¿A qué nos enfrentamos? Se nos viene encima la tiranía con sus matones parlamentarios, con sus sicarios periodísticos y sus delatores sociales. Se nos viene encima la tiranía con sus asépticos funcionarios que confunden la libertad con la letra impresa en el BOE, la Justicia con la ley y la legitimidad con la voluntad sectaria de unos diputados que, socapa de la soberanía nacional, no representan más que a su propia ideología y en función de ella, y sólo de ella, muñen y apañan sus estrategias presentándolas como la más alta expresión de la voluntad popular. Y su masa de maniobra electoral se lo cree mientras le llenan de forraje propagandístico los abrevaderos de los rediles donde pace estabulada, quieta, dócil, mansa, a cambio de un salario de subsistencia y de llenarle los bolsillos de consignas antifranquistas.
Los que avizoramos la tiranía cuando estaba en pañales revestida por el traje de cristianar democrático, seguimos estando solos y estigmatizados, sin recursos y sin intendencia. Los que deberían ayudarse ayudándonos son todos como ese flemático y estirado lord inglés que en su mansión londinense escuchaba, sin hacer el menor caso, cómo la BBC informaba alarmada del desbordamiento del Támesis y de la evacuación de la ciudad anegada. Se creía a salvo en las alturas de su fortuna y de su clase social, hasta que el mayordomo entró en su despacho anunciándole: “my lord, el Támesis”. Demasiado tarde, ya se había ahogado. Pues eso: “my lord, la tiranía”.
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