecho y practicarlo es responsabilidad de quien quiera hacerlo. Que los toros sirvan como cortina de humo ante la lamentable situación actual es una desvergüenza indigna de cualquier político decente.
PD: Después de haber finalizado la escritura de este artículo, leo con asombro unas declaraciones del Ministro de Cultura en las que afirma que él “no debe recomendar ni fomentar ir a los toros; al teatro sí, porque es pacífico”. Debe ser que el señor Uribes no ha ido nunca al teatro y no sabe que hay funciones de todo tipo, no sólo cómicas o románticas. También las hay de terror, tragedias, dramas, incluso muchas en las que se perpetran asesinatos. Tampoco conocerá la ópera Carmen de Bizet dedicada al torero Escamillo. Hasta puede ser que desconozca que, con independencia de sus gustos, su labor como representante del poder público es la de garantizar, conservar, proteger y promover la tauromaquia, como marca la Ley, la Constitución y el Tribunal Constitucional. No hacerlo es un delito, y hacer públicas tales manifestaciones debería comportar su inmediata inhabilitación.
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