Cerrando el círculo de acoso y derribo del arte de Cúchares, la sociedad en comandita de Pedro Sánchez y Pablo Iglesias ha encontrado en el virus Covid-19 un aliado impagable. Así dicen que se las ponían a Fernando VII.
Campos de soledad, mustio collado
Paco Mora
AplausoS·Octubre/2020
Pedro Sánchez se contonea dando la espalda a la realidad como Anthony Hopkins en la escena final de “El silencio de los corderos”. Realidad que no es otra que pánico, ruina y miseria en la economía nacional. Pero sobre todo en el mundo del toro, que ve cómo se van agostando sus esperanzas de una normalización a corto plazo. También, como Aníbal “El caníbal”, don Pedro parece disfrutar con la desolación que deja a su paso. Tal parece que quisiera que se le recordara, respecto a la Tauromaquia, como aquel que por donde él pasó no volvió a crecer la yerba.
Baste recordar que, prescindiendo de los graves y perentorios asuntos que acongojaban el país, una de las primeras llamadas telefónicas del líder político en cuestión, al alcanzar la presidencia del Gobierno, fue al muy interesante e instructivo programa televisivo de la entrepierna, dirigido y presentado por “El Mermelada”, para dejar muy claro que a él no le vería jamás nadie sentado en un tendido de una plaza de toros. Fue un aviso a los navegantes, que ya apuntaba a su intención de ponerle palos en las ruedas al desarrollo de la “fiesta más culta” en definición del gran poeta –mártir por sus ideas izquierdistas- Federico García Lorca.
Luego encontró un impagable aliado a su fobia anti taurina en su socio de Gobierno bolivariano-comunista Pablo Iglesias, que le permitió pasar a un discreto segundo plano en la batalla contra la fiesta de los toros. Que es uno de los precios que deberá pagar –con mucho gusto- por el respaldo del líder populista. Tal parece que para Pedro y Pablo el futuro de España dependiera de que las Plazas sigan abriendo sus puertas para celebrar corridas de toros, o los ruedos se utilicen para el cultivo del champiñón. Y cerrando el círculo de acoso y derribo del arte de Cúchares, la sociedad en comandita de ambos líderes políticos ha encontrado en el virus Covid-19 un aliado impagable. Así dicen que se las ponían a Fernando VII.
Las ganaderías de bravo están sufriendo el acoso de una manera cruel, pues les es imposible programar las camadas ni siquiera para la próxima temporada, y dado lo que cuesta poner un toro en condiciones de ser lidiado, en el año 2021 es muy probable que opten por el matadero, pues la tardanza en aparecer una vacuna salvadora que frene la pandemia no da confianza para demasiadas alegrías en la puesta a punto de los toros necesarios para atender le demanda de las ferias taurinas. Entre otras cosas porque se ignora si podrán celebrarse o el año próximo será un suma y sigue de la ruina del actual.
Y teniendo en cuenta la política exageradamente restrictiva del Gobierno de Pedro & Pablo S.A., aplicada a la temporada que finaliza –en evidente contraste con la vecina Francia- el panorama no está como para tirar cohetes. En tales circunstancias no sería de extrañar que debamos recitar dentro de unos meses aquello de “Estos que ves ahora, campos de soledad mustio collado, fueron un día Itálica famosa”. Donde ponemos Itálica habrá que poner España. Y el toreo “caput” y Pedro y Pablo se habrán salido con la suya…
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