Departamento de integridad. Nadie podrá negarme que suena a orwelliano, ¿verdad? Una persona íntegra y profesional a quien no conozco personalmente pero de la que me han hablado maravillas, Ana Muñoz, salió de allí tarifando. ¿Por qué dimitió Muñoz de su cargo de vicepresidenta de Integridad de la Federación? Pues porque la señora Muñoz era claramente contraria a la elección de Arabia Saudí como sede de la Supercopa de España. Es más, Muñoz se negó a viajar a Arabia con el resto de la expedición como gesto que mostrara su extrañeza y contrariedad ante la elección. Fue la propia Muñoz la que desmintió que el millonario contrato con la empresa pública saudí SELA estuviera respaldado por ningún informe del Departamento de Integridad ni tuviera tampoco relación alguna con el Comité de Ética. Es más, El Confidencial reveló que Luis Rubiales maniobró contra Muñoz, a la que catalogó de "mala persona", retrasando su salida voluntaria de la Federación hasta que finalizó el torneo.
Integridad ha tenido varias ocasiones para salir al paso de un montón de historias que bordean con la ética, cuando no la vulneran directamente. Por ejemplo cuando, en una conversación con Gerard Piqué, se negoció precisamente llevar la Supercopa a Arabia pagándole a Kosmos, una de las empresas del jugador del Barça, una comisión de 24 millones de euros. Al Departamento de Integridad no le pareció mal que la Federación eligiese un país en el que se conculcasen los derechos humanos como sede de la Supercopa de España pero sí salta ahora porque Ancelotti dice que se han inventado un penalti cuando resulta que, efectivamente, se lo han inventado. Tampoco mostró reparo ético alguno a propósito de que el presidente de la Federación negociase directamente con un futbolista profesional en activo qué premios debían llevarse cada uno de los cuatro equipos participantes ni denunció que dicho jugador perteneciera, además, al Fútbol Club Barcelona, club participante. No hubo tampoco reacción del comité de integridad federativo cuando, en otra conversación, el presidente de la Federación se refirió a los aficionados del Sevilla como "palanganas" o mostró con orgullo su top 3 de equipos que le caían peor, Villarreal, Sevilla y Valencia, por ese preciso orden. Tampoco hubo dilema ético cuando se catalogó al Atlético de Madrid de "Patético". Esperando una disculpa que no llegó, porque en la Cope reconoció que él es otro forofo, dimitió el presidente del Sevilla como miembro de la junta directiva federativa.
Cuentan que, siendo estudiante de Bellas Artes, a Salvador Dalí le tocó examinarse sobre Rafael Sanzio. El genial pintor se quedó parado delante del tribunal, miró fijamente a sus examinadores y, al fin, dijo más o menos lo siguiente: "Ustedes no tienen ni la más remota idea de quién fue Rafael y carecen por lo tanto del nivel necesario para examinarme a mí, que lo sé todo sobre él". Dicho lo cual, recogió su portafolios, cerró la puerta y se marchó. ¿Puede este distópico Departamento de Integridad que le hizo la vida imposible a la íntegra Ana Muñoz y que pasó conscientemente por alto tantos episodios de dudosa ética examinar ahora a Carlo Ancelotti? Iba a decir que lo dudo pero no, no lo dudo, lo niego: no puede. Le caerán cuatro partidos como piden desde Valencia para igualar la injusticia cometida en su día con Gayá, uno, ninguno o catorce, sólo Dios lo sabe, pero esta federación no tiene la calidad ética mínima imprescindible para ponerle nota a Carlo Ancelotti. Por cierto, íntegros y éticos, Amnistía Internacional sigue queriendo ponerse en contacto con vosotros para ver qué vais a hacer en Qatar, si es que vais a hacer algo, pero no les dejáis pasar a la Ciudad del Fútbol ni les cogéis tampoco el teléfono. Como en la canción, suena el teléfono y tú no estás.
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