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Pepe Bienvenida / La suerte suprema

viernes, 5 de mayo de 2023

La tarde en la que un José Antonio respondió a otro José Antonio / por Jean-Charles Olvera


"...El destino cruzado y la muerte unieron definitivamente, y de forma simbólica, en el espacio y en el tiempo a estos dos ‘Josés Antonios’. Uno recibió esa muerte en un frio amanecer, como si de un último sacrificio cristiano se tratase y el otro la entrega tarde tras tarde como si fuese un fin intemporal del sagrado rito pagano que es la tauromaquia. Uno alcanzó por fin la paz y el Cielo cuando el otro logró la divina perfección del toreo, la gloria..."

La tarde en la que un José Antonio respondió a otro José Antonio

Jean-Charles Olvera 
Opinión y Toros/España, 4 Mayo 2022
Los toros y la política son historias de pasiones, de divisiones y de opiniones.

Se cruzan, se mezclan, se aman y se odian. Algo así pasó la semana pasada, discretamente desapercibido, en esto de la política y de los toros. 

Solo dos días transcurrieron entre la exhumación del fundador del movimiento político de la Falange, José Antonio Primo de Rivera, el pasado lunes 24 de abril, y el corte del rabo de ‘Ligerito’ por José Antonio Morante de la Puebla en la Maestranza de Sevilla, el miércoles 26 de abril.

Sabiendo las opiniones políticas de Morante, cercanas al partido Vox de su amigo Santiago Abascal, el histórico corte de rabo de este José Antonio parecía responder a la otrora histórica y definitiva exhumación de Primo de Rivera, el otro José Antonio. 

Fue como si estos dos días juntasen entre sí esos dos hechos históricos para la España política y la España cultural y taurina, uniéndoles al destino en ese parentesco nominal, pero no solo eso. Como si de un espejo invisible se tratase. Una obra de arte taurino genial, efímera y absoluta, replicando a una maniobra política fugaz y definitiva. Como si la luz respondiese dos días después a las tinieblas. El toreo está lleno de símbolos del azar. Este es otro más, que resulta tan extraño. Las tinieblas de uno y la gloria del otro.

La puerta del infierno fue para José Antonio, el político, intelectual y declarado patriota español, fusilado como lo fue tres meses antes y tan vilmente el poeta Federico García Lorca, su amigo de la clandestinidad. Su tragedia se transformó nuevamente en un penoso vía crucis post mortem con su cuarta extracción y su ahora descanso eterno en el cementerio madrileño de San Isidro, ese santo labrador que tan taurinamente nos suena y convoca en los meses de mayo. 

Y la Puerta del Príncipe fue para José Antonio, ese otro declarado patriota español, inmenso torero hispalense, barroco, ‘pinturero’ y, a veces, mentalmente torturado. Sin duda el último romántico del toreo. 

El destino cruzado y la muerte unieron definitivamente, y de forma simbólica, en el espacio y en el tiempo a estos dos ‘Josés Antonios’. Uno recibió esa muerte en un frio amanecer, como si de un último sacrificio cristiano se tratase y el otro la entrega tarde tras tarde como si fuese un fin intemporal del sagrado rito pagano que es la tauromaquia. Uno alcanzó por fin la paz y el Cielo cuando el otro logró la divina perfección del toreo, la gloria. 

Historias de pasiones, de divisiones y de opiniones. Historias de política y de toros, de infiernos y de príncipes. O cuando esa tarde, José Antonio respondió a José Antonio: Hermanados en el destino; y como diría un poeta: "aquí presentes fuimos, somos y seremos".

Foto: Arjona/Pagés

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