
Cinco toros de Alcurrucén, justos de presencia, desrazados y deslucidos; y uno, el cuarto -sobrero-, de Zacarías Moreno, bravito y enrazado.
Sebastián Castella: estocada trasera, tendida y caída (silencio); y estocada rinconera (aviso y ovación tras petición insuficiente).
Miguel Ángel Perera: pinchazo, estocada "que hace guardia" y tres descabellos (aviso y silencio); y tres pinchazos, estocada corta ladeada y descabello (aviso y silencio).
Daniel Luque: media desprendida (ovación); y estocada tendida y baja (aviso y palmas de despedida).
¿Y qué pudieron hacer los toreros si no poner voluntad, esforzándose en busca de alguna posible alternativa? Ninguno renunció a encontrarla. Los tres, a por todas. Y de hecho, espigando en los rastrojos que dejó la tarde, podrían encontrarse algunas cosas notables precisamente de parte de la terna.
Pero hay un viejo refrán que sentencia lo que puede resultar en casos como éste: "el hombre, propone, Dios, dispone; y el toro lo descompone". Ni más ni menos que la viva representación de lo que aquí ocurrió.
Ya el primero, justito de trapío, fue protestado de salida. Aunque todavía Castella se lució al lancear con verónicas de manos bajas y mecidas. En varas cumplió el toro sin más. Y tal sería el comportamiento de los titulares en el caballo.

Estatuarios, pases a derechas y al natural, entre palmas de tango de los eternos disconformes. El toro no decía nada y Castella renunciaría a seguir.
Al sobrero de Zacarías Moreno que hizo quinto, Castella lo toreó bien a la verónica, y por momentos despertó interés y hasta emoción con la muleta, sobre todo en los cambiados iniciales y en una tanda al natural. Pero fue faena a menos, y con la rúbrica de una estocada trasera y caída, lo que antes se decía "en el rincón de Ordoñez", que ahora, y en vista de lo que tan frecuentemente se da, habría que rebautizar como "el rincón de todos".
El segundo fue toro de poco celo en los dos primeros tercios. Un quite en su turno de Luque por vistosas chicuelinas, lo más reseñable. Perera, con la muleta, se hizo con él a base de temple, firmeza y dominio, no obstante, sin llegar a interesar por la extrema sosería del oponente. Tan largo el trasteo que sonó el aviso antes de montar la espada.
El manso quinto no dió ninguna opción. Y aunque Perera todavía intentó buscarle las vueltas, el trasteo no resultó.
Luque lanceó al tercero saliéndose a los medios, con majeza y autoridad. En la muleta, sin embargo, el toro no dijo nada, en pases y pases por uno y otro pitón. Baldío esfuerzo del torero, que si acaso interesó en alguno suelto de pecho, y en las luquecinas finales.

Con el sexto, muy metido Luque con el toro, hubo muletazos seguidos, limpios y mandones. Momentos de pasión, sin embargo, que duraron poco, ya que el toro se vino también abajo.
FICHA DEL FESTEJO.-
Cinco toros de Alcurrucén, justos de presencia, desrazados y deslucidos; y uno, el cuarto -sobrero-, de Zacarías Moreno, bravito y enrazado.
Sebastián Castella: estocada trasera, tendida y caída (silencio); y estocada rinconera (aviso y ovación tras petición insuficiente).
Miguel Ángel Perera: pinchazo, estocada "que hace guardia" y tres descabellos (aviso y silencio); y tres pinchazos, estocada corta ladeada y descabello (aviso y silencio).
Daniel Luque: media desprendida (ovación); y estocada tendida y baja (aviso y palmas de despedida).
En cuadrillas, buena y eficaz brega de José Chacón al cuarto, y dos estupendos pares de banderillas de Raúl Caricol en el sexto.
La plaza registró "no hay billetes" en tarde con ligera brisa que a ratos molestó en el ruedo.

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