Aquel mes de mayo de 1989, la Salamanca taurina vivía con emoción el acontecimiento programado para el día 14, domingo y contaba con todos los tintes para convertirse en algo histórico. Nada menos que la esperada inauguración de la plaza de toros del Toreo de Cuatro Caminos, que había promovido el gran torero Paco Pallares en el paraje El Cruce, muy cerca de su querido pueblo de La Fuente de San Esteban..
¡Cuando se inauguró El Toreo de Cuatro Caminos!
Paco Cañamero
Glorieta Digital / 9 Marzo 2021
Aquel mes de mayo de 1989, la Salamanca taurina vivía con emoción el acontecimiento programado para el día 14, domingo y contaba con todos los tintes para convertirse en algo histórico. Nada menos que la esperada inauguración de la plaza de toros del Toreo de Cuatro Caminos, que había promovido el gran torero Paco Pallares en el paraje El Cruce, muy cerca de su querido pueblo de La Fuente de San Esteban, donde años antes había adquirido unos terrenos al ganadero Salustiano Galache. Aquella plaza tan coqueta era la culminación de los sueños de Pallarés y el lugar elegido para dedicarse a su oficio de empresario taurino, después de verse obligado a colgar el traje de luces a raíz de sufrir un trágico accidente de tráfico que le dejó imposibilitado para continuar en activo.
El 14 de mayo apareció un día radiante, de sol espléndido, en medio de una primavera para soñar. Era la fecha que tanto se hizo esperar y, desde los días antes, en la propia plaza se vivía un ambiente de gala con numerosos aficionados que llegaban de todos los puntos de la provincia, otros de Zamora, Valladolid, muchos de Portugal para sacar las entradas y no perderse el acontecimiento, además de elogiar el gusto de la plaza, junto a los detalles tan toreros y cuidados que lo convertían en una referencia. Y que debía ser un símbolo del mejor toreo, como lo era el mejicano coso del Toreo de Cuatro Caminos, del que Pallares trajo el nombre en recuerdo a los triunfos que alcanzó en aquel histórico coso de la capital azteca.
Paco Pallarés quiso tirar la casa con un cartel atractivo y de tirón, y para ello rápido aceptó el ofrecimiento de su discípulo Julio Robles, consagrado en figura y diestro que despertaba auténticas pasiones y además reinaba en solitario en el torero castellano tras la retirada, el anterior septiembre, del Niño de la Capea. Por cierto, el propio Robles, había seguido con mucho interés el proceso de las obras y fueron varias las ocasiones que acudió a visitarlas acompañado del propio Pallarés, quien también invitó para abrir el cartel a su paisano Juan José, puro intérprete de la sobriedad castellana y con el poso propio de la veteranía. Cerró la tarde Ricardo Sánchez Marcos, de Vitigudino, torero de exquisiteces, pero sin suerte y que en esa época traba de buscarse sitios en los carteles apoderado por Paco Pallarés. Aún así, en aquellos tiempos lejos todavía de los móviles, a Paco Pallarés se le ofrecieron un montón de toreros para ser protagonistas de ese acontecimiento, ejemplo de José Fuentes, Manzanares, Curro Vázquez… O del mismo Espartaco, quien siendo máxima figura de la época, días antes de la inauguración, al coincidir que estaba tentando en Campo Cerrado, visitó la plaza y le dijo a Pallarés: “Maestro, algún día me gustaría torear aquí”.
El domingo, ya desde primeras horas, fueron numerosos los aficionados que llenaron completamente el recinto del Toreo de Cuatro Caminos –reforzado con bares anexos-, además de los cercanos establecimientos, que tuvieron que duplicar sus plantillas con personal extra y colocar barras en el exterior ante la avalancha de público, con miles y miles de aficionados. También llegaron hasta ese rincón del Campo Charro muchos profesionales para estar presentes e infinidad de medios de comunicación, entre ellos el televisivo Tendido Cero, que desplazó a Federico Arnás para grabar esos históricos momentos, donde hubo ¡hasta reventa! con la presencia de conocidos especialistas quienes hicieron su agosto en las horas antes del inicio. Hoy parece increíble al rememorar que hasta la reventa funcionó, siendo muchos los aficionados que llegaron a última hora y no les quedó más remedio que adquirir su entrada de esa forma, una vez que en taquilla se había colocado el no hay billetes.
Y ya caída la tarde acabó la corrida con casi todo el mundo contento. Porque aunque el resultado artístico no fue el esperado, lo ciertos que esa fecha quedó escrita para la posteridad en la Tauromaquia charra al ser todo un acontecimiento que abría una nueva puerta a la afición en el mismo corazón del Campo Charro. Lo peor de todo fue que, por distintas circunstancias, aquel precioso proyecto de Paco Pallarés que revitalizó esa zona no acabó de cuajar y al tiempo ese recinto acabó cerrando y hoy se pierde a merced de los vientos del olvido.
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