En medio de mentiras, escatología del maltrato, uso polivalente del golferío político/ministerial, amenazas de mociones de censura sin mas censurable que el interés de la propia mesa y mantel. En medio de la lucha más sucia que jamás la política haya ensuciado, en medio de rescates a sociedades como Plus Ultra mientras decentes pymes se van al hoyo, resulta que si un menor va a los toros de la mano de un abuelo o de su padre, tiene que ser delito de máxima pena.
Es una ley que, de prosperar la enmienda de Podemos y otros partidos, prohibiría en todo el Estado que los menores asistieran a la cultura de La Tauromaquia.
Una cosa es que pretendan reescribir la historia, asunto stalinista por demás, muy de Podemos y sus fines chusqueromolotov de banda de barrio y agitadores de ninis, y otra cosa es que deseen la escatología de la libertad en el presente. En un año, más o menos, este bendito país no encuentra una verdad o una promesa cumplida. Es la era del elogio a la mentira y hasta a la traición. No se sabe bien qué es la Constitución, si existe o feneció, o si la Transición política fue otro golpe de estado o contubernio, o si Colón llegó de verdad a Las Américas o si el VAR es propiedad de Monedero o si éste es Rasputín sin la Romanov pero con la neurona golfante. No hay nada, mirando por todas partes, a todos lados y, mucho menos a los ojos, que reconozca a este bendito país. Pero el escándalo para la izquierda extrema, es que los menores puedan acudir a una plaza de toros o al encierro de su pueblo.
Pregunto a las gentes del toreo si han movido ficha para algo que es esencial, vital para La Tauromaquia. ¿Han tenido reuniones, conversaciones o algo semejante con quienes están a punto de votar la Ley Orgánica de Protección Integral a la Infancia?.
Preguntados, la mayoría no saben qué es esta ley, no saben ni les parece interesar. Pues es una ley que, de prosperar la enmienda de Podemos y otros partidos, prohibiría en todo el Estado que los menores asistieran a la cultura de La Tauromaquia.
Desterrados de aulas, escuelas, universidades, a La Tauromaquia le quedan como reductos las peñas, sus charlas. Es decir, que movemos nuestra cultura en límites estrechos, en una endogamia cada vez más pequeña. Eliminar a las futuras generaciones de la cultura de La Tauromaquia será el paso definitivo para que la quiebra generacional por el toreo, su desconocimiento, su afecto, sea ya tan grande, que no se pueda recuperar. Si prospera la enmienda porque el PSOE la vota, el toreo se quedará sin el gran relevo de públicos, sin el traslado natural de su cultura.
Padres con distinto lenguaje y afecto que sus hijos. Una puñalada certera al corazón de La Tauromaquia de la que nadie habla, mientras los héroes autoproclamados de esta endogamia estrecha llamada toreo andan hablando de reconstrucción, de giras y de idas y venidas.
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