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Pepe Bienvenida / La suerte suprema

domingo, 22 de septiembre de 2024

4-1: Vini lo cambia todo / por Andrés Torres


4-1: Vini lo cambia todo

Andrés Torres
La Galerna/21 septiembre, 2024
De un tiempo a esta parte, da gusto recibir a un club amigo en el Bernabéu. Será que, antimadridismo de provincias mediante, cada vez nos quedan menos, será también que en las filas del Espanyol no apreciamos Alejos ni Maffeos de turno. Malas noticias para el bueno de Vini en este regreso liguero, hoy velando armas en el banquillo al principio, héroe de la noche al final, pensando lo a gusto que podría descansar en cualquier campo de España. No será en el Metropolitano la próxima semana, no caerá esa breva. No fue el único titular habitual fuera del verde en esta noche de septiembre; junto a Vini, Mendy y Rüdiger aposentaron sus posaderas; en su lugar, sobre el verde, Fran García en el lateral izquierdo y Tchouameni como central. Aladino Güler, dicho sea de paso, con el encargo de frotar la lámpara maravillosa de Vinicius Junior. Poco tardaría en hacerlo.

Comentaba Carletto en la previa acerca del gusto del Bernabéu por el rock&roll. y resulta que el Madrid nos deleitaba con un fútbol asociativo de violines y excelsas partituras

Melancólico, cual si se hubiera contagiado del emotivo minuto de silencio del coliseo merengue a Salvatore “Toto” Schilacci, héroe azzurro en el Mundial de Italia 90 -descanse en paz-, el Espanyol no opuso ninguna resistencia en estos primeros compases que tanto se le indigestan al Madrid últimamente. El único susto entonces, el revolcón de Bellingham sobre su hombro sufriente. Duró poco. Lo que tardó el inglés en deleitar a la parroquia con un taconazo de altura para sacar el balón jugado en defensa. Antes, Güler ya había dejado un par de requiebros taurinos en el área y Goes, de nuevo bajo los focos, alguno de sus malintencionados caracoleos. Del Espanyol, res; el mismo protagonismo del que acostumbran detentar los pericos en las páginas de la prensa deportiva catalana.


El Madrid acumulaba ocasiones, frecuentemente a partir de las botas de Mbappé previo paso por el fútbol de seda de Arda, primero lo hizo tras un buen centro de un incisivo García, que Güler depositó con inteligencia de cabeza en el área para remate de Kylian que desbarató otro García, Joan, el buen portero blanquiazul. Poco después atraparía con firmeza un disparo seco y duro desde la frontal de nuestra Tortuga Ninja, pendiente aún de ajustar el antifaz de su punto de mira. 

Entre medias, aventuras locas de Militao, testarazo en un córner incluido, y un manotazo en la jeta de Fran, penal potencial, con el VAR haciendo mutis merengue por el foro. Comentaba Carletto en la previa acerca del gusto del Bernabéu por el rock&roll. y resulta que hasta el momento el Madrid nos deleitaba con un fútbol asociativo de violines y excelsas partituras. Se puede, claro, si consideramos que nuestro halcón charrúa, corrector impenitente, ya acumulaba seis recuperaciones en menos de media hora.

Todo pintaba bien.

Pero poco a poco, tras recibir Mbappé su primera amarilla incomprensible del Far West de la Liga por un aspaviento a 40 metros del árbitro -ni mi señora, oigan- el Madrid se fue espesando hasta caer en su atonía habitual. Al menos, ante la incapacidad del Espanyol en provocarnos algún sobresalto, llegamos a los vestuarios sin sofocones. Hasta el descanso, no obstante, lo único reseñable un audaz intento de gol desde el centro del campo de Javi Puado que estuvo relativamente cerca. Nada más del Espanyol y cada vez menos del Real. Tocaba remar de nuevo, nada nuevo bajo el sol, la luna madrileña en este caso.

No tardó ni un minuto el Madrid en volver a disparar sobre la meta blanquiazul, de nuevo, Mbappé, de nuevo Joan García. Esta vez el Espanyol si contestó, lo hizo desde la Avinguda del Baix Llobregat, pero contestó. Fueron dos obuses lejanos, el segundo especialmente que, pasaron, ambos, muy cerca del larguero. El partido, sorprendentemente, en el alambre.

Oh shit here we go again del que se lamentaba CJ al regresar a Los Santos tras salir de la cárcel en Grand Theft Auto San Andreas, la misma sensación de este inicio de temporada. Vinicius, entre aplausos, salía a calentar en banda. En el minuto 52 podíamos corroborar que la ansiedad se apoderaba del coliseo blanco: contra todo pronóstico -y lógica- el Espanyol se adelantaba en el Bernabéu. Un fenomenal pase en largo de Joan García -otro portero al que hacemos leyenda por un día- permitió a Jofre centrar raso ante el carajal de Carvajal. También contra todo pronóstico -y lógica- Courtois se le metió p´adentro con su propio talón. 0-1 y a remar más todavía. Vinicius, al campo, Güler, fuera.

Qué cosas tiene el fútbol. Tras 52 minutos de agonía, el Madrid sólo precisó seis, y algo de fortuna, para empatar el partido. Valverde lanzaba un misil tierra-aire al que respondía, otra vez, eficaz, Joan García. Sin embargo, Bellingham, cual carterista navideño en Preciados, birló el balón al defensor periquito que había recogido el rechace; templó y centró; raso, firme, duro, tanto que por una vez se le escurrió la pelota al portero. Carvajal, atento, remachaba el balón en la línea. 120 segundo después, aparentemente tocado, era sustituido por Lucas Vázquez.

1-1, más de media hora por delante, los deberes sin hacer y las prisas del mal estudiante.

Esas que parece tener siempre Mbappé que, tras fenomenal eslalon, dejo a Rodrygo de tacón para un disparo franco desde la frontal que se marchó fuera. Endrick ya calentaba, el Madrid iniciaba el sitio a lomos de la frescura de Vini y la aristocrática excelencia de Jude. El Espanyol, con oficio, se afanaba en rebajar el ritmo de un partido abocado, una vez más, al enésimo atasco vikingo digno de la M30 los viernes de sobremesa. No sería para tanto.

Nueva oleada blanca. Vinicius, con un excelso centro de exterior digno de Lukita, sirvió un auténtico pase de la muerte para que Goes remontara el partido a poco más de un cuarto de hora para el final.


2-1 a los 74 minutos… y 3-1 a los 76 cuando Vini robó en la medular, y corrió a la contra con Mbappé que, en el momento preciso, devolvió al carioca para cruzar el tercero ante ya un más transparente Joan García. Con el partido sentenciado regresamos de nuevo al salvaje Oeste arbitral donde Munuera Muntero volvió a desenfundar dos amarillas por protestar a Vinicius y Bellingham. Precisamente, Jude, agotado, dejaba su sitio a Endrick. Gracias, Carlo, porque lo de este chaval es impresionante le des uno, dos o tres ratitos para jugar.

Nada más ingresar en el campo, guerrero Endrick rebañó un balón imposible ¡junto al banderín de córner! para lanzarse cual Mihura al área. Tanto, que lo tuvieron que sujetar, si bien el enganchón comenzó fuera del área, la fuerza de la naturaleza de este mozalbete fue tal que acabó por arrastrar al defensa allá donde se pitan los penaltis. Mbappé desde los once metros hacia el cuarto en el noventa.

Fiel a la temporada 2024-2025 el Madrid volvió a deleitarnos con más de una hora de angustias ante un recién ascendido. La buena noticia es que acumulamos una Liga entera sin que nadie nos haya obligado a doblar la rodilla.

Justo hace un año, en el Metropolitano, donde jugamos el próximo domingo. Hala Madrid.
Getty Images

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