la suerte suprema

la suerte suprema
Pepe Bienvenida / La suerte suprema

martes, 18 de febrero de 2025

Taurocracia / por Jorge Arturo Díaz Reyes


Toro de lidia (Tordesillas). Foto: Josemanuel, Wikipedia

'..Democracia, meritocracia…, “nosotros el pueblo” tiene derecho a obedecer. En todo; arte, filosofía, ciencia, técnica, economía, deporte, religión, tauromaquia... ¿O acaso decide qué consumir o a quién idolatrar? ¿No se encarga de eso la publicidad, y ahora, la inteligencia artificial?..'

Taurocracia

Jorge Arturo Díaz Reyes
CronicaToro/Cali, 17 II 2025
Las ferias de Valdemorillo (terminada), Olivenza, Valencia, Madrid (rematadas), y la de Sevilla solo a espera de ajustar detalles, cantan ya la partitura de lo que será toda la temporada española 2025.

Tradición. Se mantiene la constante instaurada por el revolucionario siglo XVIII. Cuando los hermanos Romero, (Pedro, José, Juan y Antonio), junto a Costillares y Pepe Illo, no daban lado en los festejos mayores. Igual que no lo daban hace más de un siglo, Joselito, su hermano Rafael, Belmonte y Gaona. Hoy, las seis figuras en boga: Morante, Roca Rey, Manzanares, Talavante, Luque y Castella también copan las ocasiones grandes, pero ademas las medianas y no pocas de las menores. Tampoco dejan lado.

El resto: retirados de regreso, ex figuras de caduca vitola, aspirantes retadores, talentos errantes, toricantanos incógnitos…, que se acomoden como puedan. Bien reza la definición: Ser figura, es torear lo que se quiere, donde se quiere, cuando se quiere, cómo se quiere, con quien se quiere, y por lo que se quiere.

Se lo han ganado, dicen. —Acá manda el que interesa, el que puede con el toro, con los públicos y con los empresarios— Aunque a veces, en defecto de los anteriores requisitos, valga un buen padrino. Así ha sido y así es en todo. El toreo, espejo de la sociedad, lo refleja.

¿Justo? ¿Democrático? ¿Qué dice usted? En esto de hacer carteles, no hay democracia. No todos pueden ser elegidos para el honor de jugarse la integridad frente al rey de la fiesta. Ni siquiera en los caóticos encierros, capeas y corralejas, donde solo se ponen delante los más arrojados.

Así como no todos pueden invocar a mitad de un vuelo transoceánico el derecho a pilotear el avión, y si se les niega citar a votación. La realidad, democracia solo en política, y eso apenas en los discursos. Utopía. ”El gobierno del pueblo, por el pueblo y para el pueblo” no ha existido, no existe, y sus remedos y pantomimas (Hitler, un ejemplo), inducen a desear que ojalá no existiera. Los hechos son los hechos. La historia es la historia.

¿No sucede igual con la meritocracia? Que manden y toreen los que lo merezcan, los mejores, los que se lo hayan ganado. A sabiendas de que como advertía el teórico Michael Young (2001): “cuando quienes son elegidos con mérito suficiente para algo en particular, se consolidan como nueva clase, y ya no dejan espacio a otros”. Pasa. El público soberano los vota. La taquilla también es urna electoral. Perdón, ¿soberano el público? ¿No hay un súper poder, capaz de volverle noche el día, y manejarlo a discreción?

Democracia, meritocracia…, “nosotros el pueblo” tiene derecho a obedecer. En todo; arte, filosofía, ciencia, técnica, economía, deporte, religión, tauromaquia... ¿O acaso decide qué consumir o a quién idolatrar? ¿No se encarga de eso la publicidad, y ahora, la inteligencia artificial?

Los aficionados recreamos y conjuramos la frustración de las utopías con la corrida. Vamos a la plaza, donde debe reinar el toro (la naturaleza) y torear (la verdad) los que valen (la humanidad). Y aunque no pocas veces salgamos renegando: — “mañana vendrá a verte tú madre…” —siempre volvemos. Creyentes de qué pese a todo, la nuestra, la taurocracia, es más real y más feliz que todas las otras “cracias” y “descracias”, y que allí estamos mucho mejor. Vamos, vamos, la temporada pinta bien…, el mundo no.

No hay comentarios:

Publicar un comentario