Para empezar, se ha consolidado una importante recuperación tras el languidecer que supuso la pandemia y sus restricciones. Un número muy importante de festejos se han celebrado en España y Francia, tanto como para pensar que se dan por amortizados el 2020 y 21.
Tanto las capitales, como los pueblos de sus provincias, han visto como en sus plazas se anunciaban festejos, haciéndonos olvidar las temporadas pasadas en las que había que mirar con lupa dónde se celebraba alguna corrida de toros.
Con eso ya podríamos darnos por satisfechos, con recuperar el ritmo perdido. Con que los ganaderos pudieran dar salida a su ganado y el conjunto de los profesionales tuviera opción de poder ganarse el pan sin necesidad de subsidios de ningún tipo, era suficiente como poder ver de nuevo el cielo abierto de par en par.
Pero ha habido más, mucho más. Este 2022, que se nos va, ha coincidido con el vigésimo quinto aniversario de la alternativa de Morante de la Puebla y el diestro sevillano ha querido que quede con letras grandes en el calendario de su historia, consiguiendo, a la vez, que aparezca con letras mayúsculas en la historia reciente del toreo.
Siendo importante que el de la Puebla haya toreado cien corridas, impensable en un torero de su corte, más lo es por el cómo lo ha hecho. Una cuarta parte de esos festejos se han celebrado en plazas de primera, lo que dice muchísimo del compromiso que ha asumido, siendo el resto entre plazas de segunda y tercera, pero estando las de segunda por delante. Es decir, dos tercios de las corridas lo fueron en plazas de importancia. En las veces que llegaron a ‘centenarios’ otros, abundaron mucho más las plazas de tercera.
No nos olvidamos del amplio abanico de ganaderías a las que se ha enfrentado, dando oxígeno a ganaderos e ilusionando a una afición no acostumbrada a que las figuras abran tanto la mano para dar visibilidad a la diversidad de encastes. Los demás, cuando muy ocasionalmente lo hacen, lo llaman ‘gestos’. Si hubiera que utilizar el mismo calificativo, tendríamos que llamar a lo de Morante ‘gestones’.
El interés de la temporada se ha nutrido también con un torero todo terreno llamado Roca Rey, ganador indiscutible en los trofeos conseguidos, quien sin duda hace honor a sus apellidos, ya que se muestra como una roca y de esa forma se enseñorea como el rey ante todos los públicos.
Otro que se ha mostrado en número de festejos por encima del medio centenar, ha sido Antonio Ferrera, otro que cumplía veinticinco años de alternativa. Se ha prodigado mucho, si bien sus festejos se han celebrado mayoritariamente en plazas de tercera, por lo que no podemos valorarle tan positivamente como a sus compañeros.
Del resto puede que a muchos les suene Luque o Rufo, pero si bien lo del sevillano tiene mérito, lo del toledano ha sido un camino entre algodones lo que le ha facilitado mucho su camino. Para mí, personalmente, me quedo con Fernando Robleño, a quien vi hacer mucho de lo mejor de la temporada.
Por supuesto, no me voy a olvidar de Emilio de Justo, quien apostó a lo grande y sufrió el mayor percance del año en Madrid. Sus actuaciones tras la reaparición hemos de valorarlas como muy positivas y esperanzadoras.
Brevemente esta ha sido una semblanza del cómo esta temporada de 2022 no la podremos echar en saco roto. Ya solo queda esperar que continúe su buena nota en 2023.
No hay comentarios:
Publicar un comentario