El desencuentro de las cuadrillas y la Junta de Andalucía se ha resuelto con la propuesta de reducir sus salarios. Mientras tanto, la Fundación del Toro de Lidia reafirma su papel vertebrador del sector
El toreo afianza sus posiciones
A. R. del Moral
El Correo · Sevilla, 03/06/2020
La semana que pasó comenzó con un lío gordo, vinculado al famoso borrador interesadamente filtrado que limitaba los efectivos de las cuadrillas en las plazas de segunda y tercera categoría. El documento –era un conjunto más amplio de medidas- tenía que haber servido para poner en marcha la maquinaria del negocio del toreo obviando algunas premisas reglamentarias de forma excepcional y temporal. La filtración del texto se quiso vender como un ataque al proletariado taurino pero la polémica –después de escuchar las explicaciones del secretario general de Interior de la Junta de Andalucía- seguía un argumento distinto del que se quiso contar. A la Junta, sincera y resueltamente dispuesta a ayudar al sector taurino, solo le corresponde poner la mesa. Son los estamentos del Toro los que deben traer sus propios platos cocinados y dejar el factor emocional colgado en el perchero de casa. Se trata de que encajen todas las piezas para que se puedan dar toros de nuevo aunque el empeño, ésa es la verdad, tiene más dificultades que ventajas. Los números tendrían que salir mínimamente para que un empresario se anime a abrir una plaza. No se puede amontonar ruina sobre ruina. Y en este momento, con la que está cayendo, no vale el rollo de la lucha de clases en versión taurina. Todos deben remar para el mismo lado aunque algún primer actor de esta tragicomedia haga un flaco favor jugando a ‘enfant terrible’. Ya lo decíamos hace una semana: el momento de plantear recortes en las tropas no era adecuado. Tampoco de demonizar a las cuadrillas ni tensar aún más la cuerda con declaraciones desafortunadas. No se puede pedir más a los que no les queda nada pero sí se les debe exigir responsabilidad y lealtad con un organismo, el Consejo Andaluz de Asuntos Taurinos (CATA), dispuesto a poner las facilidades que la grey taurina no ha encontrado en el (des)gobierno de la Nación. En cualquier caso, con los ánimos exaltados resulta prácticamente negociar aunque en algún momento –pasados los rigores de la pandemia y recuperada la ansiada normalidad- se pueda hablar de ciertas modificaciones en determinadas plazas y festejos. Eso sí: lejos de los cosos de segunda y de no pocos de tercera.
Costes inasumibles y una propuesta concreta
A partir de ahí todo el mundo debe estar de acuerdo en una cosa: el coste del espectáculo ya era prácticamente inasumible antes de la pandemia, especialmente en plazas chicas, aforo recortado y carteles menores. ¿Quién se atrevía a dar una novillada picada en un pueblo? Pero es que levantar la ventanilla con las restricciones actuales podría ser calificado de acto de heroísmo cuando no de vocación suicida. Hay que ponerle el cascabel a ese gato sin encerrarse en la coraza del corporativismo, sabiendo que todos tienen derecho a ganar dinero trabajando: desde el último mozo de espadas al más encopetado empresario. Todos se juegan lo que tienen pero todos, también, deben ceder algo en el empeño. Las explicaciones de Miguel Briones, hay que recalcarlo, dieron otra visión distinta a ese ‘affaire’ de las cuadrillas. Ojo: el famoso borrador que proponía limitar los efectivos de picadores, banderilleros y ayudas había sido el único documento presentado en tiempo y forma para empezar a trabajar. Todo estaba prácticamente preparado para que fuera aprobado este mismo martes.
Pero antes, el CATA ya había apremiado a los representantes de los hombres de plata para que formalizaran una propuesta concreta más allá de una declaración de intenciones que pasaba por limitar sus salarios según cuándo y dónde. La versión de Briones, finalmente, aclaró las cosas y sirvió para que las asociaciones mayoritarias de matadores, banderilleros y mozos de espada se decidieran a consensuar un documento en el que –ahora sí- se propone formalmente la reducción del 20% de sus honorarios. Tienen una cosa clara: hay que torear; todos o ninguno. Más allá de esos salarios hay que apuntar a la necesidad de cotizar. Los famosos boletines de la Seguridad Social se sellan por festejo toreado. Y en esos papeles también se juega el futuro... Ya lo decíamos hace una semana: no es el momento de jugar con las cosas de comer aunque el escalafón de plata haya podido pasarse de frenada al filtrar unos papeles que deberían haber sido rebatidos o revisados en la mesa de trabajo. Pero bien está lo que bien acaba. La Junta, repetimos, tiene tendida la mano. No conviene morderla. Tampoco hay que olvidar que el consejero de Interior, Elías Bendodo, ha anunciado que su gobierno, a través de la secretaría general de Interior, está dispuesto a abanderar una acción común con el resto de comunidades autónomas en el aspecto taurino. Las cosas se están moviendo...
Predicar y dar trigo
A partir de ahí hay que dejar el campo libre a la Fundación del Toro de Lidia que sigue luchando contra demasiados molinos de viento y cierto escepticismo interior que, en realidad, es el peor y más ingrato lastre. El trabajo infatigable de Victorino Martín y su equipo está dando frutos. A las sucesivas victorias jurídicas hay que sumar una creciente presencia –Victorino ha sido bendecido con el don de la bilocación- y una mejorada política de comunicación. Hay que reconocer que la campaña puesta en marcha la pasada semana –la de las mascarillas rotuladas- ha logrado hacer ruido y hasta ha doblegado la voluntad del ministro de Cultura, el ínclito Rodríguez Uribes, que ya se ha visto obligado a mencionar al toro y sus hombres. Han sido unas tibias declaraciones en la Comisión de Cultura que sí han servido para certificar que el sector está dentro de la inyección de los llamados fondos ‘CREA’ dotados con 40 millones de euros. Pero hay más: Antonio Bañuelos –flamante presidente de la Unión de Criadores de Toros de Lidia- mantuvo una reunión telefónica con el Rey Felipe VI en el que pudo transmitirle los problemas del sector. La Casa Real, además, se hizo eco del encuentro en las redes sociales, dando visibilidad a la tragedia del campo bravo. El futuro, hay que recalcarlo las veces que haga falta, sólo se ganará si el toreo permanece unido.
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