Rubiales, el pirómano Luis Enrique y la nana Mu, mu, mu
De manual. Para justificar el nombramiento del pirómano Luis Enrique se ha empezado a filtrar desde la federación que la concentración de Krasnodar ha sido un remake de La Martona, la sede argentina del mundial del 78 en la que, según se dice, nuestros internacionales acabaron moliéndose a palos. Algo tendrán que decir los futbolistas a propósito del señalamiento al que están siendo sometidos: que si se levantaban cuando querían, que si opinaban de las tácticas... pero lo único cierto es que, para encajar una pieza cuadrada en el único hueco redondo que aún queda libre en el puzle, alguien ha puesto el ventilador en funcionamiento. Esto deja mal a los jugadores, por supuesto, pero también a Fernando Hierro, que ha sido el hombre bueno en toda esta historia y que, con su dimisión, ha demostrado que al aceptar el paquete bomba de Luis Rubiales estaba tratando de prestar un servicio desinteresado y noble al equipo nacional español.
Y todo por no realizar un sano e imprescindible ejercicio de autocrítica, todo por echarle la culpa al otro, todo para eludir responsabilidades. La pregunta es muy fácil: ¿era tan laxa la convivencia con Julen Lopetegui al frente de la selección? ¿Amanecían los futbolistas a la hora de comer cuando el anterior seleccionador estaba al frente? ¿Opinaban los jugadores sobre cualquier aspecto del grupo o sobre los entrenamientos?... Lo dudo. Pero, de ser así, de ser el equipo nacional ese patio de monipodio que se filtra desde la Federación, de ser España un colegio de parvulitos malcriados, lo cierto es que con Lopetegui, que nos condujo al Mundial de Rusia sin haber cosechado ni una sola derrota (ojo, ni una), la cosa funcionó bastante bien. ¿Y si España hubiera ganado el Mundial con Lopetegui comandando esa casa de Tócame Roque? ¿Habrían colocado entonces en su lugar al pirómano Luis Enrique para imponer la ley marcial?
Lo peor es que con estas filtraciones interesadas no queda mal Lopetegui, contra el que emplearán toda la munición a su alcance, sino Hierro, quien, como dije antes, es el único hombre bueno de toda esta historia. Se le pinta como un bobalicón que dejaba hacer, alguien a quien le superaban las circunstancias, un bonachón que se veía obligado a llamar por las noches a Del Bosque para pedirle consejo. Pero si Hierro se vio superado por las circunstancias, ¿no fue acaso porque Rubiales destituyó a Lopetegui a 48 horas de que arrancara el Mundial? ¿Qué entrenador no se habría visto superado por esas extrañísimas circunstancias?... Era Lopetegui quien había trabajado con esos jugadores, era Lopetegui el que les conocía, era Lopetegui quien había trabajado con ellos tácticas y jugadas, fue Lopetegui quien llevaba estudiando a los rivales de España desde hacía meses... ¿Y quién echó a Lopetegui? ¿Ramos? ¿Costa? ¿Aspas? ¿O fue Luis Rubiales quien prescindió de él?
Por lo demás, Luis Rubiales quema definitivamente sus naves con este kafiano nombramiento. Desde la federación querrán hacernos comulgar con las ruedas de molino del pirómano Luis Enrique, que trata a la prensa como si fuera bazofia, pero lo cierto y verdad es que, de entre un nutridísimo grupo de entrenadores que habrían estado orgullosísimos de dirigir a la selección de su país perdiendo dinero, este presidente (porque pensar que el nombramiento fue idea del bueno de Molina es como para caerse de la silla de risa) ha escogido al único reconocido antimadridista; el aval de Luis Enrique es al parecer ese, el de haber dudado en público de los valores del Real Madrid, que algunos futbolistas ha cedido a la selección desde el año 1902 y que en algunas ocasiones ha prestado sus campos para la celebración de la final de la Copa. La otra medalla con la que cabe distinguir a Luis Enrique es la de considerar que los catalanes están mucho más avanzados que el resto de españoles, que aún vivimos en cuevas y salimos de vez en cuando por las noches a cazar mamuts.
Laxitud, bonita palabra. Falta de fuerza o tensión, falta de severidad, relajación moral. De esa laxitud que desde la Ciudad del Fútbol se ha filtrado que se apoderó de la concentración de Krasnodar es de la que el presidente del Sevilla acusa al de la federación. Pepe Castro acusó ayer a Luis Rubiales de ser laxo con el Barça, de arrodillarse ante Bartomeu y de permitir que desde el club catalán se haga y se deshaga con la final de la Supercopa de España, perjudicando seriamente al Sevilla y a los sevillistas, que al fin y al cabo son sólo unos cavernícolas si los comparamos con los catalanes, mucho más adelantados según el nuevo seleccionador nacional. Al fondo a la derecha, según se cuenta, está la mano del vicepresidente económico, el nuevo Padrón, quien, según Paco Buyo, meció la cuna de la destitución de Lopetegui mientras arrullaba a Rubiales con la nana Mu, mu, mu: "Mu, mu, mu, duérmete tú, la mula y el buey, calientan al Rey". Ojito, Majestad, que trono sólo hay uno pero mulas hay miles.
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