Ignacio Ruiz Quintano
En España el peligro siempre estuvo en el tendido.
Por eso en la muy noble y muy leal villa de Chinchón, donde ya montan la plaza para los toros de Santiago, lo primero que se prohíbe es subir al tendido.
Escrito está por un caballero de la seriedad oficial de Pérez de Ayala:
–El vocear, el discutir, el apasionarse, el imprecar, el zaherir, nada de ello debe dar que temer al Gobierno. Cuando un joselista y un belmontista polemizan, a dos dedos del pugilato en apariencia, no quiere decir que en la primera corrida se echen al ruedo bregar por su ídolo y aliñarle el toro. El pueblo español está acostumbrado a ver los toros desde la barrera, a camorrear en los tendidos, y de aquí no pasa.
Y cuando ha pasado, ha cobrado de lo lindo.
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